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De amenazas perceptibles e invisibles

El boom ha llegado al núcleo urbano de Beirut. Jens Schwarz/laif

“El mundo islámico acaba de celebrar su Año Nuevo y la Nochevieja cristiano-occidental está a la vuelta de la esquina. Ha llegado la hora, por tanto, de mirar atrás. En el Líbano, todos volvemos a respirar aliviados”, informa desde Beirut el periodista Werner Scheurer.

El año ha transcurrido de manera más o menos pacífica, y aquí eso no es muy normal. En la cotidianidad de Beirut nada vaticina una guerra amenazante, al contrario: la ciudad cree en un futuro prometedor. 

Por todas partes abren nuevos restaurantes y establecimientos, y los viejos modernizan su imagen. Por todos los rincones hay obras: en todos los barrios de la metrópoli se construyen sin cesar nuevos pisos de viviendas que asoman por encima de las casas circundantes.

En el centro urbano, que hoy se llama Downtown y que fue en gran parte destruido durante la guerra entre 1975 y 1990, es donde mejor se percibe el boom urbanístico, que aquí parece bastante ordenado: este año se han inaugurado  nuevos hoteles de lujo, y tras la apertura preliminar del extenso barrio comercial, las tiendas de última moda se abrieron a tiempo para el negocio de Navidad.

El barrio comercial se llama Asuaq Beirut, es decir, “mercados de Beirut”,  y se encuentra donde antaño estaba el mercado oriental, pero de eso ahora tan solo se acuerdan los beirutíes mayores. Además, en los alrededores se construyen nuevos monumentos capitalinos, entre los cuales figuran proyectos para viviendas de lujo, tiendas y edificios de oficinas de arquitectos de renombre mundial.

Todo este trajín no permite en absoluto deducir la inminencia de conflictos amenazadores, máxime si se tiene en cuenta el número creciente de turistas. El Líbano se está convirtiendo en un destino cada vez más solicitado por el turismo internacional, sea por sus lugares históricos, la belleza de sus paisajes o su celebérrima vida nocturna.

Controversia en torno al tribunal internacional

A pesar de ello, nadie se atreve a confiar en el optimismo que infunde la creciente actividad comercial. Junto a las obras todavía se ven las ruinas de edificaciones desmoronadas o destruidas durante la guerra. Son testigos de un boom pretérito que hoy, sin embargo, pasan inadvertidos.

Ya algo más inquietantes fueron aquellos disturbios que manifiestan el potencial de violencia latente en el país, como el tiroteo en marzo entre los guardaespaldas de dos directores de bancos en un club nocturno de Beirut y los combates entre la policía y las bandas de narcotraficantes en el valle del Becá. Aún más desconcertaron las esporádicas explosiones de depósitos de armas en el sur del país y el mortal incidente fronterizo de principios de agosto cuando soldados israelíes, en un intento de talar árboles, se acercaron demasiado a la línea de armisticio. También preocupantes fueron los motivos político-religiosos de dos escaramuzas sangrientas que tuvieron lugar en los barrios de Beirut.

Hoy, sin embargo, el motivo principal para la inseguridad subyacente en la población —o la casi seguridad sobre un inminente estallido de la violencia— constituye, desde hace varios meses, la continuada controversia desatada en torno al Tribunal Internacional que divide al país y que en las últimas semanas ha paralizado la actividad del Gobierno. El tribunal especial fue establecido por decisión del Consejo de Seguridad de la ONU y tiene por cometido esclarecer el origen de los atentados de bomba de febrero de 2005, que costó la vida al entonces primer ministro Rafiq Hariri y a otras 21 personas.

Provisiones de emergencia

Los cuatro primeros sospechosos fueron puestos en libertad tras varios años de cárcel sin demandas judiciales pendientes. Desde hace varias semanas, el país entero está esperando con intranquilidad la publicación del sumario, aunque casi todo el mundo parece saber que se imputarán a miembros de Hezbolá, el “Partido de Alá”.

La organización islamista libanesa no acepta la acusación y cuestiona en una gran campaña la imparcialidad del tribunal. De sus contrincantes políticos —con los que mantiene un gobierno de coalición— exige bajo amenazas que se desvinculen del tribunal.

En mayo de 2008, los milicianos de Hezbolá ya mostraron que son capaces de paralizar la capital y el país de la noche a la mañana. Ocuparon varios distritos urbanos, asediaron instituciones gubernamentales, acallaron a los medios de comunicación del oponente político y bloquearon el aeropuerto. Es claramente posible que esto vuelva a ocurrir otra vez.

Con estas perspectivas a la vista, el suizo en el exterior suele recordar los sabios consejos de los tiempos de la Guerra Fría, cuando cada familia almacenaba provisiones de emergencia para estar preparado en caso de problemas de abastecimiento por la posible irrupción de una crisis internacional.

En Beirut es posible que las tiendas del barrio estén cerradas por un par de días o que por algún tiempo no dispongan del surtido completo. Por eso es altamente recomendable seguir los consejos que gracias a Internet ofrece el Gobierno suizo sobre lo que hay que almacenar en caso de emergencia: alimentos básicos, pilas para la radio o papel higiénico, todo se encuentra en pocos clics.

Consejos valiosos de Suiza

Uno se tranquiliza al ver enseguida que la información no proviene del Departamento de Defensa, sino de la Oficina Federal para el Aprovisionamiento Económico del País, del Departamento de Economía. A las alturas del año 2010, en Suiza, la necesidad de un aprovisionamiento de emergencia ya no se justifica con guerras y conflictos, sino con pandemias y catástrofes naturales.

Y de repente uno se da cuenta de que en el Líbano, además de las amenazas políticas, hay que considerar otros peligros: el país está ubicado en el cabo septentrional del valle del Jordán, la continuación del Gran Valle del Rift de África. Es por eso que la región tiene  una larga historia sísmica. Un terremoto particularmente fuerte destruyó Beirut en el año 1759, cobrándose las vidas de miles de víctimas. En el valle del Becá se vinieron abajo las gigantescas columnas del célebre templo romano de Baalbek. Otro motivo para almacenar provisiones.

Sin embargo, desde Suiza no solo llegan buenas recomendaciones: la Confederación también participa en el Líbano en una campaña del programa de desarrollo UNDP de la ONU, que tiene como objetivo sensibilizar al público sobre los riesgos de los terremotos y otras catástrofes naturales. Además, apoya la formación del personal médico de emergencia y de los expertos de la construcción, ya que los aprovisionamientos suelen durar solo un par de días.

Los escritores suizos con residencia en el extranjero mantienen intacta la curiosidad respecto a su entorno y nos envían imágenes de países lejanos.

swissinfo.ch invitó a integrantes de la llamada V Suiza a describir su país de acogida. Werner Scheurer escribe desde Líbano.

El periodista, de 55 años, vive desde mediados de 2009 en Beirut.

Es corresponsal del periódico semanal WOZ.

En los años 90 vivió cinco años en el Cairo.

Traducción, Antonio Suárez Varela

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