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“Sin democratización, una guerra civil amenaza Turquía”

En Diyarbakir, los jóvenes kurdos son considerados potenciales terroristas por las fuerzas turcas de seguridad. Keystone

No es fácil ser kurdo y sentirse orgulloso de sus raíces en Turquía. Aquellos que están comprometidos con los derechos humanos también son sospechosos de pertenecer al desautorizado Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). Panorama descrito por kurdos afincados en Suiza, quienes temen una nueva escalada de violencia en Turquía.

Los recientes ataques en Turquía y los conflictos entre rebeldes y fuerzas de seguridad han dejado un saldo fatal cuantioso. Ali*, hijo de un maestro de escuela primaria en Anatolia, vivió un tiempo “en las montañas” cuando era joven. De esa manera se refieren los kurdos a la región del norte de Irak, los montes Kandil, donde las tropas del PKK se esconden del ejército turco. Pero, a diferencia de muchos de sus amigos, Ali no quiso unirse a la lucha armada.

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En lugar de ello, regresó al oeste y comenzó sus estudios en Turquía. Se unió a un movimiento estudiantil, activo políticamente, que exigía la introducción de la lengua kurda como rama universitaria. Los jóvenes organizaron manifestaciones y pidieron respeto a los derechos humanos. Pero la policía los arrestó, los interrogó y los acusó de actuar en nombre del PKK.

Los kurdos enfrentan represalias

Durante décadas, Turquía no ha reconocido la existencia del pueblo kurdo. El tema atrajo la atención internacional apenas a finales del 1970 con la radicalización del PKK. Las publicaciones en kurdo y los cursos de lengua permanecieron prohibidos hasta hace pocos años. Ahora son oficialmente permitidos. Sin embargo, según numerosos testimonios, hay que superar muchas argucias administrativas y arbitrariedades para tener acceso.

Así fue como Ali terminó en la cárcel. Narra que fue humillado, golpeado y obligado a desnudarse. Después de tres meses, por falta de pruebas en su contra, fue puesto en libertad con la condición de que trabajara para la policía. Lo amenazaron de muerte en caso de que no cumpliera. Como de ninguna manera quería convertirse en un ‘soplón’, optó por huir.

Obtuvo asilo en Suiza. Hoy, estudia Derecho en una universidad. Quiere convertirse en abogado para defender los derechos humanos de manera pacífica.

Largas penas de prisión

En Suiza, miles de kurdos han obtenido el estatuto de refugiados como perseguidos políticos. Sus informes son a menudo similares.

Ömer – quien prefiere omitir su apellido – era ingeniero agrónomo en Dyarbakir y miembro de Amnistía Internacional. Fue condenado a doce años de prisión. “Para el Estado turco, todos los que vienen a Amed (nombre kurdo de la ciudad de Diyarbakir, ndlr) son sospechosos”, señala.

Yesim Ekici estudiaba Diseño Textil antes de ser condenada a seis años de prisión. “Incluso cuando uno se compromete exclusivamente con medios legales a favor de la lengua kurda, se le considera como presunto miembro del PKK”, anota.

Ambos viven ahora no lejos de Berna. Trabajan en una asociación cultural kurda para apoyar a sus compatriotas en el proceso de integración, mantener su cultura y ayudar, desde Suiza, a los kurdos de Turquía, Siria, Irak e Irán.

“Somos los más afectados por esta guerra. No habrá ganadores, únicamente perdedores en ambos lados. Millares de combatientes kurdos y soldados turcos han perdido la vida”, dicen a swissinfo.ch, durante una entrevista en los locales de la asociación, al oeste de la ciudad de Berna.

Quieren la paz

“Los bombardeos deben cesar y hay que continuar las negociaciones de paz”, pide la joven kurda. “Esperamos que Suiza, sobre todo, y la Unión Europea participen en el proceso de paz y llamen a los beligerantes a hacer la paz”.

Los jóvenes entrevistados rechazan tener resentimiento contra los turcos. “No son los turcos los que cometen los errores, sino el Estado turco, que niega la existencia del pueblo kurdo desde hace décadas. Las culturas pueden aprender unas de otras cuando se aceptan y se hablan”, subraya Ömer.

Ambos tienen mucha esperanza en el ‘Partido Democrático del Pueblo’ (HDP) que se compromete con los derechos de las minorías en Turquía. En las elecciones de junio, la formación recibió un amplio apoyo, no solamente de los kurdos. “Queremos un Estado autónomo”, anota Omer. “Queremos una confederación con los turcos, los persas, los árabes. Como Suiza, que reúne a diferentes grupos de la población”.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, sin embargo, se esfuerza en lograr un sistema presidencial que le otorgue más poder. Merced al éxito electoral del HDP, su último intento fracasó. Pero ahora intenta desacreditar al joven partido, por todos los medios, critica Yesim Ekici.

