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Francia y sus “chalecos amarillos” sueñan con la democracia directa

El referéndum de iniciativa ciudadana (RIC) se convirtió en una suerte de denominador común de las reivindicaciones de los “chalecos amarillos”. Copyright 2018 The Associated Press. All rights reserved.

El movimiento popular nacido hace un mes pide que se introduzca un referéndum de iniciativa ciudadana. El modelo es suizo, pero las fórmulas propuestas difieren del mismo. Los responsables políticos, tanto de derecha como de izquierda, intentan inventar ciertos tipos de referendos que sean compatibles con la República.

En la espalda de los “chalecos amarillos” que han convulsionado a Francia desde hace un mes, tres letras sintetizan su combate: RIC. O sea, referéndum de iniciativa ciudadana. En un video consultado por cerca de un millón de internautas, un “chaleco amarillo” comenta: “no hay nada a negociar. Para retomar el poder es necesario exigir el RIC”.

Después de semanas de actividades en toda Francia; después de cinco jornadas de movilizaciones en diferentes ciudades, en particular en París; les “chalecos amarillos” encontraron una especie de denominador común. Dado que el eslogan “Macron, demisión” era esencialmente negativo, vieron necesario ponerse de acuerdo sobre un punto común que reuniera a ciudadanos con perfiles sociológicos muy diversos y, sobre todo, con afinidades políticas a veces contradictorias.

Un pequeño diagrama disponible en el sitio chalecos amarillos, coordinación nacional Enlace externomuestra ese remedio milagroso útil para (casi) todos los problemas de los franceses y especialmente para su deseo de recuperar la soberanía popular. El RIC es multifuncional. Una especie de navaja suiza en la mano de cada ciudadano. Lo que permitiría a los franceses proponer una ley, o abrogarla, o solicitar la modificación de la Constitución. E incluso, exigir la renuncia de una autoridad electa.

Por ejemplo, Emmanuel Macron, presidente de la República, impopular y detestado por la mayoría de los “chalecos amarillos”. O cualquier diputado, o funcionario electo a nivel local o regional. “Los chalecos amarillos tienen una cierta desconfianza hacia las autoridades electas a pesar de la reciente ley sobre la no acumulación de mandatos”, señala Marion Paoletti, profesora e investigadora de ciencias políticas de la Universidad de Burdeos.

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Un diputado da el ejemplo

“Los franceses no tiene una gran experiencia en materia de referéndum popular” Marion Paoletti, politólogo de la Universidad de Burdeos

Destituir a una autoridad electa: la idea vendría sobre todo de la izquierda radical.

Jean-Luc Mélenchon, candidato de la Francia Insumisa en las elecciones presidenciales del 2017, lo había incluido en su programa. François Ruffin, diputado de dicha organización, muy activo en el movimiento de los “chalecos amarillos”, da el ejemplo en su sitio: “¿Según vosotros, no hago mi trabajo? ¿Paso mi tiempo durmiendo en la Asamblea? ¿O, al contrario, hago mucho ruido y debería dejar dormir a los otros, y que Macron gobierne en paz? Como prometido, vosotros podéis revocarme el mandato”. Y el diputado explica que si una cuarta parte de los electores de su circunscripción firma una petición contra él, renunciará de inmediato.

En el RIC reclamado por los “chalecos amarillos”, el ciudadano debe reunir 700 000 firmas para proponer la renuncia de un electo, o promover un cambio legislativo o constitucional. Después, los franceses decidirán a través del voto. Como marco de referencia, los “chalecos amarillos” mencionan a Suiza, la pequeña vecina, donde “esto funciona muy bien desde siglos”.

Con la diferencia que los suizos no pueden destituir a un diputado y que, por ejemplo, el lanzamiento de una iniciativa popular tiene reglas muy precisas. “Los franceses no tienen una gran experiencia en materia de referéndum popular, subraya Marion Paoletti. La práctica está marcada por votos de tipo cesarista, muy lejos de la democracia directa”: como los plebiscitos organizados por Napoleón, más tarde por su sobrino Napoleón III, y los convocados por el general de Gaulle.

