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La readmisión condicionará la ayuda al desarrollo

Dos solicitantes de asilo nigerianos llegan al centro de Chiasso, en la frontera suiza con Italia. Keystone

Vincular la cooperación al desarrollo con la readmisión de demandantes de asilo rechazados: es la política que Berna podría adoptar en el futuro, sobre todo, con los países de África y de la primavera árabe. Las ONG tienen serias dudas de que esta vía sea eficaz.

“Vuelvan a recibir a sus ciudadanos que negamos el asilo o les privaremos de la ayuda al desarrollo”. Los términos del enunciado serían naturalmente más diplomáticos, pero es el discurso que Suiza pondría tener en el futuro para con los países de donde viene la mayoría de los demandantes de asilo…

Aunque estamos muy lejos de tan marcado radicalismo, una pequeña frase pronunciada la semana pasada por la ministra de Justicia y Policía, Simonetta Sommaruga, bastó para sobresaltar a los editorialistas. En una extensa entrevista, que publicaron los diarios Aargauer Zeitung y Südostschweiz el 20 de febrero, la titular de Justicia se refiere a los solicitantes de asilo tunecinos que deben regresar a su país y a cómo procederá Suiza si Túnez no colabora.

“El Consejo Federal (Gobierno) tomó una decisión importante el miércoles pasado: en materia de cooperación internacional, de ahora en adelante  atribuirá más importancia a la voluntad de cooperación de los Estados”, responde la ministra. Y precisa que su colega de Asuntos Exteriores, Didier Burkhalter, se entrevistó con su homólogo tunecino durante el Foro Económico de Davos en enero,  y que las negociaciones proseguirán en las “próximas semanas”.

Los que exigen

¿Significa que Berna hará presión para aprobar un acuerdo de readmisión con Túnez? Simonetta Sommaruga “no promete nada”. En el mensaje sobre la cooperación internacional 2013-2016, que aprobó el pasado 15 de febrero, el Gobierno se muestra cauteloso: “Donde es posible y juicioso, Suiza intenta asociar su compromiso en favor del desarrollo con la defensa de sus intereses en materia de inmigración”.

Pero hay quienes desean –e incluso exigen– una política más categórica.

En su sesión de otoño 2011, la cámara baja del Parlamento admitió dos mociones. Ambas piden que tal reciprocidad sea norma desde ahora. Aunque el Consejo Federal recomienda rechazarlas, los textos no se debatirán en la segunda cámara en la sesión de primavera.

Sin tino

Parece una receta sencilla, pero cabe preguntarse si acarreará el efecto esperado. “Tenemos serias dudas”, opina Pepo Hofstetter, de Alianza Sud, que agrupa a seis grandes ONG suizas activas en la cooperación. “Solo una cuarta parte de los demandantes de asilo llegados en 2011 procedían de países a los que Suiza brinda ayuda a largo plazo. Si a esa cifra añadimos el 13% de los países posrevolucionarios del norte de África, que también reciben ayuda helvética, queda un 62% de solicitantes de asilo que llegan de países a los que no damos nada”.

Obviamente, la amenaza de recortar la cooperación al desarrollo no repercutirá en estos países. ¿Y el resto? ¿Será fácil convencerlos?

“No del todo. Suiza no otorga ayuda a los gobiernos centrales, sino que trata de dirigirla siempre hacia las bases, a las autoridades y ONG locales. Por lo tanto,  ¿qué sentido tiene decir a un gobierno que se le retirará el dinero del que, de todos modos, no puede disponer?”, señala Pepo Hofstetter.

La posición de Alianza Sud es que “la cooperación internacional no debe instrumentalizarse con otros fines.  Si se suprime, quienes sufren son los pobres, no las élites políticas”.

Los países receptores de ayuda no son, generalmente, los que “proporcionan” candidatos al asilo. Y los demandantes de asilo tampoco suelen provenir de países con los que Suiza tiene acuerdos de readmisión.

Después de Croacia en 1993, Berna ha suscrito acuerdos de esa naturaleza con 44 Estados: 36 ex repúblicas soviéticas, países del antiguo bloque del Este, de la antigua Yugoslavia y de Europa Occidental, seis países asiáticos (Afganistán, Hong Kong, Macao, Filipinas, Sri Lanka, Vietnam) y dos países árabes (Argelia y Líbano).

