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Túnez: Foro Social Mundial para “romper muro del miedo”

El Foro Social Mundial, ¿nuevo aliento para la revolución tunecina? Andrea Tognina

Más de dos años después de la caída del régimen de Ben Ali, Túnez se debate en una crisis económica, política y social que entraña el riesgo de generar un caos. El Foro Social Mundial, que se inauguró este martes en ese país, podría abrir nuevos horizontes a la revolución.

 Hajar El Fanzari, de 22 años, llegó a Túnez hace unos días. Esta joven marroquí, que usa un velo, vive en una ciudad cercana a Rabat. Es integrante de Quartiers du Monde, ONG francesa activa en los barrios populares y cuyo objetivo es luchar contra la exclusión social. “La revolución tunecina nos tocó de cerca y ha sido una fuente de inspiración. Por ejemplo, nos llevó a realizar una investigación sobre la participación de los jóvenes en la vida política”, dice.

Como miles de personas -los organizadores esperan 70.000 participantes-, Hajar se encuentra en la capital de Túnez para participar en el Foro Social Mundial (FSM), que se inició con una gran marcha. Para esta chica, la cita tradicional del altermundialismo es sobre todo una oportunidad para compartir experiencias y expresar su solidaridad con el pueblo tunecino.

En este país, cuna de la Primavera Árabe, los desafíos son colosales. El desempleo ha aumentado de manera masiva y afecta a cerca de un millón de personas. Los precios suben también. La situación política es caótica y la nueva constitución se hace esperar. Ennahda, el principal de los tres partidos que forman el Ejecutivo, es acusado de fomentar la inseguridad y llevar a cabo un proyecto de islamización de la sociedad.

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Más allá de las fronteras

Para los movimientos sociales de Túnez, el desafío es ahora involucrar a amplios sectores de la población e ir más allá de las fronteras nacionales.

“Hay un riesgo de que el FSM se limite a ser un lugar de encuentro para los militantes.  Además, hasta ahora hemos tenido poco contacto con Egipto, Marruecos y así, sucesivamente”, señala Fathi Chamkhi, miembro del Frente Popular. “Los problemas que enfrentamos no son solamente internos, como algunos tratan de hacer creer, sino comunes a muchos otros países. Es precisamente el mensaje que el FSM intenta transmitir”.

“Creo que si dejamos de centrarnos exclusivamente en Túnez, este evento podría ser un punto de inflexión y abrir nuevos horizontes a la revolución”.

¿Y qué puede esperar el movimiento altermundialista de este foro?  “Al nivel internacional se ha puesto en marcha un gran debate sobre una agenda que pueda sustituir en 2015 los Objetivos de Desarrollo del Milenio al combinarlos con los objetivos del desarrollo sustentable de Río +20”, subraya Peter Niggli, director de la ONG Alliance Sud. En Túnez, se deberá determinar  “cómo movilizar a la sociedad civil en los diferentes continentes para influir en esa agenda post 2015”.

Para Peter Niggli, sin embargo, “hoy en día es difícil hablar de un movimiento atermundialista global”. El adversario se ha vuelto más regional. En Europa, por ejemplo, los enemigos comunes de los movimientos juveniles nacidos en España o Grecia ya no son las grandes instituciones internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), sino los gobiernos nacionales y la Unión Europea.  En Túnez, uno de los principales desafíos será, precisamente, “definir cuáles son las cuestiones internacionales importantes para todos”, puntualiza.

El miedo a la pesadilla argelina

Para Besma Khalfoui, la viuda de Chokri Belaid, uno de los líderes del frente popular de izquierda, asesinado el pasado 6 de febrero, el FSM llega en el momento oportuno: “Necesitamos el apoyo de todos para romper el muro del miedo que se instala en el país”.

Convertida en un símbolo de la oposición, teme que la situación se precipite: “La democracia en Túnez vive una situación peligrosa. Tememos vivir lo mismo que Argelia en los años 90”, dice.

A menudo se escucha esta afirmación lacónica, pero elocuente: “Si algo hemos ganado con la revolución, es que ya no vamos a guardar silencio. Por lo demás …”. 

El derecho a la libertad de expresión, sin embargo, está lejos de ser una garantía. “Apenas en febrero, 52 periodistas fueron detenidos. Por primera vez se profirieron amenazas de muerte. Personalmente, cada vez que publico algo debo afrontar los insultos de los partidarios de Ennahda en Facebook”, declara Sophia Hammani, corresponsal en Túnez del sitio web www.hdhod.com, con sede en Londres.

Besma Khalfoui y Sophie Hammami tienen sin embargo razones para mantener la esperanza. Hasta ahora, los tunecinos han dado prueba de una gran sabiduría al rechazar el uso de las armas. “Hay que responder a la violencia con las palabras”, exclama la viuda de Belaïd Chokri, quien decidió crear una fundación contra la violencia política.

Además de ser un signo de solidaridad con el pueblo tunecino, el Foro Social Mundial podría contribuir a dar un nuevo impulso al espíritu revolucionario. “Hoy en día, muchos tunecinos están desmoralizados”, dice Fatma Dhaouadi, activa sindicalista en la zona minera de Gafsa, escenario en 2008 de una revuelta que fue preludio de la revolución de 2011.

La edición 2013 del Foro Social Mundial se celebra en Túnez del 26 al 30 de marzo. Los organizadores esperan alrededor de 70.000 participantes.  

Después de Nairobi en 2007 y Dakar en 2011, es la tercera vez que el FSM se celebra en África. Cerca de 4.000 talleres, conferencias y otros eventos serán organizados. La temática central: los acontecimientos recientes en el mundo árabe, las diversas crisis que amenazan el planeta y el debate iniciado por las Naciones Unidas sobre una nueva agenda mundial para el desarrollo.

Una delegación suiza de más de 60 personas participa en el FSM. La integran seis diputados federales, incluida la presidenta de la Cámara de Diputados, la ecologista Maya Graf, así como representantes de sindicatos y diversas ONG.

 

Alliance Sud, comunidad de trabajo para la política de desarrollo, que incluye siete ONG suizas, organizará un taller sobre los fondos depositados en Suiza por el ex dictador tunecino Ben Ali y sus allegados y en torno al nuevo acuerdo adoptado por el Parlamento helvético sobre la promoción y la protección recíproca de inversiones.

Por su parte, la ONG E-Changer animará, en colaboración con diversas organizaciones del Sur, un taller sobre asuntos de cooperación al desarrollo y movimientos sociales.

Traducción, Marcela Águila Rubín

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