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La estrategia suiza contra la pobreza, contradictoria

La próxima ronda global de lucha contra la pobreza se focaliza en el desarrollo sostenible. Keystone

La contribución que hará Suiza a la reducción global de la pobreza es una mezcla entre democracia directa, aportaciones económicas y la necesidad de atender los propios pendientes que tiene en casa.

Durante los últimos tres años, la gente participó y ayudó a definir cuál será la contribución suiza a la nueva ronda de esfuerzos dirigidos por las Naciones Unidas para abatir la pobreza del mundo a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

La ONU ha definido 17 nuevos objetivos no vinculantes que habrán de materializarse a través del cumplimiento de 169 metas específicas en temas que van desde el combate a la pobreza hasta la protección medioambiental.

Este otoño, Berna fue sede de una audiencia que convocó a más de 100 participantes y marcó oficialmente el fin de tres años de trabajo destinado a delimitar la posición de Suiza en los ODS, resume Michael Gerber, enviado especial de Suiza para temas de Desarrollo Sostenible Global y uno de los responsables del proceso.

Suiza decidió concentrar su atención en temas como la seguridad del agua, la salud, la paz sostenible, la construcción de sociedades inclusivas, la igualdad de género, los derechos de las mujeres y el empoderamiento de niños y mujeres.

También tiene un gran interés en colaborar en la solución de problemas como la migración y el desarrollo, la reducción de los riesgos de desastre o la producción y el consumo sostenibles.

“Con cada evento que organizamos fuimos reuniendo cada vez más gente interesada en hacer oír su voz, en expresar sus opiniones, e intentamos integrar todo lo que nos dijeron”, dice Gerber a swissinfo.ch y considera que esta actitud “muestra el alto compromiso que tienen los suizos”.

Preocupaciones helvéticas

Para los suizos, objetivos tales como el estado de derecho y el acceso al agua potable son particularmente relevantes porque sin ellos es imposible construir un mundo con paz y justicia.

“Tenemos un programa muy ambicioso y debemos hacer nuestro mejor esfuerzo para cumplirlo. Es claro que no estamos en condiciones de decir: ‘Ya no habrá más guerra en el mundo o se terminará la pobreza’, pero al menos debemos intentar ir tan lejos como podamos”, afirma Gerber.

Deja claro que no solo es cuestión de aportar fondos o de apoyar a las economías emergentes. Suiza también debe mejorar los problemas de casa para que pueda hablar de un cumplimiento cabal de las metas que el mundo se fijó para el año 2030, especialmente en renglones como el mejoramiento del nivel de vida de algunos de sus propios ciudadanos.

“Todos los objetivos fijados aplican también en Suiza, y podemos decir que en algunos casos aún estamos lejos de la meta. Si observamos el índice de pobreza nacional veremos que aún hay mucho por hacer en nuestro país”, dice Gerber.

Aunque Suiza es uno de los países más ricos del mundo, con un PIB por habitante de 81.545 francos suizos anuales –uno de los más altos a nivel internacional-, según el Banco Mundial, aún existe 7,7% de la población – uno de cada 13 habitantes – que vive en algún grado de pobreza.

En Suiza, la Oficina Federal de Estadística considera como pobre a toda persona que percibe menos de 2 200 francos al mes, o menos de 4 050 francos cuando se trata de una pareja con dos hijos.

Quizás estas son cifras adecuadas para muchos europeos, pero en Suiza el seguro médico privado obligatorio, la vivienda y otros altos costos de la vida ponen una inmensa presión financiera, particularmente sobre las familias monoparentales, los trabajadores no calificados y los adultos que viven solos ya que el alquiler siempre es caro.

Gran escepticismo

Una de las conclusiones de la audiencia suiza es que los elementos que deben conjugarse para un abatimiento eficaz de la pobreza en el mundo se resumen en las llamadas cinco “P” (por sus términos en inglés): Gente, prosperidad, planeta, paz y colaboración.

Pero muchas organizaciones no gubernamentales se dicen escépticas con respecto a la capacidad que tendrá Suiza para responder a los nuevos objetivos de desarrollo, sobre todo en rubros como una menor generación de desechos o la reducción en la brecha entre ricos y pobres, entre otras causas, porque el Gobierno sigue recortando gastos y esto reduce su margen de maniobra.

Organizaciones como Alliance Sud dan la bienvenida a las metas del 2030, pero dejan claro que están llenas de contradicciones.

Rolf Kappel, profesor emérito de la Universidad de Zúrich especializado en los problemas de países en desarrollo, se suma a esta visión y considera que los ODS son demasiado amplios e insuficientemente precisos.

Cabe recordar que el primer conjunto de objetivos de la ONU se centró en la reducción de la pobreza en los países en desarrollo. Este segundo paquete apunta ante todo a construir economías, ambientes ecológicos y sociedades mucho más sustentables en el mundo.

“Los ODS incluyen numerosos objetivos difusos, no hay indicadores ni datos precisos para evaluar”, dice Kappel.

