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Colección de arte Gurlitt: una papa caliente

La pintura ‘Dos Jinetes en la Playa’, de Max Liebermann, concierne una de las dos recomendaciones de restitución hechas hasta ahora por el grupo de trabajo alemán que investiga la procedencia de la colección Gurlitt. Courtesy of private source

Desde la Segunda Guerra Mundial, ningún acontecimiento puso tan de relieve el saqueo nazi de obras de arte como el descubrimiento en febrero de 2012 de 1 240 pinturas presuntamente destruidas durante los bombardeos. Todas las miradas se vuelven al museo suizo que las ha heredado.

Estaba previsto que el 26 de noviembre, el museo de Berna anunciara su decisión de aceptar o no el legado; sin embargo, se informó luego que el anuncio se produciría dos días antes y fuera de Suiza. Hay versiones de que Berna aceptará la colección, pero que la dejará en Alemania para permitir que las investigaciones sobre su procedencia sean concluidas y tengan lugar las eventuales reclamaciones.   

El tesoro fue reunido por Hildebrand Gurlitt, un comerciante de arte que operaba para los nazis y se mantenía aislado en un apartamento de Múnich propiedad de su hijo, Cornelio Gurlitt, quien falleció sin dejar descendientes.

En un desaire para el país que se había apoderado de su colección, descubierta accidentalmente durante una incursión policial a su casa por razones fiscales, Cornelio designó al Museo de Bellas Artes de Berna su heredero universal. Gurlitt actuó en total legalidad porque la ley alemana, con un límite de 30 años, puso su colección a salvo de los demandantes. O, al menos, es lo que pensó.

El número exacto de las obras de arte encontradas en los hogares de Gurlitt en Alemania y posteriormente en Austria, nunca ha sido confirmado oficialmente y varía entre 1 240 y 1 650 piezas. Tampoco ha habido ninguna información sobre los marcos vacíos que corresponderían a obras vendidas a lo largo de los años por Gurlitt, con la silenciosa complicidad de los mercaderes de arte.

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Al interior de la Colección Gurlitt

Este contenido fue publicado en Las obras fueron halladas en 2012 en el apartamento de Cornelius Gurlitt en Múnich. Los materiales gráficos habían sido apilados del piso al techo, detrás de envolturas de alimentos y latas vacías. Más de 200 de esas pinturas, de un valor inestimable, eran objeto de órdenes internacionales de búsqueda desde hacía tiempo. (Fotos: AFP/Staatsanwaltschaft Augsburg)

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Un embrollo legal

Si el museo Berna aceptara el legado, quedaría vinculado a los Principios de WashingtonEnlace externo sobre el arte confiscado por los nazis, un código de ética firmado por 44 países en 1998, incluida Suiza, que exige la restitución de las obras.

Según un informe publicado recientemente por la Conferencia de Reclamaciones Materiales Judías contra AlemaniaEnlace externo y la Organización Mundial para la Restitución JudíaEnlace externo, dos terceras partes de los países han hecho poco o ningún avance en identificar y devolver las obras de arte compradas o confiscadas a judíos durante los años 1930 y 1940.

Ahora, con el alto perfil del caso Gurlitt, existe la esperanza de que sean establecidos procedimientos de restitución que tengan que seguir aun los países más renuentes, como Italia, Rusia, Polonia, España, Hungría y Argentina.

Mientras tanto, la junta directiva del museo de Berna revisa las ramificaciones legales que podrían desencadenar reclamaciones de los herederos de familias judías establecidas en países con leyes diferentes a las de Alemania.

El Museo de Bellas Artes también debe sopesar las implicaciones morales de la aceptación de una colección cuya tercera parte ha sido identificada como confiscada a sus legítimos propietarios. La lista fue publicada en Internet por la base de datos sobre Arte Alemán Perdido bajo Múnich TroveEnlace externo (también conocido como Schwabing Trove, un suburbio de Múnich, donde vivió Gurlitt).

