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“Diplomacia científica” suiza para salvar el coral del Mar Rojo

Coral del Mar Rojo y peces
Estos corales del mar Rojo son el pilar de todo un ecosistema Guilhem Banc-Prandi

El coral del Mar Rojo es especial por su capacidad de resistir los efectos del cambio climático. Pero los países cuyos científicos pueden ayudar a protegerlo no mantienen buenas relaciones. Suiza trabaja para reunirlos a través de la llamada "diplomacia científica”, un ámbito en el que el país alpino está cada vez más volcado.

“Antes de que concluya este siglo, se estima que habremos perdido el 90% de nuestros arrecifes de coral debido al aumento de la temperatura”, afirma el científico Anders Meibom, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), que dirige un proyecto de investigación sobre los corales.

“La única excepción será el Mar Rojo, donde estamos seguros de que existe una población de corales capaz de soportar estas temperaturas y mantenerse bien, a condición de que la contaminación local no mate a los corales”, añade.

Coral especial del Mar Rojo

El coral es nuestro bosque submarino, que proporciona alimento y oxígeno al agua y al ecosistema que rodea a un arrecife. El coral vive en simbiosis con las algas, que le dan nutrientes y color. A medida que el planeta se calienta, las algas abandonan el coral, que pierde su color y muere.

El coral del Mar Rojo es más resistente a este proceso. Cuando el nivel del mar descendió en la última Edad de Hielo, el Mar Rojo quedó aislado. Poco a poco, los corales volvieron a esta zona, pero solo los que eran capaces de resistir a temperaturas de hasta 36 grados.

Este hecho dio vida a un proyecto de envergadura que intenta que los países ribereños del Mar Rojo trabajen juntos en el Centro de Investigación Trasnacional del Mar RojoEnlace externo para estudiar los corales y ayudar a protegerlos. Esto es fundamental porque, según Meibom, el Mar Rojo es relativamente pequeño y la contaminación que genera un país afectará a todos los demás. El problema es que las naciones involucradas –Israel, Arabia Saudí, Sudán, Eritrea, Yemen, Jordania, Egipto y Yibuti– no tienen buenas relaciones.

El objetivo es reunir a científicos de esos países, dice Olivier Küttel, responsable de asuntos internacionales de la EPFL. Pero es más fácil decirlo que hacerlo. ” Los científicos no podemos hacerlo solos”, dice, “porque hay muchos obstáculos políticos y diplomáticos”.

Apoyo diplomático

Es en este punto entra en juego el Ministerio suizo de Asuntos Exteriores. “Estamos dispuestos a ofrecer apoyo diplomático y a facilitar un diálogo a nivel político con el fin de crear un terreno fértil para que este proyecto se materialice”, dice Stefan Estermann, jefe de la División Política Exteriores por sectores del ministerio. El diplomático destaca que, al tratarse de un proyecto ante todo de carácter científico e impulsado por investigadores de la EPFL, que aún necesita ser finalizado y su financiación garantizada.

A principios de 2019, el Ministerio de Asuintos Exteriores organizó en Berna el lanzamiento oficial del proyecto que reunió a políticos, científicos y diplomáticos. Fueron invitados los embajadores de los países del Mar Rojo y muchos de ellos asistieron al evento. En su discurso, el ministro suizo de Asuntos Exteriores, Ignazio Cassis, hablóEnlace externo sobre la “necesidad de un diálogo más sólido entre la ciencia y la política” para afrontar los desafíos del futuro. Este, dijo, es el motivo por el que el Gobierno suizo ha decidido crear y financiar la fundación Geneva Science and Diplomacy AnticipatorEnlace externo (GSDA).

Cassis definió la diplomacia científica como “el recurso a la colaboración científica entre las naciones para abordar problemas comunes y crear partenariados internacionales constructivos”. El ministro abogó por “más política en la ciencia” y también de “más ciencia en la política”. En un artículo de opiniónEnlace externo publicado el 5 de noviembre en Le Temps, Cassis subraya que la diplomacia científica es un aspecto clave en la estrategia de política exteriorEnlace externo para los próximos años y que ahora cuenta con una carta, a saber, la Declaración de Madrid sobre Diplomacia CientíficaEnlace externo.

El CERN y las lechuzas

“Hay varios proyectos interesantes en el radar que tienen una componente de diplomacia científica, por ejemplo, en áreas como la parasitología u la ornitología”, explica Estermann, del Ministerio de Exteriores. “En estos campos, los investigadores, especialmente aquellos que trabajan en regiones políticamente complejas, tienen que superar varios obstáculos para cooperar, superar la barrera de las fronteras y trabajar con sus pares. En cierto sentido, se convierten en diplomáticos por necesidad y contribuyen fomentar el diálogo y la comprensión en contextos difíciles.”