El caso de África

En la lista figuran los Balcanes y Sri Lanka -de donde llegaron muchos solicitantes de asilo a finales del siglo pasado. África, en cambio, brilla por su ausencia. Suiza ha concluido tres convenios (República Democrática del Congo, Guinea-Conakry y Sierra Leona) cuyas líneas esenciales establecen los procedimientos de identificación y retorno, pero su alcance es de tiempo limitado, es decir hasta la conclusión de un hipotético acuerdo de readmisión pleno.

Desde hace un año, Suiza trata de ponerse de acuerdo con Nigeria sobre los términos de nuevo tipo de convenio de cooperación migratoria. Unos 4.000 nigerianos han llegado a Suiza en los últimos dos años y prácticamente ninguno tiene perspectivas de quedarse. Solo dos obtuvieron el estatuto de refugiado en 2010.

La cooperación migratoria propone un enfoque global que va desde la lucha contra el tráfico de personas y de droga hasta la promoción de los derechos humanos, pasando por la asistencia para el retorno y los programas de intercambio. Así, el otoño pasado se pudo ver a dos policías nigerianos recorrer con sus colegas locales las calles y las escuelas de San Gall para controlar a los traficantes de droga.

El acuerdo no basta

Solo falta que, como reiteró Simonetta Sommaruga en la entrevista citada, “la colaboración con  numerosos países en materia de readmisión funcione perfectamente”.

Pepo Hofstetter confirma que “especialmente Nigeria, Argelia y la República Democrática del Congo son los que sistemáticamente presentan problemas. Suiza proporciona ayuda humanitaria en la región de los Grandes Lagos del Congo, pero, por desgracia, el gobierno de Kinshasa se muestra poco sensible al drama que vive esa región para que la suspensión de la ayuda tenga un efecto”.

Cabe recordar que tanto Nigeria, Argelia como la República del Congo se han comprometido con Suiza -por medio de un acuerdo o convenio- o a readmitir a sus ciudadanos, lo cual refleja que una firma no resuelve todos los problemas…

Octubre 2002: Suiza ha concluido 13 acuerdos de readmisión, pero ya se habla de vincularlos con la ayuda al desarrollo. Doris Leuthard -hoy ministra, entonces diputada-, teme que tal posibilidad no haga sino “agravar los problemas relacionados con los solicitantes de asilo” y pide que el Gobierno adopte una posición.

Agosto 2010: En un informe global sobre la condicionalidad en política exterior, el Gobierno le responde que ese tipo de medidas no pueden ser la regla general, porque las decisiones deben ser tomadas caso por caso, aunque se piense que “la interrupción del diálogo o de la cooperación es posible como ultima ratio”.

Septiembre 2011: La cámara baja del Parlamento acepta las dos mociones que contradicen la opinión del Gobierno. Una es de la UDC (derecha conservadora) y pide suspender los pagos públicos y perdonar las deudas de los países que se niegan a cooperar en la readmisión de sus solicitantes de asilo rechazados o radicados ilegalmente en Suiza. La otra, liberales-radicales (derecha), demanda que la ayuda a los países del Magreb se condicione a los acuerdos de readmisión. Suiza debe intentar “por todos los medios” convencer a “las instancias internacionales” de que no ayuden al norte de África mientras no garantice la seguridad en sus fronteras y readmita a sus ciudadanos.

Enero 2012: El nuevo ministro de Exteriores, Didier Burkhalter, se entrevista con su homólogo tunecino sobre la cuestión de las readmisiones.

Febrero 2012: Simonetta Sommaruga, ministra de Justicia y Policía, declara a la prensa que en el futuro el Gobierno dará “más importancia a la voluntad de cooperación de los Estados” y cita el ejemplo de Túnez.

Primavera 2012: La cámara alta del Parlamento se pronuncia sobre las dos mociones. Su Comisión de Política Exterior recomienda aceptarlas. Por si no fuera suficiente, la UDC ha presentado otra moción que exige acuerdos de readmisión con 17 países en dos años, bajo la amenaza de romper no solamente la cooperación, sino también relaciones diplomáticas.

Traducción: Juan Espinoza

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