Sin embargo, se sabe muy poco sobre los dos tercios restantes. Las autoridades alemanas, que mantuvieron el descubrimiento de 2012 en secreto, han sido acusadas de ocultamiento y obstrucción por un ejército de reclamantes potenciales, muchos de los cuales han llegado a la vejez y están, naturalmente, impacientes. El Grupo de Trabajo de Arte Schwabing fue finalmente establecido en enero de 2014, pero aún tiene que entregar sus informes.

La negociación de un acuerdo con Alemania

El abogado del caso, el estadounidense Nicholas O’Donnell, especializado en reclamos de restitución de objetos expoliados en tiempos de guerra, y autor del Informe sobre Leyes del Arte,Enlace externo ha seguido el asunto de cerca. Considera que el museo de Berna aceptará el regalo, pero es probable que solicite algún tipo de indemnización por parte de Alemania para hacer frente a los costos de la recepción o de la restitución.

Inquirido sobre si el museo de Berna, como fundación privada, sería libre de vender obras de la colección para cubrir sus costos, O’Donnell respondió: “Nadie va a comprar arte sin una procedencia concluyente”.

“Hasta mediados de los años 90, una obra marcada ‘De una colección privada, París, 1942’ no habría planteado problemas, pero con los Principios de Washington, eso se convierte en una señal de alerta’, dijo.

Berna y Alemania estarían negociando  diversos aspectos para concluir un acuerdo antes del 24 de noviembre. “Es cuestión de tiempo para que las cosas se muevan”, agregó. 

Una solución elegante

Al igual que muchos otros profesionales en materia de museos, Bernhard Fibicher, director del Museo de Bellas Artes de Lausana, pensó primero que, por razones éticas, él se negaría a aceptar una colección contaminada, pero ha cambiado de opinión.

Explicó que si Berna rechazara el legado, existiría la posibilidad de que las obras de arte se enredaran en interminables procedimientos de legalización, que podrían concluir con la identificación de parientes lejanos de Gurlitt como herederos legítimos, por lo menos de una parte de la colección.

Miembros de la familia Gurlitt, algunos de los cuales son también judíos, han señalado que devolverían las obras de arte a sus legítimos dueños si Berna declinara aceptar la colección. No fue especificado lo que sucedería con las piezas no reclamadas.

De acuerdo con Fibicher, el museo de Berna debe aceptar el legado y dejarlo en Alemania hasta que se resuelvan todas las cuestiones de procedencia. “Eso sería una solución elegante”, calificó.

Sin embargo, existe un riesgo que lo inquieta, el hecho de que la colección se convierta en un espectáculo ambulante prestado a otros museos que atraigan a multitudes con fines de taquilla.

Irónicamente, se dice que la calidad de la colección Gurlitt ha sido enormemente exagerada. Y las pocas “obras maestras” que contiene probablemente serán las primeras en ser exitosamente reclamadas.

Una oportunidad para Suiza

‘Mujer sentada’, de Henri Matisse. Keystone

Una de esas piezas es una pintura de Matisse, considerada una de los mejores de la colección. El abogado de los herederos de Rosenberg, y fundador y director de Recuperación Internacional de ArteEnlace externo, Christopher Marinello inmediatamente se puso en acción, junto con su equipo, para recuperar la pintura cuando se dio a conocer su existencia.

Según Marinello, el legado Gurlitt es una gran oportunidad para que una institución suiza tome la iniciativa y compense las deficiencias de Alemania en este caso.

Se pronuncia por que “el Museo de Bellas Artes acepte el legado Gurlitt y resuelva los asuntos sobre las obras saqueadas por los nazis en conformidad con los Principios de Washington”.

Romper el silencio y el secreto

El punto de vista de Marinello es compartido por Anne Webber, cofundadora de la Comisión de Arte Saqueado en Europa (CLAE) que mantiene un sitio webEnlace externo sobre información de las piezas de arte saqueadas por los nazis. La otrora productora de cine es reconocida también como una formidable defensora en casos de restitución.

“Con la propiedad, viene la responsabilidad. Si Berna acepta la colección Gurlitt, es esencial que todas las investigaciones continúen con una mayor transparencia”, dijo.

Considera el posible legado a Berna como una oportunidad para romper el silencio y el secreto que se mantiene en Alemania.

