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Cuando internet reinventa el foro político

La típica hoja que uno firma en Suiza para sumar su firma a una iniciativa podría desaparecer, ante la aparición de su hermana digital. Keystone

La democracia directa ha entrado en la era digital. Las campañas se hacen cada vez más en la red. En Suiza, el sitio wecollect.ch permite firmar iniciativas y referéndums en línea. Esta evolución agiliza la vida política, pero no está exenta de riesgos para la coherencia y la credibilidad del sistema.

Un clic para elegir el asunto, rellenar tres campos (nombre, apellido, e-mail) y recibe un formulario que tiene que imprimir, firmar, doblar en dos e introducir en un buzón –los gastos de envío corren a cargo del destinatario. En el futuro, este tipo de recolección de firmas para los instrumentos de la democracia directa (iniciativas y referéndums) podrían reemplazar los tradicionales estands en los mercados y otras actividades puerta a puerta.

En pocos días, wecollect.ch ha reunido más de 27 200 firmas de apoyo para los tres asuntos (pronto serán cuatro) que promueve. Y el hecho de que se trate de textos lanzados por el Partido Socialista y otros grupos de izquierda –el sitio web se posiciona a la izquierda– no cambia nada. La derecha no tardará en ponerse las pilas y crear su propia plataforma.

“Empresa emergente, sin ánimo de lucro”

“Los escasos miles de francos que ha costado el lanzamiento de wecollect salieron de mi bolsillo”, confiesa Daniel Graf a swissinfo.ch. “Por el momento, somos una empresa emergente y las estructuras definitivas se ultimarán solo a fines de este año. Pero el objetivo es seguir siendo una asociación, sin ánimo de lucro”.

El dinero no es un tema tabú para el activista de Zúrich. Y aún menos para su compañero en esta aventura, Donat Kaufmann. Este estudiante se dio a conocer en 2015, cuando logró reunir 140 000 francos entre la población para costear en la portada del diario gratuito ’20 Minuten’ un anuncio contra la poderosa maquinaria propagandística de la UDC (derecha conservadora). La financiación colectiva (crowdfunding) es por tanto uno de los proyectos de wecollect, pero sirve únicamente para recortar los costes de las campañas a quienes las lanzan. La idea es poner los instrumentos de la democracia directa al alcance de las pequeñas asociaciones que generalmente carecen de medios. “Queremos ser facilitadores, somos solo dos y no nos compete dictar la agenda política”, anota Daniel Graf.

El impacto digital

Los protagonistas de la política helvética no han esperado la llegada de wecollect para sumarse a la red. Y como ha quedado demostrado en los últimos años, la derecha conservadora ha sido la primera en emprender este camino. “La campaña de la UDC [SVP en alemán] para las elecciones legislativas de 2015 marcó el inicio de una revolución en la comunicación política en Suiza que utiliza ahora de forma sistemática las redes sociales e internet como fuente de información y, sobre todo, de movilización”, explica a swissinfo.ch Lukas GolderEnlace externo, politólogo del instituto gfs.bern.

La estrategia ha dado frutos: en octubre de 2015, el partido consiguió aumentar su representación en la cámara baja de 54 a 65 escaños. Los jóvenes no son los últimos que votan a la UDC seducidos especialmente por ‘Welcome to SVPEnlace externo‘, un videoclip bien hecho, en dialecto suizo alemán, con un toque de humor y música electrónica de fondo, que se ha vuelto viral – más de 900 000 internautas lo han visto a día de hoy.

Unos meses después, en febrero de 2016, la campaña conjunta de la izquierda, la derecha y la sociedad civil contra la denominada ‘iniciativa de ejecución’ para expulsar a los extranjeros que cometen infracciones, le propinó una ardua derrota a la UDC. En este caso, no hubo videoclip de moda, sino una movilización y una recolecta de fondos en las redes sociales “sin precedentes”, según los observadores.

Suiza ha vivido otras campañas políticas muy virulentas, en 1989, por ejemplo, cuando más de un tercio de los ciudadanos votaron a favor de la abolición del ejército, o en 1992, cuando rechazaron por escasos votos el ingreso en el Espacio Económico Europeo (EEE). Y entonces no existían la web ni los móviles.

