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‘La ramera revolucionaria’, junto a Borges y Calvino

Grisélidis Réal murió en 2005 a la edad de 75 años. Keystone

La decisión de transferir la tumba de la cortesana más conocida de Ginebra al cementerio municipal donde yacen, entre otras celebridades, los restos de Jorge Luis Borges y Juan Calvino ha desatado polémica.

Grisélidis Réal murió en 2005 a los 75 años de edad, fue prostituta, escritora y activista en favor de los derechos de las trabajadoras sexuales.

El gobierno municipal de Ginebra decidió el año pasado que los restos de Réal fuesen transferidos el 9 de marzo al famoso Cementerio de los Reyes.

‘La ramera revolucionaria’, como se la conocía, será enterrada cerca del reformador protestante Juan Calvino – de quien este año se conmemoran los 500 años de su nacimiento.

En el céntrico cementerio descansa también el escritor argentino Jorge Luis Borges, el antiguo alto comisionado de la ONU para derechos humanos Sergio Viera de Mello y 350 políticos, artistas, abogados, además de otras personalidades locales.

“Grisélidis Réal dedicó gran parte de su vida a defender la dignidad de las prostitutas”, advierte el alcalde de la ciudad de Ginebra Patrice Mugny, responsable de asuntos culturales, y quien ha sido una de las fuerzas motrices detrás del movimiento para honrar la figura de Réal.

Mugny señala a swissinfo que él no defendía la prostitución, pero “a partir del momento en que aceptamos que el fenómeno existe, es legítimo que sea practicado en las condiciones más decentes posibles”.

“Réal era también una escritora importante, autora de libros con temas que antes raramente se trataron; ella merece su lugar en el Cementerio de los Reyes”, asegura.

Otro factor que motiva esta solicitud es el hecho de que pocas mujeres han sido enterradas en ese prestigioso camposanto.

Voces piden hacer caso omiso

En una carta al diario ‘Tribune de Genève’, el abogado Odile Roulet escribe que la decisión es escandalosa e insultante para las mujeres, “y hace caso omiso del honor de Ginebra y su reputación”.

Martine Brunschwig Graf, una parlamentaria liberal afirma que no resulta “muy inteligente” que Grisélidis Réal se exponga como ejemplo a los demás.

“Esta parece ser una de aquellas agradables ideas de izquierda”, comenta el abogado Marc Bonnat al periódico ‘Le Matin’ (Lausana). “En sus días más jóvenes, Grisélidis provocó gozo a muchos, si ellos pagaban por ello. Ella será capaz de ofrecer a Juan Calvino algunos viejos placeres carnales”.

Un grupo de trabajadores sexuales de Ginebra también ha marcado distancia a la propuesta.

“Grisélidis no merece el estatus de una mujer a la que deba honrarse”, dice Marilyn al diario.

“Conocí a Grisélidis en 1977 y admito que hizo mucho por nuestra profesión, pero creo que no debió haber publicado su libro ‘Carnet de bal d’une courtisane’, donde catalogó a todos sus clientes y sus hábitos”.

Figura carismática

Ante estos comentarios, surgen las voces de defensa.

Para Marie-Jo Glardon, coordinadora de la asociación Aspasie, no hay duda: “Réal merece ser recordada apropiadamente por su compromiso, talento e impacto”.

“Grisélidis Réal se convirtió en una personalidad y un símbolo,”, comenta Glardon a swissinfo. “Su historia pertenece a los acontecimientos sociales de las décadas de 1970 y 1980 – un periodo en el que se abrió el debate sobre la sexualidad, se rompieron algunas barreras morales y se permitió a las minorías sexuales expresarse.

La directora de teatro Françoise Courvoisier elogió el talento de Réal como escritora de libros, que no sólo hablan de la prostitución, sino también de otras cuestiones, como el encarcelamiento y el cáncer.

Teresa Skibinska, directora del servicio cantonal en defensa de las cuestiones de género matiza: “Estableció una asociación que aún hoy realiza un trabajo esencial, por lo que tiene el derecho de ser reconocida, pero de la misma manera que tantas otras personas también lo merecen. Me desconcierta el hecho de honrar a la gente enterrándola en un lugar específico. No somos todos iguales cuando morimos”.

Artista y activista

Grisélides Réal nació en Lausana, cantón de Vaud, en 1929, pero su infancia la vivió en Alejandría y Atenas. De vuelta a Suiza, emprendió estudios de arte en Zúrich. Más tarde intentó vivir de la pintura.

En 1960, divorciada y con una nueva pareja, se mudó a Alemania. Sin dinero y con tres hijos, decidió prostituirse, pero fue deportada unos años después.

Sus narraciones autobiográficas de la posguerra con soldados de la ocupación se convirtieron en el tema de su primer libro ‘Le Noir est une couleur’ (El negro es un color), de 1974, que cuenta de modo realista y con humor su vida en las calles.

Otro de sus escritos fue ‘La Passe imaginaire’ (El paso imaginario), una colección epistolar dirigida al autor Jean-Luc Hennig.

En los años setenta, inició su labor en defensa de los derechos de las personas que se prostituyen, tanto en Francia como en Suiza.

En 1982 colaboró en la fundación de Aspasie, una asociación con sede en Ginebra dirigida a las prostitutas. Más tarde estableció un Centro Internacional de Documentación sobre la Prostitución en Ginebra, una fuente de referencia para la investigación y la sociología.

Réal abandonó la prostitución en 1995, a la edad de 66 años. Diez años después murió con el deseo de tener su último descanso en el Cementerio de los Reyes.

swissinfo, Simon Bradley, Ginebra
(Traducido del inglés: Patricia Islas Züttel)

El 31 de mayo de 2005 murió en Ginebra la prostituta más famosa y mediática de Suiza: Grisélidis Réal.

Ejerció la prostitución de 1962 a 1995. Su frase emblemática era “la prostitución es un arte, un humanismo y una ciencia”.

Ha sido fuente de inspiración de piezas de teatro y del documental ‘Muerte de una puta’, de Harmonía Carmona, directora y guionista de Barcelona.

El libro ‘El Paso imaginario’, que incluye la colección de sus numerosas cartas a Jean-Luc Hennig, ha sido fuente de inspiración en el teatro.

La conocida ginebrina solicitó antes de su muerte a sus cuatro hijos ser enterrada en el Cementerio de los Reyes, donde la ciudad suiza entierra a sus figuras célebres.

No obstante, la petición fue rechazada entonces. Cuatro años después, Grisélidis Réal tendrá su sepulcro en ese famoso camposanto.

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