El referéndum inútil de Sarkozy

Ese modelo no impide, sin embargo, que se observe, desde hace una veintena de años, un cierto conocimiento sobre la democracia directa a nivel local. Entre 1995 y 2009, se realizaron 233 consultas locales, señala Marion Paoletti. Cifra muy modesta si se tiene en cuenta la existencia de 36’000 municipios en el país. Esos votos son, sobre todo, de tipo consultivo. En ese sentido, nada que ver con Suiza.


 «El referéndum puede ser un buen instrumento en una democracia, pero no para cualquier tema, ni en cualquier tipo de condiciones” Edouard Philippe, primer ministro

La política francesa en general desconfía bastante de toda idea de referéndum y de la democracia directa. En 2008, Nicolas Sarkozy y su mayoría de derecha dieron origen al referéndum de iniciativa compartida. El mismo parte de arriba -y no de abajo-, ya que necesita el acuerdo de una quinta parte de los parlamentarios y el apoyo de al menos un 10 % de los votantes inscriptos. ¡Alrededor de 4,7 millones de franceses!  Nunca nadie lo ha implementado.

 

Viendo que el viento cambia de dirección, que el RIC es ahora muy popular, los responsables políticos se interesan con prudencia. “El referéndum puede ser un buen instrumento en una democracia, pero no para cualquier tema, ni en cualquier tipo de condiciones”, estima el primer ministro Edouard Philippe. Para dar respuesta a los “chalecos amarillos”, una gran concertación nacional está prevista para inicios del año próximo.

La semana pasada, Julien Aubert, diputado de Los Republicanos (derecha moderada), presentó una proposición de ley constitucional con el objetivo de hacer más democrático el referéndum de iniciativa compartida de Sarkozy. El número de firmas exigidas se reduce a 1,5 millones, a lo que se deberá agregar el apoyo de cuatro parlamentarios pertenecientes a cuatro grupos diferentes. ¿Cómo lograr al fin dar respuesta al artículo 3 de la Constitución francesa? “La soberanía nacional pertenece al pueblo que la ejerce a través de sus representantes por la vía del referéndum”.

La crisis de los «chalecos amarillos»

18 de octubre: En un video difundido por Facebook que se multiplicó rápidamente,

Jacline Mouraud, interpela al «Señor Macron”, denunciando la “caza a los conductores de vehículos”. Priscillia Ludosky, otra desconocida, lanza por Internet  una petición « Por una baja del precio del combustible » Enlace externo  

17 de noviembre : La primera  jornada de bloqueos de rutas Enlace externo reúne en toda Francia cerca de 290’000 manifestantes que llevan puestos chalecos amarillos fluorescentes. La acción de los “chalecos amarillos” se da fuera de control de todo partido o sindicato. Pero, al sentir que el movimiento es profundo, los líderes políticos de la oposición expresan su apoyo  a los “chalecos amarillos”  y en algunos casos se  unen a la protesta.Enlace externo 

1ero de diciembre: El tercer sábado de movilización da lugar a múltiples hechos de violencia, especialmente en París. Enlace externo El Arco de Triunfo y varios barrios de clase alta son escenario de escenas de guerrilla urbana.

10 de diciembre : En un mensaje televisado, Emmanuel Macron anuncia un aumento de 100 euros por mesEnlace externo para los empleados remunerados con el Salario Mínimo Interprofesional Garantizado (SMIC) – a cargo del Estado- , horas extras “sin impuestos ni cargas” y una exención del aumento de la contribución social generalizada (CSG) para una parte mayor de los jubilados.  El costo de las medidas anunciadas por el ejecutivo desde que se inició el movimiento se estima en 10 mil millones de euros.

(Traducción del francés: Sergio Ferrari)

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