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En la Pachamama, saber ancestral y modernidad

Campesinas (os), junto a la ingeniera agrónoma, Sonia Laura (centro), al término de una buena cosecha de papa. PROSUCO

En plena era del satélite y las tecnologías de punta al servicio de la agricultura y la prevención de desastres naturales, la cosmovisión andina recobra el papel del ‘Yapuchiri’ cuyos pronósticos del tiempo determinan cuándo, cómo, y qué conviene sembrar y/o dado el caso, tomar medidas de precaución levantando taludes, gaviones y otros.

Esos conocimientos ancestrales de predicción basados en la observación de los comportamientos de los animales y de las plantas, así como del curso de lo vientos y de la Cruz del Sur forman parte de las estrategias aplicadas  desde 2005 por los programas Reducción del Riesgo de Desastres (RRD) y Adaptación al Cambio Climático (ACC) de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, COSUDE. 

“Si los lequeleques (patos silvestres) ponen sus huevos fuera de la zona lacustre, quiere decir que será un año muy lluvioso, y si esos huevos presentan ciertas manchas de color café habrá helada a fines de septiembre o principios de enero. Por otra parte, si el kirikiri (parecido al picaflor) hace nido 30 cm encima de la totora (que crece en el Lago) será un año lluvioso y recomendamos sembrar en zonas altas”, explica a swissinfo.ch Francisco Condori Alanoca, yapuchiri del municipio de Batallas, próximo al Lago Titicaca.

La comunidad andina celebra en agosto el mes de la Pachamama (Madre Tierra) con diversos rituales de agradecimiento y solicitudes, pero la labor de observación de los yapuchiris comienza el 19 de marzo, precisa Condori al tiempo de señalar que “hemos vuelto a investigar esos saberes antiguos después de la tremenda sequía y helada del 2004”.

La Cosmovisión Andina está integrada por las deidades (wakas), entre ellas la Pachamama, la naturaleza (sallqa) y los humanos (runas en idioma quechua). El ser humano tiene la responsabilidad de velar por el  equilibrio entre los tres componentes de la comunidad (ayllu) empleando los principios de complementariedad y reciprocidad. No se puede pedir sin dar nada a cambio.

El 1 de agosto comienza el mes de la Pachamama (Madre Tierra). Los yapuchiris (meteorólogos andinos)  rinden tributo a sus deidades con rituales de incienso y otros elementos en sitios específicamente señalados para ello. Los amautas (sabios) hacen las rogativas cuando hay sequía.

“No es folclórico, sino técnico”

Ellos manejan muy bien los pronósticos basados en la observación de los bio-indicadores, y ya antiguamente gestionaban la temporalidad y el espacio para saber que en un año lluvioso debían sembrar en laderas y en época de sequía, en lugares muy húmedos, precisa la ingeniera agrónoma Sonia Laura, técnico de la ONG Prosuko, respaldada por COSUDE.

Partiendo de esa premisa “trabajamos con ellos en la prevención a través del pronóstico y de la mitigación con la respuesta oportuna” cuando se producen inundaciones, sequía, heladas o granizadas que suelen afectar parcial o totalmente sus sembradíos de subsistencia (papa, quinua, maíz, etc.).

A juicio de la experta, no se trata de un conocimiento folclórico, sino técnico “porque al vaticinar si va a llover o no según los nidos o los huevos de los pajarillos ve el comportamiento  de las masas de aire a lo largo del globo terráqueo o la posición de la cruz del sur. Hay un conocimiento muy válido y certero”.

Esta convicción permite elaborar estrategias agroecológicas con fundamento en la sostenibilidad de los recursos naturales, empleando abonos foliares, caldos minerales y otros orgánicos que eviten la producción convencional usando químicos.

Hay que “aprender a gestionar los riesgos y dar mayor seguridad ante la eventualidad de desastres naturales”, sostiene Philp Puyo, director residente adjunto de la Ayuda Humanitaria de COSUDE  en Bolivia, país que entre 2012 y 2013 ha sufrido sequía, helada y granizada. Las pérdidas agropecuarias afectan a unas 30.000 familias.

La cooperación helvética se sumó al Viceministerio de Defensa Civil y el Programa Mundial de Alimentos para atender a los damnificados con un plan de emergencia. Esas instituciones y la Unidad de Contingencia Rural están empeñadas en el diseño de un Atlas Agropecuario.

Por su ubicación geográfica en el subcontinente y su variedad de regiones climáticas (altiplano, valle, trópico de la Amazonía), Bolivia es vulnerable a los caprichos climáticos provocados, entre otros, por los fenómenos del Niño y la Niña. Inundaciones, sequías, sismicidad, heladas, incendios y deslizamientos son las amenazas.

La Ayuda Humanitaria de COSUDE  contribuye con una buena parte de su presupuesto de 10 millones de francos a los programas de Reducción del Riesgo de Desastres (RRD) y Adaptación al Cambio Climático (ACC).

Ese apoyo no se limita a la reunión de técnicas locales y conocimientos científicos, sino que también asigna, desde hace cuatro años, una suma para apoyar un fondo que permita impulsar el seguro agrario para que “este seguro les permita encarar una nueva producción cuando los campesinos pierden sus cultivos por sequía, granizada, helada o inundaciones”, aboga Puyo.

COSUDE respalda al proyecto Prosuco con 700.000 dólares destinados al periodo 2011-2014.

Aporte técnico a la labor de los yapuchiris

Uno de los instrumentos con el que se ha apoyado la recuperación y el fortalecimiento de esos conocimientos es el Pachagrama, una planilla elaborada para que registren el comportamiento del tiempo en varios meses y luego comparen y establezcan el índice de coincidencia con sus predicciones. Importante, si consideramos que muchas comunidades tienen acceso a la televisión y, por ende, a los pronósticos del tiempo.

Ese paso en proyectos como el de Prosuco ha ido permitiendo articular los saberes andinos con los conocimientos de punta convencionales: manejos técnicos, de GPS y hasta de un micro seguro agrícola en consonancia con la labor de los yapuchiris.

Los yapuchiris se han posesionado ahora como una organización de punta que no solo maneja el conocimiento ancestral, sino que logra articularlo con el de la tecnología: pluviómetros, termómetros peachímetros.

“Nuestro rol es el facilitar información técnica que permita hacer innovaciones, investigaciones que no tengan siempre un carácter científico, sino más bien adaptativo, porque el hecho de haber salido de una universidad no se compara con el vivir y tener la experiencia de producir y hacer esfuerzos para combatir las heladas, las inundaciones”, recalca Sonia Laura.

En ese afán se recuperan también sistemas de cultivo y riego como el de SukaKollus: plataformas del suelo artificialmente elevadas cuya red de canales regula la temperatura y la humedad de la tierra drenando cuando llueve demasiado y acumulando agua para responder en sequía.

Este procedimiento, denominado también de camellones es cada vez más empleado en zonas bajas del país, donde las inundaciones y desprendimientos de tierra suelen ser frecuentes.

Los saberes ancestrales dan prueba de coherencia al ser incorporados en los proyectos de cooperación al desarrollo con tecnologías de punta.

Superficie: 1.098.580 km2

Población: 10.088.000 habitantes

Índice de crecimiento demográfico: (desde 1990)    1.6%

Esperanza de vida al nacer: mujeres/hombres  68.9/64.4 años

Índice de analfabetismo mujeres/hombres  13.2/4.2 %

Producto Interno Bruto (PIB)   2.374 dólares

(Fuente: Banco Mundial)

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