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El tabaco suizo, cultivo en eterna prórroga

Amenazados desde hace tiempo, pero siempre presentes: los cultivos de tabaco en Suiza. swissinfo.ch

En Suiza se siembra tabaco. No obstante, el número de productores disminuye a tal grado que se cuestiona la prevalencia de esta cultura multisecular.

Los primeros campos de tabaco aparecieron en la región de Basilea alrededor de 1680. Actualmente, el tabaco se cultiva en Ajoie (noroeste), en la Suiza oriental, en las regiones de Lucerna y Argovia, pero sobre todo en la planicie que recorre el río Broye, donde se concentra alrededor del 80% de la producción.

Actividad intensa

En esta zona alrededor del Broye, entre los cantones de Vaud y de Friburgo, el tabaco cubre numerosos campos. Abundan también los grandes hangares que sirven para secar las largas hojas de esta planta, coronada de flores.

En verano, la actividad es más intensa: se recolectan las hojas y se suspenden cuidadosamente en los hangares. Gran parte de la tarea se hace a mano, por lo que se requiere una fuerza de trabajo numerosa. 

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Tabaco de fabricación suiza

Este contenido fue publicado en El tabaco cultivado en suelo helvético representa menos del 5% de la materia prima que utiliza la industria del sector en Suiza. En términos exclusivamente agrícolas, el tabaco es un producto marginal. Pero las explotaciones que existen son fieles a la producción tradicional. En Suiza, se cultivan dos tipos de tabaco: el Burley, secado al…

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Pero el trabajo no termina allí. En primavera, hay que ocuparse de las plantaciones y en otoño, a la selección de las hojas. “El trabajo del tabaco es absorbente. Solo de diciembre a marzo uno puede dedicarse a otra cosa, además de la explotación tabacalera”, explica Jean-Jacques Läderach, productor de Domdidier.

Cada vez menos productores

El trajín en los campos puede ser un poco engañoso y hacer pensar que la producción tabacalera en Suiza continúa sin cambios. No obstante, el número de cultivadores parece fundirse como la nieve al sol.

El sector conoció su apogeo a finales de la Segunda Guerra Mundial, con más de 6 000 cultivadores que sembraban tabaco en una superficie de 1 450 hectáreas. “De hecho, Suiza era el único país de Europa que no racionalizó el tabaco durante ese periodo. La superficie consagrada a su cultivo casi se duplicó entonces”, señala la página web de SwissTabacEnlace externo, la Federación de asociaciones suizas de cultivadores de tabaco. 

Después, el rubro comenzó a perder importancia. Esta erosión continuó a inicios del siglo XXI. Hoy quedan 198 tabacaleros, que ocupan una superficie de 468 hectáreas. 

En Domdidier, este descenso de la siembra tabacalera es impactante. “Soy el último en cultivar tabaco, de unos 110 productores que había aquí”, recuerda Jean-Jacques Läderach. Hace 50 o 60 años, las mujeres no tenían la oportunidad de trabajar fuera de casa. La gente poseía un pedazo de tierra y era el trabajo de la mujer cultivar un poco de tabaco. Esto generaba un poco de dinero a finales de año”.

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Ideal para las pequeñas explotaciones

La producción de tabaco permitió subsistir a las pequeñas explotaciones agrícolas familiares. “Este cultivo posibilita un aporte lo suficientemente interesante en una superficie relativamente pequeña. Con relación al trigo, el tabaco proporciona una cifra de negocios diez veces mayor por hectárea. No obstante, demanda también diez veces más trabajo”, explica Francis Egger, secretario de SwissTabac.

Esto permite acrecentar los ingresos a las explotaciones que no tienen posibilidades de ampliarse.

Análisis que corrobora la experiencia de Jean-Jacques Läderach, que antes cultivaba la hoja de tabaco junto con su padre y su hijo:

“Nos lanzamos a la producción en 1974, porque no teníamos una superficie lo suficientemente grande para encontrar un segundo ingreso mejor. Solo con cereales, en lugar de tabaco, no habríamos tenido ni el suficiente trabajo ni el ingreso necesario para dos familias con una sola área de cultivo”.

Pero con la reducción constante del número de cultivos de tabaco – 54 000 en 2014, es decir, 2,1% menos que en 2013, según datos de la Oficina Federal de Estadística – las tierras agrícolas disponibles aumentaron para otro tipo de cultivos; y de golpe, la siembra del tabaco se hizo menos indispensable.

En opinión de Francis Egger, la evolución de la sociedad explica también este declive. “Ahora es más difícil que haya familias campesinas que puedan alojar y alimentar a una decena de personas durante el periodo de colecta. A veces resulta más sencillo que el cónyuge tenga un ingreso adicional fuera de la agricultura”.

¿Refugiados en los campos?

Los productores deben contratar personal suplementario durante la cosecha en julio y agosto. Se trata, generalmente, de adolescentes en busca de un ingreso en el verano y de extranjeros de Polonia y Rumanía que vienen a Suiza exclusivamente a trabajar en el campo.

A pesar de un salario modesto para los estándares suizos – unos diez francos por hora – los interesados en esta labor no faltan.

“Uno encuentra fácilmente mano de obra”, confirma Jean-Jacques Läderach. Actualmente contratamos sobre todo a polacos. Para ellos, el cambio de moneda es muy interesante y ganan en algunas semanas lo que no ganarían en varios meses en Polonia.

El respaldo ciudadano, el 9 de febrero de 2014, a la iniciativa popular ‘Contra la inmigración masiva’ preocupa a los productores, aunque, en principio, los contratos de trabajo de una duración inferior a tres meses no deberían resultar concernidos por las nuevas disposiciones para reducir la inmigración.

Incluso si el flujo de trabajadores europeos debiera terminar, otras opciones son posibles. La Unión Campesina Suiza (UCS) impulsa desde la primavera pasada un proyecto piloto de tres años para emplear a los refugiados en la agricultura.

El primer balance es “positivo”, indicó Jacques Bourgeois, director de la UCS, al dominical ‘Le Matin Dimanche’, del 9 de agosto. 

Las hojas, en la imagen, de tipo Burley, deben secarse. swissinfo.ch

Ante esta situación, la ayuda de la industria de cigarros es indispensable. Los tres gigantes mundiales – Philip Morris, British American Tobacco y JT International – poseen fábricas en Suiza y respaldan la producción indígena, incluso si solo representa poco menos del 4% del consumo de tabaco en Suiza.

“Queda claro que con los costos de mano de obra y de estructura en Suiza no se puede competir con el precio mundial. La diferencia entre el precio de producción helvético y el precio mundial se compensa por un fondo”, explica Francis Egger.

La Sociedad Cooperativa para la Compra de tabaco indígena (SOTA) retiene 0,13 centavos por cigarrillo vendido en Suiza para apoyar la producción local.

Para subsistir, los productores deben ponerse de acuerdo con los fabricantes. A finales de 2014, firmaron un convenio, vigente de 2015 a 2019. De este modo, la Sociedad Cooperativa para la Compra de tabaco indígena (SOTA) retiene 0,13 centavos por cigarrillo vendido en Suiza para apoyar la producción local. Es decir, el futuro está asegurado para el próximo quinquenio. ¿Y después?

“Uno puede preguntarse si efectivamente habrá aún productores de tabaco en Suiza dentro de 10 años. Pero creemos en el futuro, pues tenemos buenos profesionales y buenas prácticas agrícolas”, declara Francis Egger. “De todos modos, hace más de 20 años que se anunciaba el fin de la producción de tabaco en Suiza, y esta previsión no se ha cumplido”.

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