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“Mamá, ¿por qué no pides que le digan a papá que cambie?

La pedagoga suiza, Sandrine Folley, con alumnos de una escuela de El Alto, a quienes imparte cursos destinados a prevenir la violencia. Foto, cortesía de Sandrine Folley.

La erradicación de la violencia de género es una cuestión de generaciones, sentencia la pedagoga suiza Sandrine Folley, quien labora en Bolivia contra ese flagelo que en solo 10 meses de 2014 costó la vida de casi 200 mujeres.

Aunque dar brazadas a contra corriente en una sociedad marcada por el patriarcado machista es extenuante, algunas, aún pocas, de las víctimas logran superar el miedo y reorientar sus vidas, destaca la especialista, cooperante en el Centro de Información y desarrollo de la Mujer, CIDEM.

“No quería que mis hijitos queden sin padre” refiere a swissinfo.ch doña Marta, de 31 años, recordando que durante siete soportó las borracheras, el maltrato y el constante abuso sexual de su marido en presencia de sus tres pequeños hijos alojados en una sola habitación.

“Mami,¿ por qué no vas a lo de la doctora Polo (un reality show estadounidense que trata este tipo de problemas) para que le diga a mi papá que cambie?” Esa sugerencia inocente del hijo mayor colmó el vaso y acudió a los servicios de atención psicosociolegal del CIDEM. Tras el arduo proceso para encarar al esposo y las oportunidades de cambio fallidas, cree haber superado la separación. Hoy regenta su pequeño taller de costura de polleras.

Otro caso similar es el de la Sra. María, de 28 años, madre de cuatro hijos, cuyo martirio físico y psicológico traducían los celos irascibles del marido que además de no permitirle trabajar la insultaba. Dado el paso de la separación no cesaron los amedrentamientos, hasta que cierto día “me paré y lo enfrenté, porque además mis compañeras me apoyaron. Ahora ya no me molesta, me va bien en el negocio y hasta un terrenito en El Alto me he podido comprar”, concluye satisfecha.

Las excepciones no borran la realidad

Estos dos casos de aparente final feliz no ocultan ni mucho menos la crueldad y la violencia que a veces desembocan en feminicidio, recalca la sicóloga Rosario Chuquimia.

Se suponía que la situación cambiaría con la nueva ley promulgada en marzo de 2013 para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia. Las cifras denuncian lo contrario, desde entonces se han cometido 206 feminicidios y pronunciado únicamente ocho sentencias de prisión. El CIDEM y otras organizaciones defensoras de los derechos de la mujer han activado la alarma.

“Justicia negligente te llevas mujeres a la muerte” rezaba una de las pancartas exhibidas en una manifestación de protesta. Es cuestión de cultura, señala Sandrine Folley refiriéndose a la retardación judicial alimentada por tintes machistas de abogados, fuerzas del orden y jueces. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que a un detenido en la cárcel no lo “ubiquen” para llevarlo a una audiencia? La respuesta es obvia.

La carga mayor de la sociedad es para la mujer

“Creo que el problema del alcohol es muy grave en Bolivia, mucho más que en Suiza, pero aquí se lo toma como excusa para atenuar el delito arguyendo ‘estaba borracho y no me acuerdo’, cosa que no ocurre en Suiza donde debes responder de lo que haces si has bebido”.

Y el reparto de papeles en esta sociedad encarga a la mujer toda la responsabilidad de mantener la unidad familiar, aún a costa de su vida. Si a ello se suman las dependencias económicas y emocionales, aumenta el caldo de cultivo para la violencia.

Como consecuencia quedan padres, hermanos e hijos con la pérdida de un ser querido y la impotencia de ver que no se castiga al culpable. El padre de la enfermera Gladis Apaza, es uno de ellos. Su hija, de 21 años, y su sobrino Fernando, de 13, fueron asesinados por el subteniente del ejército Gary Calle. Gruesas lágrimas de rabia derrama el hombre sabiendo que el victimario de los suyos está en libertad.

Carencia de estructuras

Uno de los problemas mayores es que las mujeres se retractan por temor a las represalias y dada la falta de estructura que les ayude ante la presión del varón. ”Si el hombre es el que trae la plata, es el que tiene la autoridad, el que domina y las mujeres no tienen poder de decisión, algo inaceptable en Suiza”, precisa Sandrine Folley.

Los talleres de empoderamiento del CIDEM a las mujeres trabajan ofreciéndoles asistencia psicológica, sociológica y legal. La pregunta inmediata es: ¿qué hacemos ahora con estas mujeres? Se les enseña a trabajar artesanías, crear un pequeño negocio, alguna fuente de ingreso que facilite su salida de esos ciclos de violencia. Muchas lo han logrado”. Pero la erradicación es cuestión de generaciones, sentencia.

La pedagoga suiza del Valais subraya su compromiso con la defensa de los derechos de la mujer y de los niños que acuden a ella en el CIDEM de El Alto.

CIDEM

El Centro de Información de la Mujer fue fundado hace 30 años con la finalidad de ocupar un espacio donde las mujeres sean escuchadas. Tiene representación en todo el país y conexiones con organizaciones no gubernamentales internacionales.

Una de ellas es ecomundo de Suiza, ONG que envió a la cooperante Sandrine Folley, pedagoga encargada de abordar el tema de la violencia en las escuelas en la populosa ciudad de El Alto.

Desde el 2011 trabaja para el CIDEM en ese campo y en el de la violencia contra la mujer. En una comparación sobre el feminicidio constató que en el 2013 se registraron unos 24 casos en Suiza, mientras que en Bolivia, casi 200.

Considera que la erradicación de la violencia intrafamiliar en Bolivia es una cuestión de generaciones.

La Agencia Suiza de Cooperación al Desarrollo (COSUDE) en Bolivia apoya financieramente al CIDEM mediante el Programa de Desarrollo Municipal (PADEM).

Los familiares de mujeres asesinadas, la Defensoría del Pueblo , la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia, el Observatorio ‘Manuela’ del Centro de Información y Desarrollo de la Mujer (CIDEM) y otras organizaciones han solicitado recientemente al gobierno que tome acciones drásticas contra los feminicidios aplicando la Ley 348 y respaldando la creación de un mayor número de casas de acogida para las víctimas de la violencia de género, dijo a swissinfo.ch, Gloria Tapia, responsable de comunicación del CIDEM.

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