Confeti, vino caliente y mucha cebolla
De nuevo el Mercado de la Cebolla hace su aparición en el corazón de la capital suiza.
Cada último lunes de noviembre, Berna festeja a la cebolla, adornada de múltiples formas, en 600 puestos situados frente al Palacio Federal.
Los berneses esperan esta fecha con entusiasmo. Es el máximo festejo anual que adorna el casco viejo de esta ciudad medieval.
La protagonista principal del conocido Mercado de la Cebolla es este bulbo, blanco, amarillo y morado, indispensable en la gastronomía helvética.
Se utiliza en los platillos con carnes durante la reciente temporada de caza otoñal o en la conocida sopa de cebolla bernesa, que desde este mañana decenas de personas degustaron desde temprano, en medio del festejo.
Y es que, si normalmente los suizos se destacan por comenzar temprano el día, en Berna, con el Mercado de la Cebolla, los despertadores sonaron aún antes de lo habitual.
Mientras los visitantes se alistaban, los campesinos que año con año llegan a Berna a participar en el ‘Zibelemärit’, ya tenían listos sus puestos. Como la costumbre lo señala, empiezan a levantarlos a las 4 de la madrugada.
Llegan de los poblados que rodean a Berna, sobre todo de la planicie, principal región de la producción de hortalizas del país.
Los labriegos colocan frente a su puesto, con orgullo, el nombre de familia y el sitio de procedencia. Comparan entre ellos cuál de estos apellidos es el más ancestro en el mercado bernés de este último lunes de noviembre.
Reservas para el invierno
La verdura de origen asiático es bien acogida en Suiza y este lunes se ve disfrazada con el chal de una campesina, con un gorro de bebé, con el atuendo de Mickey Mouse o se alinea en los tradicionales collares y trenzas decoradas con flores y listones de colores.
Las trenzas colgarán de las cocinas bernesas y serán consumidas mientras transcurre el frío invernal, pese a que el hábito de guardar en el sótano reservas va desapareciendo, gracias a la modernidad de los frigoríficos y la aparición de los supermercados.
Sobre el origen de esta celebración bernesa se sabe poco. Sin embargo, una de las leyendas más difundidas se remonta al devastador incendio que Berna sufrió en 1405.
Para mitigar los daños del siniestro, dice la voz popular, los campesinos de las poblaciones aledañas y, particularmente de Friburgo, acudieron con alimentos y otro tipo de ayuda a la vecina Berna. En señal de agradecimiento, los berneses habrían creado lo que hoy se conoce como la Fiesta de la Cebolla.
Lo que sí es enteramente comprobable es que a los suizos les gusta mucho la cebolla: consumen una medida de 400 toneladas cada semana y es el cuarto producto preferido de la cocina helvética.
Pero este año deberán ver restringida su oferta debido a los calores del verano pasado que afectaron a la cosecha. Un hecho que se observa este lunes en el Mercado de la Cebolla en el que sólo 28 toneladas de esta hortaliza llegaron al festejo, es decir, casi la mitad de lo acostumbrado.
swissinfo, Patricia Islas Züttel
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