Cuando kurdos y turcos se encuentran

La comprensión mutua entre pueblos es también el objetivo de otra asociación cultural kurdo-turca (‘Kütusch’) cuyas instalaciones se encuentran en Berna. Desde 1988, las personas “que no tienen una posición extremista nacionalista o religiosa”, se reúnen aquí, explica el presidente de la entidad, Sadik Kolusari.

Una mayoría de los miembros, ciertamente, tiene raíces kurdas, “pero no preguntamos quién es kurdo y quién es turco”, agrega Remsi, un hombre de mediana edad, sentado en la mesa donde tiene lugar la conversación con swissinfo.ch. Ahmed y Hassan prefieren también proporcionar solamente sus nombres de pila. “Las personas presentes han dejado su país por razones políticas”, explica Ahmed. Siguen con mucha atención lo que sucede en Turquía y en el Cercano Oriente”.

Todos los participantes en el encuentro, kurdos, turcos alevíes y sunitas, coinciden en un punto: “Erdogan pretende el establecimiento de un régimen dictatorial, nacionalista y religioso”. Es por ello que el presidente reavivó el conflicto entre kurdos y turcos: de esa manera aseguraría a su partido los votos de la extrema derecha en las próximas elecciones, lo que le permitiría recuperar la mayoría absoluta.

“En lugar de combatir al grupo Estado Islámico (EI), como lo prometió a la comunidad internacional, combate a sus principales adversarios políticos; es decir, la milicia kurda”, explica Hassan. Dos mujeres que comparten la mesa escuchan, pero no dicen ni media palabra.

El temor a la violencia

“Los kurdos no son los únicos que ya no aceptan que una sola persona sea todopoderosa, otros grupos de la población también están insatisfechos”, señala Sadik. Además, Erdogan y algunas otras personalidades de su partido, el AKP, están bajo la mira para un juicio por corrupción. Intentan escapar mediante le freno al proceso democrático”, acusa Remsi. Para Ahmed, “el PKK no se los permitirá. Pero espero que no respondan con la violencia”.

¿El PKK no es en sí mismo una fuente de temor? “La milicia kurda ha cometido errores. También tiene inocentes en la conciencia, admiten los presentes. Sin embargo, en un régimen injusto, no se puede defender los derechos humanos con medios legales.

Ahmed señala que también apoyó alguna vez a la milicia kurda. “El PKK no puede ser disociado de la población kurda. Todas las familias, o casi, tienen un miembro en las montañas de Kandil”.

“O se promueven los derechos humanos y una convivencia democrática de los turcos, kurdos y otros grupos de la población, o la violencia se convertirá en una guerra civil”, advierte Sadik.

(* Nombre conocido por la redacción)

Postura de la Embajada de Turquía en Suiza

La Embajada de Turquía en Berna refuta las acusaciones formuladas en la prensa suiza e internacional en el sentido de que Ankara utilizaría la lucha contra las organizaciones terroristas para en realidad perseguir objetivos políticos en su suelo. “Esas acusaciones son un intento de legitimar la organización terrorista PKK”, responde la embajada, interrogada por swissinfo.ch.

“El hecho de que las autoridades turcas llevaran a cabo esas operaciones no entraña el fin del proceso de negociación”. El gobierno turco ha invertido mucho en el proceso de paz durante los últimos cuatro años. “Se necesitan pasos valientes para poner fin al terrorismo del PKK”.

Mucho antes de las operaciones turcas, el PKK había afirmado que el cese al fuego había terminado y que habría ataques contra infraestructuras.

Las operaciones turcas apuntarían solamente los objetivos del PKK y no tendrían nada “que ver con nuestra población de origen kurdo”.

El PKK habría dado muerte a miles de inocentes y sería considerado como una organización terrorista no solamente por Turquía, sino también por la UE y los EE UU.

Después de los atentados del EI en Suruç, con un saldo fatal de 32 civiles turcos, y donde “dos agentes de policía fueron muertos por los terroristas del PKK”, Turquía puso en marcha de inmediato operaciones contra el EI, el PKK y otros grupos terroristas.

La embajada turca desmiente también que el presidente turco buscara atacar al PKK más que al EI. Turquía lanzó ataques aéreos contra posiciones del EI y autorizó a la Fuerza Aérea de Estados Unidos el empleo de la base turca de Incirlik para el lanzamiento de ataques aéreos contra el EI.

“Estados Unidos habría pedido oficialmente a Turquía detener los ataques aéreos independientes contra el EI en Siria hasta que pueda apoyarse en una coalición internacional para garantizar la coordinación entre el ejército turco y la coalición”.

Traducido del francés por Marcela Águila Rubín

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