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Las autoridades de EEUU llaman a detener las amenazas contra los musulmanes

Unos activistas marroquíes participan en una vigilia en Rabat en recuerdo de las víctimas del bar gay de Orlando, el 15 de junio de 2016 en Rabat afp_tickers

Las autoridades estadounidenses anunciaron este miércoles que las amenazas proferidas contra la comunidad musulmana no serán toleradas, después de que se reportaran incidentes tras la masacre en un club gay de Orlando perpetrada por un musulmán.

“Las violaciones a los derechos civiles son una prioridad del FBI”, dijo a la prensa el agente especial Ron Hopper.

“Investigaremos los incidentes reportados contra personas de cualquier clase (…) incluyendo raza, religión y orientación sexual”, añadió.

El fiscal federal Lee Bentley subrayó que “proferir esas amenazas no solo está mal, en muchos casos es ilegal” por lo que “deben detenerse”.

Las autoridades pidieron a la población ayudar en la investigación de la masacre del domingo, que constituyó el peor atentado desde el 11 de septiembre de 2001, al dejar 49 muertos más el atacante, en su mayoría latinos, y 53 heridos.

El autor, Omar Mateen, fue abatido en un cruce de fuego con la policía.

Los investigadores rechazaron comentar los reportes que señalan que la esposa de Mateen estaría enfrentando cargos por su presunto conocimiento de sus intenciones de perpetrar el ataque.

Según la cadena CNN, un fiscal federal presentaría elementos de su investigación a un gran jurado, incluyendo el hecho de que la mujer habría acompañado a Mateen a comprar el arma y al club Pulse, en una presunta misión para planear el ataque.

“Con respecto a la esposa, puedo decir que es solo una de las muchas entrevistas que hemos hecho y seguiremos haciendo en esta investigación”, dijo Hopper. “No puedo comentar sobre el contenido o conclusión de esa investigación”, apuntó.

Bentley añadió: “No voy a especular sobre cargos que podrían presentarse o sobre si de hecho se presentarán cargos en este caso. Es prematuro hacerlo”.

– Viaje “lleno de emoción” –

La masacre de Orlando puso los focos sobre la pequeña comunidad musulmana de Fort Pierce, donde vivía el autor del atentado, al punto de convertirla en un blanco fácil.

“¡Váyanse al diablo, basuras!”, escuchó gritar desde una camioneta un periodista de la AFP frente al Centro Islámico de Fort Pierce.

“Estamos asustados”, dijo a la AFP Bedar Bakht, un pakistaní de alrededor de 50 años que asiste a la misma mezquita a la que iba Mateen.

Tras los atentados de París en noviembre y de San Bernardino (California) en diciembre, el número de delitos de odio contra los musulmanes se multiplicó en Estados Unidos, de acuerdo con una investigación de The New York Times.

Según representantes musulmanes, la islamofobia alcanzó niveles sin precedentes, sobre todo tras las afirmaciones del candidato republicano Donald Trump, que propuso prohibir temporalmente la entrada al país de los musulmanes.

Tras la masacre, el magnate afirmó que ampliaría la prohibición de ingreso a las personas provenientes de países implicados en atentados contra Estados Unidos o sus aliados.

El presidente Barack Obama, que llega el jueves a Orlando en un viaje “lleno de emoción” en homenaje a las víctimas, hizo una advertencia frente a la tentación de condenar a toda una comunidad.

“¿Vamos a comenzar a tratar a los musulmanes estadounidenses de forma diferente? ¿Los vamos a someter a una vigilancia particular? ¿Los vamos a discriminar por su fe? ¿Hasta dónde llegaremos?”, lanzó el martes en un vehemente discurso.

Obama irá a Orlando a “reconfortar a las familias” de las víctimas de la mascare, encontrarse con personal médico y con aquellos que actuaron “heroicamente” para salvar vidas, según indicó su portavoz, Josh Earnest.

Para Obama, el atacante del club gay Pulse “era un joven iracundo, loco e inestable que fue radicalizado”.

Un centro de ayuda para las familias de las víctimas fue instalado en un estadio de Orlando.

Para ellos, el tiempo después del atentado “es difícil”, explica Sarita Figueroa, del Departamento de Asuntos de los Veteranos de Estados Unidos.

“Algunos están todavía buscando pertenencias en el piso (de la discoteca). Gafas, relojes, un bolso. Se enteran de que acaban de perder a alguien y reciben un mensaje que les dice que vayan a recuperar esas pertenencias. Es otro proceso”, cuenta Figueroa.

El drama de Orlando suscita aún un encendido debate sobre acceso a armas entre demócratas y republicanos. El miércoles Donald Trump pareció suavizar su posición al sugerir no vender armas a personas que figuren en listas de vigilancia. Su rival, Hillary Clinton, dijo que podría “estar ciertamente de acuerdo” con él.

“Si el FBI te vigila por presuntos vínculos terroristas, no deberías poder comprar un arma”, dijo la candidata demócrata.

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