Los proyectos suizos que combinan ciencia y diplomacia no son nuevos, aunque se desarrollan cada vez más gracias a los avances de la tecnología.

“Un ejemplo destacado de la diplomacia científica es la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERNEnlace externo), que se erigió sobre las cenizas de la Segunda Guerra Mundial y reúne a científicos del mundo entero”, señala Estermann. Este centro de investigación sobre física de partículas, a las afueras de Ginebra, que creó el Gran Colisionador de Hadrones, está reproduciendo su modelo en otros lugares. Un ejemplo es el proyecto SESAMEEnlace externo (Synchrotron-light for Experimental Science and Applications in the Middle East) y hay ideas concretas para crear proyectos similares en otras regiones, entre ellas los Balcanes.

Otro ejemplo, aunque a menor escala, es el de “las lechuzas para la paz” es el proyecto del ornitólogo suizo André Roulin que, al igual que el de los corales del Mar Rojo, tiene un aspecto ambiental.

Eficacia

La neutralidad de Suiza y su reputación de excelencia científica la convierten en un terreno fértil para proyectos de diplomacia científica. ¿Pero funcionan?

Estermann utiliza al CERN como referencia. “El CERN y Ginebra se convirtieron en un crisol donde jamás ha importado de dónde venían los científicos; lo que importaba y sigue importando es su contribución a la ciencia “, dice. En el CERN trabajan unos 2 500 investigadores de todo el mundo, recuerda.

“La colaboración científica pacífica que se desarrolla en Ginebra es un mensaje importante para el mundo y ser fuente de inspiración para todos nosotros”.

Arrecife de coral en el Mar Rojo
El norte del Mar Rojo y el Golfo de Aqaba, 2018 Guilhem Banc-Prandi

Pero Riccardo Bocco, profesor de Sociología Política del Graduate Institute of International and Development StudiesEnlace externo de Ginebra, reconoce los riesgos potenciales de la diplomacia científica. Advierte que Suiza debe prestar atención a ser imparcial en el tratamiento que da a los países en cuestión y que no “legitimar” regímenes como los de Israel o Arabia Saudí. Por ejemplo, según el sociólogo, algunos de quienes toman las decisiones en Suiza tienden a mostrar más simpatía por Israel porque ven en este estado una especie de “Suiza en Oriente Medio” que prioriza con éxito la investigación y el desarrollo de alta tecnología.

“Tienden a ver ese lado de la realidad y no que Israel no respeta el derecho internacional en Palestina, y promueven una relación con un estado, como Arabia Saudí, que no respeta los derechos humanos”, sostiene Bocco.

Volviendo al Mar Rojo 

En cuanto al proyecto del Mar Rojo, Meibom considera que los dos desafíos principales son lograr que los gobiernos acepten trabajar juntos y conseguir la financiación necesaria.

La prioridad inicial del proyecto será tomar muestras de coral en el Mar Rojo para identificar en qué estado se encuentran. Esto requerirá la cooperación de varios países que no tienen buenas relaciones en el presente. “Es una tema muy serio y complejo. Por eso necesitamos que la diplomacia reme a nuestro favor”, dice Meibom.

Arabia Saudí declaró recientemente que le gustaría que su arrecife de coral figurara en la lista del patrimonio mundial de la UNESCO. Si esto sucediera, según Meibom, el estado de protección otorgado por la ONU a este arrecife abriría un gran potencial para el trabajo político, diplomático y científico de la región.

“Desde un punto de vista científico, poder trabajar con los saudíes y sus científicos en los arrecifes de coral que se extienden a lo largo de casi 2 000 kilómetros del Mar Rojo, ¡es un sueño!”, dice el investigador de la EPFL.

Diplomacia científica de Ginebra

El nuevo Geneva Science and Diplomacy AnticipatorEnlace externo (GSDA), cuyo consejo directivo se reúne por primera vez en diciembre, podría contribuir a asegurar la financiación del proyecto sobre el coral. La fundación está encabezada por antiguo director ejecutivo de Nestlé, Peter Brabeck-Letmathe.

El primer desafío del Anticipador, dice Brabeck-Letmathe, es identificar las tendencias emergentes en la ciencia y la tecnología y alertar a quienes toman las decisiones del potencial que existe en dichas tendencias. La fundación, con sede en Ginebra, “posiblemente financiará proyectos exploratorios que aseguren una buena gobernanza” en torno áreas como la inteligencia artificial, la edición de genes, las tecnologías cerebrales o la geoingeniería.

El líder de la fundación cree que, si el Anticipador tiene éxito en su misión, “la diplomacia suiza habrá fortalecido sus buenos oficios en un nuevo campo de competencia”.

Traducción del inglés: Andrea Ornelas

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