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El adiós anunciado a la bolsa de plástico

Las bolsas de plástico que acaban en el mar contribuyen al deterioro de los ecosistemas submarinos. Keystone

Práctica pero poco ecológica, la clásica bolsa de plástico tiene los días contados. Tanto en Suiza como en el resto de Europa se multiplican las iniciativas que piden la proscripción general de los embalajes no biodegradables.

Cada día se distribuyen en cantidades millonarias. En los supermercados y quioscos, en la ciudad y en el campo, en los países industrializados y en los países en vías de desarrollo.

Prácticas, resistentes y baratas, las bolsas de plástico son probablemente uno de los productos más difundidos —y más visibles— de la sociedad moderna.

Las bolsas de plástico tienen, sin embargo, varias desventajas. La principal es su gran impacto medioambiental. Tras un uso promedio de diez minutos por bolsa, suelen guardarse en armarios y acaban tarde o temprano en la basura. En las plantas de incineración, la combustión del plástico libera partículas contaminantes que se acumulan en la atmósfera.

El daño es aún mayor si se amontonan en la naturaleza: con la lenta descomposición —entre 400 y 1.000 años— se desprenden sustancias nocivas que contaminan la tierra; en el mar y en los lagos, sin embargo, condenan a muerte a animales como la tortuga que se queda atrapada en ellas y las confunde con comida.

Por eso, algunas ciudades y naciones han decidido prohibir las bolsas sintéticas de compra, y prefieren soluciones más ecológicas (ver cuadro al margen). Un camino que también Suiza quiere emprender.

Ya basta con las bolsas desechables

El primer cantón en tomar la iniciativa fue el del Tesino. En noviembre de 2007, los diputados ecologistas del Gran Consejo (parlamento cantonal) presentaron una moción que pide la intervención del gobierno para reducir el uso de las bolsas desechables. El objetivo, escriben los promotores de la interpelación, es proscribir el uso de esos sacos, sea cual sea su material.

En el Jura es el grupo socialista que pide al Consejo de Estado medidas para “el abandono de la distribución de las bolsas de polietileno en todo el territorio cantonal”. El impacto medioambiental de las bolsas de plástico es cada vez más evidente, sostiene el diputado cantonal Michel Thentz.

Sobre esa misma cuestión también deben pronunciarse las autoridades del cantón de Berna. En una respuesta a la moción de la diputada Monika Barth, el gobierno declaró que su opinión es que esas bolsas de plástico no suponen un problema.

Todas las investigaciones evidencian que esos embalajes constituyen solamente el 2% de los desechos, subrayó el Ejecutivo bernés, para el cual las bolsas sintéticas son, en la mayoría de los casos, menos contaminantes que las bolsas biodegradables. La moción se debatirá próximamente en el Legislativo.

“Un balance ecológico realizado por el detallista Coop sobre los embalajes de plástico para fruta y verdura, ha comprobado, efectivamente, que las bolsas de polietileno son más ecológicas”, confirma a swissinfo Peter Gerber de la Sección Bienes de Consumo y Balances Ecológicos de la Oficina Federal de Medio Ambiente.

“El problema de las bolsas biodegradables es la producción agrícola, puesto que son producidas a partir de maíz proveniente de Estados Unidos, donde se utilizan grandes cantidades de agua y pesticidas”, explica Gerber.

Una prohibición en todo el país

El diputado del Consejo Nacional (cámara baja del Parlamento federal) Dominique de Buman está convencido que se necesita una directriz a escala nacional. En su moción dirigida al Gobierno, el diputado demócrata-cristiano pide la prohibición de las bolsas no reutilizables y no reciclables.

“Cuando se queman, producen dioxina, y su descomposición en la naturaleza requiere siglos”, critica el vicepresidente del Partido Demócrata Cristiano, según el cual, las pequeñas bolsas de plástico que se suelen distribuir gratuitamente en los negocios, son demasiado finas para que los consumidores piensen en su reciclaje.

La idea de una prohibición a escala nacional no convence a los principales detallistas: para Coop y Migros el plástico sigue siendo el material más apropiado.

“La moción [de Dominique de Buman] también concierne las bolsas que se utilizan para embalar la fruta y la verdura: sin embargo, es imposible prohibir su uso ya que es indispensable que los envoltorios sean transparentes y que dispongan de cierres herméticos”, comenta Karl Weisskopf, el portavoz de Coop.

Bolsas vegetales

Uno que sigue con mucho interés la cruzada contra las bolsas de plástico es el fundador de Bioapply, una empresa ‘start-up’ ginebrina que desde 2005 se dedica a la producción y venta de bolsas y embalajes biodegradables.

“Para nuestros productos utilizamos materia prima vegetal”, señala Frédéric Mauch. “Nuestro mercado principal es Suiza, donde disponemos de una clientela muy heterogénea: panaderías, farmacias, ferias, museos e incluso editoriales.”

“Con respecto al balance ecológico”, puntualiza, “existen estudios específicos que indican, muy al contrario de lo sostenido por las indagaciones de Coop, que en casi todos los puntos, las bolsas biodegradables son mejores que las de papel o de plástico. Si no fuera así, ¿por qué hay tantos países, de Italia a California y de África a Asia, que apuestan por este tipo de solución?”

Sin entrar en la polémica de quién tiene razón o no, el comportamiento más respetuoso con el medio ambiente lo demuestra el producto que propone el colaborador de la Oficina Federal de Medio Ambiente: “La mejor bolsa”, recomienda Peter Gerber, “es la que se utiliza más veces, no importa si es de tejido, yute o plástico”.

swissinfo, Luigi Jorio
(Traducción del italiano: Antonio Suárez Varela)

La Unión Europea promulgó una directriz que prevé la sustitución hasta 2010 de todas las bolsas de polietileno por las de materiales biodegradables.

Italia, que con sus 300.000 toneladas por año se encuentra entre los principales países productores de bolsas de plástico, aprobó en 2006 una enmienda que da preferencia al empleo de materias primas de origen agrícola.

Disposiciones análogas se han adoptado en Francia, Gran Bretaña y en ciudades como San Francisco en EE UU, Melbourne en Australia y Hong Kong.

Desde el 1 de junio, las bolsas de plástico también están prohibidas en China. Según los cálculos del ministro de economía, con la suspensión de la producción de bolsas de plástico se ahorrarán 5 millones de toneladas de petróleo por año, lo que equivale a 3.700 millones de dólares.

El Instituto Federal Suizo para la Investigación y la Prueba de Materiales (EMPA) de San Gall ha elaborado una técnica de producción biológica de material plástico por medio del uso de bacterias.

Algunos microorganismos son capaces de metabolizar los carbohidratos y las grasas ácidas recuperadas de los residuos y de producir un precursor biológico del poliéster.

Después de algunas transformaciones se obtiene una sustancia que posee prácticamente las mismas propiedades que el material sintético.

Se puede utilizar para varios productos: botellas, componentes para teléfonos móviles y ordenadores, bolsas de plástico, material médico (catéteres, implantes, etc.).

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