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Hillary Clinton intenta seducir a los blancos de clase obrera en Kentucky

Las aspirante demócrata Hillary Clinton, en un acto de campaña en Blackwood, Nueva Jersey, el 11 de mayo afp_tickers

Ningún candidato presidencial demócrata ha ganado Kentucky desde 1980 salvo el marido de la aspirante Hillary Clinton, Bill. Pese a ello, la postulante busca seducir en este estado a un sector del electorado que la rechaza: hombres blancos de clase obrera.

El estado afronta las primarias demócratas el martes, y Bernie Sanders, rival de Clinton en la interna demócrata, lograría en este estado una victoria, como la alcanzada la semana pasada en el vecino estado de Virginia Occidental.

Estos dos estados se asemejan por su importante industria del carbón, como en buena parte de la cadena de los Apalaches, una zona con poblaciones mayoritariamente blancas que sienten haber sido olvidados en la recuperación tras la crisis de 2007-2008.

El matrimonio Clinton ha hecho varios viajes al reino del carbón para intentar revertir el daño que causaron los comentarios pronunciados en marzo por Hillary acerca de intentar “poner un montón de compañías de carbón y mineros fuera del negocio”. Esas palabras calaron hondo en los Apalaches.

“Es importante decir que hay una cantidad de personas en nuestro país que se sienten frustradas, que se sienten ansiosas, algunas de ellas iracundas, porque aún no se han recuperado de la gran recesión”, dijo Clinton en un acto el domingo en Fort Mitchell, en el norte de Kentucky.

“Estas personas no han logrado todavía colocarse en un camino que ofrezca a sus familias un futuro más próspero, y creo que debemos comprender eso”, dijo.

Con la nominación demócrata prácticamente en el bolsillo, Hillary Clinton se posiciona como candidata presidencial en las elecciones de noviembre, que la opondrían al republicano Donald Trump.

Tras buscar durante meses ganarse al ala liberal del partido, amplió ahora su mensaje económico para seducir a los sectores obreros.

Los Clinton “no abandonaron a Kentucky. Ni ahora, ni en noviembre, ni nunca”, aseguró el congresista local Juan Yarmouth ante una multitud en Louisville antes de pasarle el micrófono a la exsecretaria de Estado.

Clinton hizo tres paradas en Kentucky el domingo y tenía previsto realizar otras tres el lunes.

En Fort Mitchell volvió a prometer ayuda a las regiones mineras.

“Ellos hicieron posible nuestra industrialización, que encendiéramos las luces, que nuestras fábricas construyeran la mayor economía y la mejor clase media que jamás tuvo el mundo”, dijo. “Y no podemos y no debemos olvidarnos de ellos”, aseveró.

– “Ven a través de ella” –

Truman Burden, un exminero de 58 años que ahora repara tuberías, dijo en Louisville que esperaba lograr que sus antiguos compañeros se mantengan lejos de Trump.

“Lo que estoy tratando de decirle a los trabajadores es que ellos saben dónde se posicionan Bill y Hillary Clinton”, que “si quieren saltar a lo desconocido, se van a arrepentir”, explicó a la AFP.

Las encuestas divulgadas en varios estados revelan que Hillary Clinton pierde votos entre los hombres blancos frente a Sanders por un margen considerable.

En un duelo noviembre, las encuestas muestran que el magnate Trump también cuenta con una ventaja sobre Clinton, al menos en este momento, entre los blancos de la clase trabajadora.

“Ellos ven a través de ella”, dijo el gerente inmobiliario Bill Dunn, hablando de los obreros, mientras cenaba una barbacoa en Paducah, una ciudad en el suroeste de Kentucky.

“Les gusta la honestidad, y a ella le falta eso”, agregó.

La derrota en Virginia Occidental ante Sanders fue un trago amargo para Clinton, que aplastó a Obama allí en la campaña de 2008.

Una estrategia de Clinton parece ser apuntar en los votantes que se han volcado a la retpolíticas duras de Trump.

“Esto es aterrador, palabras peligrosas. Este es el discurso de una bala perdida crea confusión con sus afirmaciones”, dijo Clinton. “No nos podemos permitir eso”.

Para el cubano Lázaro Martí, un conductor de camión en Louisville, en noviembre tendrá que tomar una decisión difícil.

“No me gusta Hillary pero tengo miedo de Trump, entonces ¡Dios mío!”, declaró tomándose la cabeza y recordando la beligerancia de Trump hacia los inmigrantes.

Sin embargo, dijo que muchos de sus conocidos en Kentucky, blancos y de clase trabajadora, son “personas duras” que ya habían tomado una postura.

“Hablan de Hillary como si estuvieran hablando del mismísimo diablo”, aseguró Martí.

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