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Una ciudad con tres castillos en el corazón

El castillo de Montebello, al fondo el Pizo di Claro nevado. Remy Steinegger

Castelgrande, Montebello, Sasso Corbaro: son los nombres de los tres castillos inscritos en el año 2000 por la UNESCO como patrimonio de la humanidad. Un motivo de orgullo para Bellinzona que ha contribuido a impulsar el turismo en la región.

Los castillos de Bellinzona se encuentran entre los más admirables testimonios de arquitectura fortificada medieval en Suiza. Y hoy son un elemento clave como atracción turística para la región. La configuración que vemos se debe esencialmente a la compleja actividad edificadora promovida por los duques de Milán en el siglo XV.

Franco Ruinelli, director de Bellinzona Turismo, no tiene dudas: el reconocimiento de la UNESCO no sólo ha traído hasta Bellinzona a gente de todo el mundo y caras nuevas. “Es como si, de improvisto”, explica a swissinfo.ch, “los habitantes del Tesino, incluidos los ciudadanos de Bellinzona, hubieran redescubierto los castillos”.

La UNESCO no sólo ha vuelto a acercar los castillos a los lugareños. “Ha incluso habido un radical cambio en la mirada, en la forma de ver estos castillos. Su inclusión en la lista de sitios patrimonio de la humanidad”, continúa Ruinelli, “ha sido la ocasión para promover de forma diferente el territorio, sus riquezas y sus valores”.

Al renacimiento de los tres castillos – conocidos desde ya en todo el mundo gracias a los nuevos medios de comunicación de masas como Internet – han contribuido igualmente, según Ruinelli, incluso las exitosas restauraciones de dos de los tres castillos, los cuales han adquirido un nuevo esplendor.

Castelgrande, el ‘Castillo Viejo’

Restaurado con gran maestría por el arquitecto tesinés Aurelio Galfetti, Castelgrande es el primero de los tres castillos. Se llamó también ‘Viejo Castillo’ entre los siglos XIV y XV, ‘Castillo de Uri’ a partir de 1506 y ‘Castillo de San Miguel’ en 1818.

Situado en pleno centro de la ciudad, Castelgrande es un silencioso y elegante testimonio de la vida cotidiana urbana: a los pies de su pared rocosa, en la Piazza del Sole, la gente se reúne, se organizan fiestas y conciertos e incluso se realizan recepciones oficiales e internacionales.

Se puede acceder al castillo tanto a pie como en ascensor, incrustado en la roca de la montaña. Son igualmente partes integrantes de la estructura un museo histórico, un restaurante y un espacio polivalente. El castillo está protegido por el norte gracias a una pared rocosa casi vertical.

Montebello, el ‘Castillo del Medio’

El imponente complejo de Montebello fue llamado en el 1400 ‘Castillo Pequeño’, ‘nuevo’, o ‘del medio’. A partir de 1506 se lo conoció como Castillo de Schwyz y en 1818 Castillo de San Martín. El edificio surge sobre una estribación rocosa al este del núcleo urbano de Bellinzona. Sus orígenes se remontan al siglo XIII tardío.

Caído en el abandono en el siglo XIX, alrededor de 1900 el castillo presentaba un cuadro de ruina inminente. Importantes restauraciones se llevaron a cabo a partir de 1903, mientras que entre 1971 y 1974 se restauraron los salones internos a fines de presentar exposiciones. “La estructura del Castillo de Montebello”, precisa Franco Ruinelli, “es muy delicada. Existen proyectos de restauración para la mencionada estructura, pero deberán ser evaluados con extrema atención”.

El complejo alberga hoy el museo cívico con la colección arqueológica, que comprende piezas únicas provenientes de las necrópolis prehistóricas del Tesino. El Castillo de Montebello es el que recuerda más a los castillos de los cuentos. Es a menudo el escenario de fiestas y recibe numerosos visitantes gracias a su museo.

Sasso Corbaro, el ‘Castillo de la Cima’

Es el más alto de los tres castillos y domina la ciudad entera ofreciendo a los visitantes un paisaje realmente impresionante. Conocido como Castillo de Unterwald desde 1506 y Castillo de Santa Barbara a partir de 1818, el Castillo de Sasso Corbaro se encuentra al sudeste de la ciudad y está situado en el punto más alto de la colina rocosa, inmerso en un suntuoso mar de verde.

Paola Piffaretti es la arquitecta tesinesa encargada de todo el proyecto de revalorización interna de la fortificación. Ha logrado devolver el brillo y la luz a un edificio que estaba considerado en 1894 como “al borde del colapso”.

Hoy el castillo, que alberga un restaurante y varias salas de exposiciones, ha redescubierto su antiguo esplendor gracias a intervenciones simples, sobrias, funcionales e innovativas. La fortaleza es también muy valorada desde el punto de vista paisajístico, gracias a una red de senderos y los trabajos de limpieza y mantenimiento en toda la colina.

Los muros de la ciudad y el baluarte

“A diferencia de otras ciudades, en las que las fortificaciones están dispuestas concéntricamente alrededor de la superficie habitada”, explica Werner Meyer en la guía dedicada a los castillos, “las murallas de Bellinzona consisten de dos líneas separadas. Sus puntos extremos llegan a fundirse con las estructuras defensivas de Castelgrande y de Montebello, de un modo tan estrecho que, de hecho, no se comprende dónde comienzan los muros de la ciudad y donde terminan las estructuras externas de los castillos”.

Los muros originales, de los que aún hoy sobrevive más del 60%, han sido modificados en los últimos cien años, tanto por tareas de mantenimiento como por la apertura de pasajes para peatones y vehículos. En la periferia occidental de Castelgrande se conecta, siguiendo a una pared rocosa natural, la mencionada muralla creando un muro que prosigue hasta encontrar la ladera de la montaña en la orilla derecha del río Tesino.

“Lamentablemente, con el correr de los años”, comenta Meyer, “gran parte de la pared se ha perdido. Hasta el punto que hoy esta obra se ve gravemente mutilada, dejando abiertas importantes grietas en el proyecto global de defensa”.

“El complejo fortificado de Bellinzona es un notable ejemplo de estructura defensiva de fines de la Edad Media, controlando un paso alpino estratégico”.

“Los castillos de Bellinzona constituyen un ejemplo eminente de un complejo arquitectónico y paisajístico, testimonio de un periodo significativo de la historia”.

(Traducción: Rodrigo Carrizo Couto)

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