“La identidad de los investigadores del grupo de trabajo alemán no ha sido revelada”.

Llenar los marcos vacíos

Para Webber, la investigación debe ir más allá de las obras que se encontraron en posesión de Gurlitt. “Las piezas que fueron vendidas por su padre también deben ser rastreadas e identificadas”.

Cornelius Gurlitt. Dukas/Actionpress

Cornelio Gurlitt, que no declaró la fuente de sus ingresos, es conocido por haber vendido diversas obras de arte, al igual que su madre y su hermana, después de la muerte de Hildebrand en un accidente automovilístico en 1956.

Webber cita a Alfred Weidinger, director adjunto del Museo Belvedere en Austria: “El hecho de que esa colección existiera no era un secreto. Todos los mercaderes de arte del sur de Alemania lo sabían – y sabían lo grande que era”.

Aún debe esclarecerse la complicidad del mercado del arte con el clan Gurlitt. “Pedimos una profunda investigación e invitamos a los comerciantes que disponen de tales obras, incluidos los museos, a presentarse”, explicó Webber.

Reiteró que la transferencia a Suiza de la colección “podría establecer un modelo para la investigación de la procedencia y diseñar un formato para soluciones justas y equitativas”.

“El Museo de Bellas Artes podría contribuir a la transparencia que las familias, tan injustamente tratadas, necesitan desesperadamente”, subrayó. 

El grupo de trabajo

Un grupo de trabajoEnlace externo fue establecido por el gobierno federal alemán y el gobierno del Estado Libre de Baviera en enero de 2014, pero con un mandato ambiguo, ya que establece la investigación de procedencias, pero también asiste a la oficina pública del fiscal y a las cortes alemanas “con la investigación necesaria, para aclarar  el origen y las circunstancias … de las obras de arte encontradas en la casa del Sr. Gurlitt”.

Ha hecho solamente dos recomendaciones de restitución hasta la fecha, entre ellas la de la pintura ‘Dos Jinetes en la Playa’Enlace externo, de Max Liebermann, que en una acción  sorprendente fue rechazada por el propio Estado alemán y ‘Mujer sentada’ de Henri Matisse, negociada actualmente con los descendientes del comerciante de arte Paul Rosenberg, incluida la conocida periodista francesa Anne Sinclair.

swissinfo.ch preguntó al Grupo de Trabajo Schwabing Arte si su mandato se ampliaba a la búsqueda e identificación de posibles propietarios y continuaría  independientemente de la decisión de Berna.

“Lo lamentamos pero por ahora el doctor Berggreen (responsable del grupo) no está en disposición de  responder a sus preguntas”, anotó por escrito.

Bases de datos de obras de arte saqueadas por los nazis

La investigación sobre la procedencia se apoya en bases de datos. El portal de investigación internacional sobre los registros relacionados con la propiedad cultural en la época nazi, tiene sede en Washington y fue creado en 2011 con el objetivo de reunir toda la información disponible. Incluye:

El registro central de obras de arte saqueadas.

Grupo de recuperación de arte Internacional, que propone también el reconocimiento visual de alta tecnología de trabajos de arte.

Base de datos alemana de objetos de arte perdidos, que incluye la colección Gurlitt. Y todas las bases nacionales de datos sobre obras de arte saqueadas, incluida la suiza.

Opinión psiquiátrica

Uta Werner, una prima de Cornelius Gurlitt, obtuvo la opinión de un psiquiatra en el sentido de que el coleccionista de arte no estaba en su sano juicio cuando muy cerca del final de su vida, nombró al Museo de Bellas Artes de Berna como  heredero exclusivo.

El médico legal y psiquiatra, Halmut Hausner, nunca se reunió con Gurlitt y basó su diagnóstico de ‘Trastorno esquizoide de personalidad’ en documentos y conversaciones con gente que lo conoció.

El primo político del coleccionista, Wolfgang Seybold, dijo que por el momento los parientes no se oponen oficialmente a la voluntad del testador, pero que no han excluido esa posibilidad.

Traducida del inglés por Marcela Águila Rubín

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