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Victoria programada del partido de Putin en legislativas rusas a pesar de crisis

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, espera el inicio de la Cumbre del G20, el 4 de septiembre de 2016, en Hangzhou (China) afp_tickers

Rusia elegirá el próximo domingo a sus diputados en unas legislativas que una vez más consagrarán la supremacía del partido de Vladimir Putin (Rusia Unida), a pesar de una crisis económica que afecta duramente el nivel de vida de los rusos.

Esta consulta, en la que se elegirá a los 450 diputados que integran la Duma, algunos gobernadores y parlamentos regionales, es la primera prueba de magnitud para Putin desde el comienzo de la crisis ucraniana en 2014, que llevó a la mayor degradación de las relaciones de su país con Occidente tras la Guerra Fría.

“Les pido que vayan a las urnas, voten, expresen su posición (…). Estoy convencido de que cualesquiera sean nuestras opiniones políticas, la participación en la votación es un deber cívico para cada uno de nosotros…”, arengó este jueves Putin, de 63 años, en un discurso televisado que el Kremlin no había anunciado.

El presidente ruso puede encarar serenamente estas elecciones con una aureola de popularidad récord tras la anexión de la península ucraniana de Crimea, a comienzos de 2014.

“El Kremlin no tiene la intención de aflojar su control absoluto sobre el sistema político ruso”, explica el centro Carnegie de Moscú.

Actualmente, el partido Rusia Unida, que cuenta con el apoyo mediático de la televisión pública, dispone de más de la mitad de los escaños en la Duma.

El resto los ocupan tres partidos que apoyan lo esencial de las decisiones gubernamentales: el Partido Comunista, la formación ‘pro-business’ Rusia Justa y los nacionalistas de la LDPR, en tanto la oposición liberal prácticamente no tiene representación.

En 2015, en las regionales, Rusia Unida barrió en la consulta, alcanzando algunos de sus candidatos más del 90% de los sufragios en sus circunscripciones.

Un resultado que obtendrá seguramente el dirigente de Chechenia, Ramzan Kadyrov, sometido por primera vez a unas elecciones tras su designación por el Kremlin en 2007.

– Evitar el escenario de 2011 –

Estas legislativas tienen lugar en momentos en que Rusia apenas comienza a ver luz al final del túnel tras un año y medio de una profunda recesión, causada por la caída vertiginosa de los precios de los hidrocarburos y las sanciones impuestas por los occidentales a raíz de su presunto rol en el conflicto ucraniano.

Esta crisis económica, la más larga desde la llegada al Kremlin de Putin, hace 16 años, se ha caracterizado por un alza espectacular de los precios al consumo, lo que hizo desplomarse el poder adquisitivo de la población.

En 2011, en las últimas elecciones legislativas, Rusia también sufría una crisis económica y el descontento era palpable entre la gente. Pero, entonces fueron las sospechas de fraude lo que empujó a miles de personas a manifestarse en las calles.

Esta vez, el Kremlin parece haber aprendido la lección y toma precauciones para que la consulta gané en legitimidad, “de cara a las presidenciales de 2018”, explica el centro Carnegie.

“Para las autoridades, es importante preservar un semblante de decencia”, explica la analista rusa Ekaterina Schulmann, subrayando la ausencia de candidatos “pintorescos o de escándalos políticos”.

Putin ubicó a la cabeza de la Comisión electoral central rusa a la exdelegada de derechos humanos ante el Kremlin, Ella Pamfilova, reemplazando a Vladimir Churov, acusado por la oposición de haber manipulado los resultados de varias elecciones.

Inmediatamente después de su designación, Pamfilova recordó a los organizadores de la consulta que cualquier presión sobre los electores o manipulación de los sufragios “pueden significar hasta cinco años de prisión”.

El presidente ruso también sacudió durante el verano (boreal) a las instituciones políticas y, a mediados de agosto reemplazó al jefe de su administración, un cargo estratégico, por un exdiplomático, Anton Vaino.

– ‘Nada ha cambiado’ –

Además de estas precauciones, el Kremlin se aseguró de que nada entorpezca la victoria esperada. Así, a fines de julio, la justicia ordenó la disolución de la oenegé de defensa de los derechos de los electores Golos, acusada de violar la legislación que rige a las asociaciones.

Golos había denunciado en particular fraudes en las legislativas de 2011 y en las presidenciales de 2012.

A comienzos de setiembre, fue el turno del centro de sondeos Levada, único instituto de estudios sociológicos independiente en Rusia, obligado a suspender sus actividades bajo presión de la justicia, que lo registró bajo la controvertida denominación de “agente del extranjero”.

Ante la inmensa máquina del poder, los opositores rusos penan para suscitar el entusiasmo entre los electores.

Si bien esta vez pueden participar en las elecciones -74 partidos estarán representados- y difundir sus videos de campaña en la televisión, no son optimistas.

“Las chances de entrar en la Duma son siempre tan pequeñas”, se lamenta uno de los raros diputados opositores, Dmitri Gudkov. “Nada ha cambiado”, apostilla.

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