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El franco no se libra de su imagen

Muchos inversores ven en el franco suizo el ancla de salvación para sus activos. AFP

Ha comenzado la cuenta atrás para las elecciones griegas y los inversores buscan frenéticamente las divisas más seguras para sus activos. Una lista selecta de la que forma parte el franco suizo, pese a los esfuerzos por desprenderse de ese papel.

Una posible salida de Grecia de la zona euro y la eventual propagación del pánico a otros países altamente endeudados en la región ha convertido una vez más al franco en un imán para los inversores extranjeros.

Durante los últimos meses, el Banco Nacional Suizo (BNS) había cumplido con éxito su meta de retirar a Suiza de la lista de valores refugio del mundo, al fijar un tipo de cambio mínimo de 1,20 francos por euro en septiembre pasado. Pero ahora no está claro que la medida sea suficiente.

La incertidumbre que levanta el futuro de Grecia y su posible salida de la zona euro, sumadas a los crecientes temores sobre España y Portugal, han empujado al BNS a pasar nuevamente a la acción.

Actualmente, el banco central vislumbra nuevas medidas –aún indefinidas- para frenar una entrada masiva de capitales extranjeros. Una de ellas podría ser, por ejemplo, un nuevo impuesto que grave a los capitales que lleguen a Suiza.

Buscando ‘refugios’

En tiempos de crisis económica y financiera, los inversores buscan, inevitablemente, transferir sus activos a monedas poco volátiles. Con ello aceptan sacrificar rendimientos a cambio de proteger su capital principal.

El franco suizo ha sido una de las monedas que más inversiones no deseadas ha atraído desde que inició la actual crisis. Los flujos masivos no son inocuos: distorsionan el valor de las divisas, causan estragos a los tipos de cambio y también a los precios de los bienes de exportación.

Sin embargo, en los últimos meses no ha sido tarea fácil para los inversores encontrar monedas refugio, ya que más de un mercado ha hecho lo necesario para perder atractivo cambiario. A finales de 2011, Japón inyectó 120.000 millones de francos (120.000 millones de dólares) a los mercados, diluyendo con ello el valor del yen.

El interés de los capitales también ha vuelto la mirada hacia divisas como la corona sueca o la corona noruega. Sin embargo, los temores de que la liquidez escaseara en Suecia y una serie de recortes de las tasas noruegas disuadieron a muchos inversores de llegar de forma masiva a estos dos países.

En el otro extremo del mundo, el dólar australiano también ganó adeptos durante algún tiempo y se perfiló como un nuevo valor refugio. Pero una serie de depreciaciones de esta moneda frente al dólar estadounidense sembraron dudas sobre la fortaleza de la divisa de Australia.

El dólar revive

Las señales enviadas por Estados Unidos durante las últimas semanas con respecto a su recuperación económica sostenida han fortalecido la posición del dólar frente a otras monedas. Especialmente debido a que el billete verde posee una traducción de divisa refugio en tiempos de volatilidad.

La crisis financiera y el colapso del sector hipotecario de Estados Unidos pusieron en entredicho la solidez del dólar y su perfil como divisa segura, pero los inversores han recuperado la confianza.

Más cerca de casa, los activos financieros de países de Europa meridional han optado por migrar hacia los bonos alemanes y holandeses, así como hacia los bienes raíces londinenses y la libra esterlina.

“Los bonos de países económicamente estables son el activo clásico en tiempos de recesión”, señala David Kohl, especialista cambiario del banco Julius Bär.

“Y la oposición de Alemania a una suscripción adicional de deuda griega ha aumentado el atractivo de estos países como refugio en la zona euro”, explica a swissinfo.ch Daniel Kalt, economista jefe de Wealth Management del UBS.

Mientras la canciller alemana, Angela Merkel, mantenga su resistencia a la emisión de eurobonos, el bono germano seguirá atrayendo activos, añade Kalt. Pero “si en algún momento este país aceptara la responsabilidad de una mayor carga derivada de la deuda de Europa del Sur, entonces desaparecería el más grande refugio de activos que tiene (hoy) el Viejo Continente”.

¿Refugio de nuevo?

David Kohl considera que la libra esterlina podría gozar del estatus de inversión atractiva solo durante un tiempo limitado. “La libra presenta algunos rasgos de valor refugio, pero es muy probable que estemos esencialmente ante un escenario de apreciación”, indica a swisswinfo.ch.

“La libra estuvo subvaluada durante mucho tiempo, y es posible que esta situación haya llegado a su fin”, agrega.

Todos estos vaivenes entre un puerto seguro y otro han llevado a algunos observadores a temer que el franco suizo vuelva a ser víctima de una alta dosis de presión, lo que le llevaría a apreciarse pese a la firme determinación del BNS para atajar esta inercia.

Durante los últimos dos años, los inversores han retirado miles de millones de euros de Grecia para depositarlos en plazas financieras como Suiza o, incluso, Chipre.

Hasta ahora Suiza ha podido absorber dichos flujos, pero crecen los temores de que una eventual salida de Grecia de la moneda única europea provoque retiros masivos de fondos en los bancos, y genere un efecto reflejo en España, Portugal e Italia si cunde el pánico.

El franco suizo es conocido como una moneda refugio: significa que los inversores y especuladores compran esta divisa cuando otras, como el euro y el dólar, están bajo presión.

Un valor refugio siempre está respaldado por una economía robusta, un marco político estable y una liquidez capaz de enfrentar fuertes embates del comercio internacional.

La neutral Suiza, con su política económica conservadora y su sólido sector financiero, ha sido históricamente un refugio para los capitales internacionales, incluidos los periodos de las dos Guerras Mundiales.

El Banco Nacional Suizo (BNS) ha reiterado que no persigue objetivo alguno en materia cambiaria, pero su mandato legal le obliga a “garantizar la estabilidad de precios teniendo en cuenta la evolución económica”. Esto le ha llevado a actuar en el mercado de divisas.

Su intervención inició en marzo de. 2009. Pero en mayo de 2010, tras haber destinado el 15% del PIB suizo a comprar divisas extranjeras para depreciar el franco, el BNS fracasó en su objetivo y debió revisar su estrategia.

Durante esos días aciagos, el instituto central perdió 21.000 millones de francos suizos, por lo que el entonces presidente del BNS, Philipp Hildebrand, decidió cambiar de táctica.

No obstante, la constante presión por parte de los políticos y exportadores suizos llevó nuevamente al BNS a intervenir en septiembre de 2011. Esta vez con una decisión contundente: un tipo de cambio mínimo de 1,20 francos por euro.

El BNS advirtió que destinaría tantos fondos como fueran necesarios para comprar divisas con tal de mantener su compromiso. Desde entonces, el tipo de cambio se ha mantenido dentro del límite que fijó el banco central.

En 2011, el BNS tuvo que desembolsar 17.800 millones de francos suizos para apuntalar a la moneda nacional, pese a lo cual cerró el año con utilidades.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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