Su seguimiento y evaluación, por lo tanto, se basará más en opiniones que en evidencias concretas.

“Esto implica el riesgo de que aquellos que deciden los tomen menos en cuenta”, advierte.

Para Kappel, los ODS pueden endulzar los oídos de los países en desarrollo y, justamente, de las organizaciones que producen los informes y que organizan las conferencias, pero haber ampliado tanto el alcance de los mismos y situarlos en ámbitos tan diversos “puede diluir los esfuerzos mundiales para reducir la pobreza, así que los pobres pueden resultar los grandes perdedores de esta batalla y esto es algo que no debe permitirse”.

Costos y beneficios

En el caso de Suiza, el gobierno intentará dar cumplimiento a los ODS a través de su estrategia de desarrollo sostenible 2016-2019 y de sus programas de cooperación internacional.

Pero será el Parlamento el único que determine si la contribución financiera será del 0,7% del PIB recomendado por la ONU o menor. Las elecciones celebradas este año en Suiza dieron un giro hacia la derecha y los nuevos legisladores en funciones podrían estar menos convencidos de gastar en el desarrollo.

La referencia de 0,7% del PIB es un compromiso que se asumió durante una Asamblea General de la ONU en 1970 y se ha refrendado en diversas cumbres y conferencias mundiales.

Pierrette Rey, portavoz de la organización ecologista WWF Suiza, considera que los objetivos para el 2030 son ambiciosos, pero viables.

Para WWF Suiza, las prioridades deben ser luchar contra el cambio climático, reducir la huella ecológica de Suiza y preservar la biodiversidad de la naturaleza.

Y a su juicio, “Suiza no es ejemplo en estos campos. Si todo el mundo viviera con el estilo de vida del ciudadano suizo promedio, necesitaríamos casi tres planetas para seguir el paso. Es insostenible”.

También dijo a swissinfo.ch: “nuestros bancos suizos están financiando a las industrias que más dañan al medioambiente. Se requieren grandes cambios”.

Es posible mejorar

Para Ignacio Parker, quien ha trabajado activamente durante los últimos tres años en la política que seguirá Suiza para sumarse a los ODS considera que “no es sorprendente que haya escepticismo”. Sobre todo, entre “aquellas personas que no han participado en su construcción”.

El también Secretario General de ‘Terre des Hommes’, organización promotora de los derechos de los menores, añade que “se ha realizado un gran esfuerzo para llegar a diferentes organizaciones y para involucrar a la gente. Pero es imposible que se vuelva sencillo un proceso que es tan y tan complejo”.

Parker también acepta que en el enfoque suizo hay inconsistencias, especialmente considerando que la ONU otorga una gran relevancia a los derechos humanos en los ODS.

Por ejemplo, cita Parker, “algunos de los acuerdos internacionales adoptados este año, incluyendo los ODS y el marco global que se pactó para reducir los riesgos de desastre, piden una mayor tolerancia y apoyo a la inmigración como parte de los derechos humanos”.

Un tema en el que Suiza ha sido criticada por el mundo tras la votación de febrero del 2014 en favor de la imposición de cuotas a la entrada de extranjeros.

Pese a ello, en 2015, durante la elección de un nuevo Parlamento, las campañas electorales dieron un gran peso al tema de los refugiados sirios que llegan por millares a Europa. Los partidos políticos, en particular la derecha, fueron beneficiarios de esta atención mediática a pesar de que Suiza casi no ha recibido asilados sirios.

“Nuestro sistema político parece estar generando cierta incoherencia. Se dice una cosa y se hace otra. Es como si el brazo izquierdo no tuviera que enterarse de lo que hace el derecho”, concluye.

El primer esfuerzo de las Naciones Unidas para reducir la pobreza a nivel global se conoce como los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), en vigor durante los primeros 15 años del nuevo milenio. 

Los ODM permitieron que un millón de personas abandonaran la extrema pobreza, según Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU.

Durante una cumbre celebrada en Nueva York, 193 Estados miembros de la ONU adoptaron en septiembre pasado la llamada Agenda de Desarrollo Sostenible, que comprende a su vez los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que deberán alcanzarse en el año 2030 y requerirán inversiones de entre 3,5 y 5 billones de dólares anuales.

Los ODS buscan erradicar el hambre y la pobreza, lograr una mayor equidad de género, elevar los estándares de vida de la población y emprender acciones inmediatas para reducir el calentamiento climático.

Ban Ki-Moon ha extendido el compromiso de cumplir estas metas “a todos los ciudadanos del mundo, conminándolos a ser responsables, a cuidar a los más desafortunados, a proteger también a los ecosistemas”.

Durante la Asamblea de la ONU en la que se acordaron dichos objetivos, la presidenta suiza, Simonetta Sommaruga, expresó que la ambiciosa agenda para el 2030 “muestra la capacidad de las Naciones Unidas para reinventarse”.

Traducido del inglés por Andrea Ornelas

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