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A todos y cada uno pertenecen los derechos humanos

La libertad de expresión, un derecho humano que aún no se respeta. Keystone

¿Qué papel juega hoy la Declaración Universal de los Derechos humanos de la ONU a 62 años de su creación, tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial?

Responde el experto en Derecho Internacional Walter Kälin, quien ha sido relator especial de la ONU en la Comisión de Derechos Humanos y el primer suizo miembro del Comité para los Derechos Humanos de esa organización internacional.






swissinfo.ch: Parece que las críticas del Consejo de de Derechos Humanos dirigidas a ciertos países no impresionan mucho ¿Una impresión incorrecta?

Walter Kälin: Pareciera en parte así, pero hay que diferenciar lo que es retórica en el Consejo de los Derechos Humanos y lo que pasa en los países concernidos.

En el marco de mi trabajo en la ONU, la disposición al diálogo en esos países fue mucho mayor a la de los diplomáticos en Ginebra o en Nueva York. Eso debido a que las autoridades administrativas y de justicia, encargadas de los temas relevantes en materia de derechos humanos están al frente y pueden ocultar menos los problemas. He apreciado cómo esto con frecuencia abre puertas para conversaciones sensatas y mejoras concretas.

Los diplomáticos, por el contrario, están muy alejados de las realidades de su propio país.

swissinfo.ch: El artículo quinto de la Declaración indica: “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.” El gobierno de Bush interpretó muy ampliamente este párrafo de los derechos humanos en sus humillantes tratos en Guantánamo. ¿Hay problemas debido a que cada quién hace su interpretación de este concepto en beneficio de sus propios deseos?

W. K.: El gobierno de Bush nunca sostuvo que la tortura sea parte de sus derechos soberanos. Intentó en muchas ocasiones –sin éxito- excluir la técnica del submarino y otras similares del concepto de tortura. En otras palabras: también esa administración implícitamente reconoció así la prohibición de la tortura.

swissinfo.ch: ¿Hay entonces un error en la realización de la Declaración ante esta ambigüedad?

W. K.: No. La Declaración Universal de los Derechos Humanos indica en su preámbulo claramente que se trata de una visión. De acuerdo a esto sólo se mencionan los grandes principios que deben aplicarse.

Lo mismo ocurre con los derechos fundamentales de nuestra Constitución helvética, que también resulta con frecuencia circunscrita.

En muchos aspectos de los derechos humanos hay avances claros. En los años 60 y 70 aún muchos Estados conocían la pena de muerte, comparado con la situación actual.

O qué decir del gran número de detenidos políticos en tiempos de las dictaduras en Europa del Este y Latinoamérica. Su número, que confirma también Amnistía Internacional, se ha reducido considerablemente. También hay avances en los derechos de la mujer.

swissinfo.ch: Pese a esto, impera con frecuencia la impresión de que la comunidad mundial relativiza las violaciones a los derechos humanos…

W. K.: El problema no es que no se critiquen. El Consejo de los Derechos Humanos ha criticado con regularidad a Israel y a Sudán sobre el conflicto de Dafur. El problema es lograr que los Estados criticados se comporten bajo el respeto de los derechos humanos. ¿Cómo hacerlo?

swissinfo.ch: La sociedad parece algo indiferente ante las cuestiones de los derechos humanos. ¿La prensa puede contribuir a un cambio en esta responsabilidad compartida?

W. K.: Ese es el problema. Los derechos humanos no se ciñen a violaciones que ocurren en un sitio lejano y a otros. Tampoco se tratan de normas que pertenezcan a los Estados. Los derechos humanos nos pertenecen a todos y cada uno de nosotros. Son nuestro as en la manga en el momento de resultar víctimas de algún atropello, hecho que nunca puede descartarse.

swissinfo.ch: ¿Qué diría la gente que redactó esta Declaración Universal en 1948 de la situación actual?

W. K.: Cuando converso con colegas de edad mayor que se ocuparon del ámbito de derechos humanos en aquellos inicios, expresan cierta sorpresa pero también cierta satisfacción de lo que hoy ya es posible.

Cada Estado puede ser criticado por violaciones a los derechos humanos y debe presentar justificaciones en los organismos internacionales. Muchos Estados se permiten también que las victimas puedan presentar una demanda ante órganos y tribunales internacionales.

swissinfo.ch: ¿Qué le respondería a una persona que se dice resignada e impotente ante las violaciones a los derechos humanos?

W.K.: Primero: Los vasos medio vacíos también están medio llenos. De este modo ya se observa otra perspectiva. Segundo: Los derechos humanos no se dan por hecho en ningún sitio, sino que son tarea de nosotros establecerlos. Y si no se lucha de forma continua para hacerlos válidos, para fijarse mejor a ellos, entonces corremos el riesgo de un retraso civilizador, que finalmente a todos nos afectaría.

Los derechos humanos ofrecen una visión para una buena vida. Abandonar esa visión y resignarse no ayuda, sino que respalda incuso a las tendencias negativas y destructivas.

swissinfo.ch: ¿Observa en Suiza también ciertos peligros para que reblandezca la defensa de los derechos humanos?

W. K.: Sí. Tenemos actualmente una situación política en la que la visión de Suiza resulta muy discutida. ¿Estamos frene a un país abierto al mundo o frente a uno que sólo se mira así mismo? La voluntad del pueblo debe colocarse sobre la de los derechos humanos o también la población debe respetar estos valores fundamentales?

En mi opinión, el problema radica en aquellas fuerzas políticas que juegan con fuego, que intentan agotar a los derechos humanos y limitar su ámbito de aplicabilidad. Esto puede acabar en una cultura política que ya no se ajuste a la libertad y autonomía de todos los individuos, sino que acepte que sean las mayorías políticas las que dispongan de aquellos que se encuentran en un grupo minoritario.

Se celebra el 10 de diciembre

Se recuerda el día en que fue firmada la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada en París, Francia, en 1948.

La libertad de expresión, un derecho humano que aún no se respeta.

Nació en Zúrich, estudio Derecho en Friburgo y Berna (Suiza) y en Cambridge (EE.UU).

Desde 1985, profesor de Derecho Constitucional y de Derecho Público Internacional en la Universidad de Berna.

De 1991 a 1992, relator especial de la ONU en la Comisión de Derechos Humanos para el Kuwait durante la ocupación iraquí.

Del 2003 al 2008, el primer suizo miembro del Comité para los Derechos Humanos de la ONU.

En esa función aportó una contribución fundamental al comité.

Del 2004 a finales del 2010, encargado general de la ONU para los derechos humanos de los prófugos internos.

Traducción: Patricia Islas

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