“Para el EEE, más del 10% de los suizos que votaron habían participado físicamente en un acto de campaña”, recuerda Lukas Golder. “Un récord sin igualar hasta la fecha, que hizo que la movilización fuera muy visible en la calle. Al mismo tiempo, el medio de masa por excelencia entonces era la televisión. Hoy, sigue muy presente, pero pierde lentamente importancia”.

Y las redes sociales toman el relevo como un nuevo medio de masa que, paradójicamente, es muy individualista, ya que cada uno puede encerrarse en su ‘burbuja’ de información, donde se centrará en los contenidos que le interesan y leerá únicamente las opiniones de gente que piensa como él, afirma el politólogo.

No demasiado rápido

En este contexto del ‘todo en internet’, el nacimiento de wecollect es una evolución lógica. Daniel Graf, su fundador, fue secretario de los Verdes en Zúrich, portavoz de Amnistía Internacional y hoy está volcado en la campaña a favor de la renta básica incondicional. Con su plataforma, Graf pretende constituir un poder de impacto “rápido, eficaz y viral”, y para ello cuenta con los ficheros de los partidos de izquierda y de algunas ONG. “El que puede contar con una comunidad comprometida a la que puede activar mediante un correo electrónico tiene un auténtico tesoro”, declaraba Graf recientemente a la prensa dominical.

Internet reduce los costes

“Nadie se atreve a hablar de lo que cuesta una iniciativa popular”, lamenta Lukas Golder. Es espinoso revelar que el primer texto para el que se recolectan firmas en internet es justamente la iniciativa socialista sobre la transparencia, en el único país europeo que carece de normas en materia de financiación de partidos y campañas.

Si la recolección de firmas suele ser habitualmente tarea de los militantes dispuestos a consagrar su tiempo a la causa, se sabe que existen también cazadores de firmas mercenarios, remunerados por unidad. Pero hay todo el trabajo previo y posterior, desde la impresión de los folios hasta la entrega de las firmas en la Cancillería Federal. Por experiencia, el politólogo estima que reunir (en 18 meses) las 100 000 firmas necesarias para una iniciativa puede costar entre 500 000 y un millón de francos. La recolección de 100 000 firmas costará como mucho 85 000 francos. Pero hay costes adicionales. Daniel Graf está convencido de que con el tiempo una firma costará menos de un franco.

A primera vista, este desarrollo parece positivo para la democracia directa. Al facilitar el acceso a estos instrumentos, internet puede hacerla más dinámica y viva. Pero hay riesgos, que Lukas Golder sitúa en el contexto más amplio de la aceleración de los procesos políticos.

“Venimos observando esta evolución desde los años en los que la televisión era todopoderosa. Cuanto más rápidos se vuelven los medios, más rápido tiene que reaccionar la clase política”, anota el politólogo. “Ahora bien, por norma general, la política en Suiza no tiene una capacidad de reacción rápida, sino que tiende a buscar un compromiso que puede tardar años”.

“Y con una herramienta como wecollect, entramos en una nueva dimensión”, prosigue Lukas Golder. “Porque si resulta muy fácil y poco costoso reunir firmas, observaremos una nueva aceleración, con el riesgo de que se presenten temas insignificantes o textos demasiado minuciosos sobre los que uno no ha tenido tiempo de pensar en todas las eventualidades”. Sin contar que un número excesivo de iniciativas terminarían por convertir la política en ilegible, tanto para los ciudadanos como para los medios, cuyo papel fundamental sigue siendo, precisamente, explicar y poner en perspectiva.

Sea como fuere, la experiencia se halla en sus inicios y Lukas Golder está ansioso por saber cómo evoluciona.

“En primer lugar, es un medio para incrementar el interés en la política. Y con el sistema de milicia que tenemos, sobre todo a escala de las comunas [municipios], que es el más próximo al ciudadano, será una evolución muy importante para nuestro país”.

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Traducción del francés: Belén Couceiro

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