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“¿Crimea, luego Ucrania oriental y, finalmente Kiev?”

El referendum sobre Crimea es considerado ilegal por Kiev y el Occidente. Keystone

La votación sobre la anexión de la península del Mar Negro a Rusia no permite prever nada bueno, estiman los principales comentaristas de la prensa suiza. Coinciden en que se trata de la peor crisis desde el final de la Guerra Fría y la era soviética.

“Un espacio aéreo abierto solo para vuelos desde y hacia Moscú, carreteras controladas por militares rusos, boletas de votaciones sin ninguna alternativa: ni siquiera Hitler fue tan audaz cuando, en 1938, anexó a los austriacos al  Imperio Alemán”, comenta el Aargauer Zeitung. El cotidiano de Argovia denuncia “una comedia de lubricación democrática, una anexión disfrazada de ejercicio democrático de la península del Mar Negro por parte de Rusia”.

El Bund y el Tages-Anzeiger se preguntan  por qué “la televisión rusa ha insuflado las brasas nacionalistas tan vigorosamente cuando Putin no tenía necesidad de esa propaganda. Una abrumadora mayoría de la población rusa consideraba la intervención en Crimea como justificada, como una defensa contra una agresión occidental, como una protección contra el caos y la anarquía, como el rescate de un pueblo hermano. Y Putin puede ahora celebrar su triunfo”.

La máquina del tiempo está en marcha. Es hora de la “rectificación” de los azares de la Historia en el margen de una Rusia nuevamente ‘Grande’ y protectora”, escribe La Liberté. Revela que “incluso la precipitación con la que Vladimir Putin acaba de completar su adquisición de la península de Crimea es una verdadera ruptura. Pone fin a la utopía de una convergencia de intereses entre Este y Oeste, nacida de las ruinas del Muro de Berlín y la implosión de la URSS en 1991”.

“Después de Crimea, ¿quién sigue?”

“Después de Crimea, ¿quién sigue?”, se pregunta el Basler Zeitung. “El Kremlin asegura que quiere proteger a los rusos de la península contra los brutales hordas derechistas de Kiev y de Ucrania occidental. ¿Por qué entonces una anexión tan rápida? ¿Y por qué no en las regiones ucranias vecinas, como Kherson u Odessa, en las que los rusos se enfrentan a muchos más “ucranios de extrema derecha latentes” que en Crimea, en donde no ha habido desbordamientos. De manera contraria, durante los sangrientos enfrentamientos en las ciudades de Donetsk y Kharkov, en la Ucrania Oriental, los manifestantes pro rusos o rusos agredieron a sus oponentes ucranios. Crimea es quizás solamente un comienzo”.

 

La Liberté también se interroga sobre “el día después”: “Los países occidentales están limitados a leer en los posos del café cuál será la próxima mano del póker “reunificador” de los rusohablantes separados de la madre patria. ¿Ucrania Oriental, Kazajstán, Letonia? Pero por encima de todo: ¿qué respuesta oponerle más allá de las sanciones de circunstancia?

Para el periódico de Friburgo Putin ha abierto una caja de Pandora: el juego de las relaciones basadas en la confianza y el derecho internacional, antes o después, Putin pagará el precio. Falta saber en qué forma”.

Un 96 por ciento de los votantes en la región ucraniana de Crimea respaldaron la unión con Rusia en un referendo, dijeron los líderes crimeos apoyados por Moscú, en una votación que las potencias occidentales han calificado como ilegal y han dicho que conllevará sanciones inmediatas.

Fuente: Reuters

“El fantasma de la Guerra Fría”

“Las protestas y la amenaza de represalias económicas blandidas por Occidente reaniman el fantasma de una “nueva Guerra Fría”, reconoce La Regione Ticino. Pero el diario en lengua italiana es realista “el ataque permanecerá impune. Después de todo, negocios son negocios”.

 

Le Temps manifiesta su preocupación por la falta de perspectivas. “En esta región, donde se entremezclan más que en otros lugares afiliaciones históricas, nostalgias, sueños y cálculos políticos contradictorios, nadie puede aterrizar con un paquete de primeros auxilios para aplicarlo tal cual sobre la herida. Los objetivos finales de Vladimir Putin siguen siendo un misterio. En ese juego, lo sabemos bien ahora, el campo occidental tiene pocos activos para hacer valer”.

Para evitar lo peor, el Corriere del Ticino estima que “es esencial que la diplomacia occidental muestre claramente a Putin la línea roja a no sobrepasar, utilizando la táctica del palo, las sanciones, y la zanahoria, en la medida en la que habrá que dar algo a Moscú”.

El Bund y el Tages-Anzeiger asientan que la crisis también deja huellas en Rusia. “Las relaciones con Estados Unidos y la UE han sido estremecidas como nunca desde la Guerra Fría”.

Margen limitado de acción para Occidente

La Tribune de Genève y 24 Heures advierten también que “el divorcio está consumado entre Rusia y Occidente”, pero que este último no dispone de un amplio margen de maniobra. “Moscú ya no busca ser un socio constructivo en Ucrania, Siria o Irán. Pero la energía de Europa difícilmente puede depender de este punto de vista tan desafiante. Ahora, todo los distancia, la Unión Europea debe decidir sancionar a los responsables rusos, pero golpear a la cabeza del Estado para dejar la puerta abierta al diálogo con Moscú”.

Traducción del francés, Marcela Águila Rubín

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