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Contingentes para frenar la inmigración

La inmigración en Suiza aumentó un 3% en 2011 respecto al año precedente. RDB

En 2011 llegaron a Suiza más inmigrantes que en los años precedentes. Esto ha desatado un debate sobre la denominada cláusula de salvaguardia, prevista en los acuerdos bilaterales entre Suiza y la Unión Europea.

La eventual introducción de contingentes para limitar el aflujo de trabajadores del este europeo no genera oposición, quizás porque su efecto sería escaso.

Cerca de 75.000 extranjeros se establecieron en Suiza en 2011, un 15% más respecto al año precedente. Entre ellos figuran trabajadores de los 8 países del de Europa del Este que se adhirieron a la UE en 2004: Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia, República Checa y Hungría.

Desde mayo de 2011, cuando se suprimieron las restricciones a la libre circulación de personas entre Suiza y los nuevos miembros de la UE, han llegado 4.700 personas. El aflujo de trabajadores del este europeo supera así la media de los últimos tres años.

Están reunidas, pues, las condiciones para recurrir a la cláusula de salvaguardia que contemplan los acuerdos sobre libre circulación de personas entre Berna y Bruselas. La cláusula, que puede aplicarse hasta el 31 de mayo  de 2014, prevé la posibilidad de limitar los permisos de estancia y residencia, en caso de que la inmigración supere en al menos un 10% la registrada en los tres años precedentes.

Regreso a los contingentes

En la práctica, Suiza podría reintroducir los contingentes, lo que –según estimaciones- reduciría en cerca de 1.200 el número de inmigrantes de los miembros orientales de la UE.

“En el momento en que se supere el tope que fijan los contingentes, Suiza tendrá que dar prioridad a los trabajadores nacionales, como ocurre hoy en el caso de los países extracomunitarios. Para contratar a un trabajador de uno de los ocho nuevos miembros de la UE, los empleadores deberán demostrar que no han encontrado en Suiza ni en uno de los otros 15 miembros de la UE un profesional que reúna los requisitos equivalentes”, explica Irene Tschopp, experta de la Oficina de Economía y Trabajo del cantón de Zúrich.

La aplicación de esta cláusula no supondría trámites adicionales para las autoridades administrativas, pero sí –como hasta ahora- para los empleadores, que en su mayoría son favorables a la libre circulación de personas y no quieren contingentes. Aun así no se oponen a que se aplique la cláusula, porque son conscientes de la preocupación que genera la creciente inmigración en la población suiza.

De hecho, tanto la Federación Suiza de Empresarios (economiesuisse), como la Unión Patronal Suiza (UPS) están dispuestas a aceptar una limitación temporal de la inmigración de los miembros orientales de la UE.

Gesto simbólico

La Unión Suiza de Artes y Oficios (USAM), que agrupa a las pequeñas y medianas empresas, incluso se ha pronunciado a favor de la introducción de contingentes. “Si analizamos las cifras, vemos que la inmigración a penas se reduciría”, reconoce el director de la USAM, Hans-Rudolf Bigler.

“En una reciente encuesta, las PYME se han manifestado claramente a favor de la libre circulación de personas. Pero el aumento de la inmigración también les preocupa”, agrega Bigler. Por ello juzga positiva una señal simbólica para mostrar que se tienen en cuenta sus inquietudes.

Cabe preguntarse si la población se contentaría con un gesto simbólico, cuya eficacia es escasa. “Los contingentes ofrecerían una pausa para reflexionar sobre cómo afrontar los problemas derivados de la creciente movilidad, especialmente en los mercados inmobiliario y laboral”, sostiene el director de la USAM. Problemas que no se deben solamente al aumento de la inmigración.

Modelo de éxito

El grupo parlamentario del Parito Liberal Radical (PLR, derecha), próximo a los círculos empresariales, respalda la aplicación de la cláusula de salvaguardia.

El PLR duda que esta medida tenga la repercusión deseada. Según el diputado Andrea Caroni, la introducción de contingentes podría, sin embargo, reducir la presión actual y contrarrestar la iniciativa popular Contra la inmigración en masa, promulgada por la Unión Democrática del Centro (UDC).

“Pero también podría resultar un tiro por la culata”, advierte Caroni, quien no comparte la posición mayoritaria de su grupo parlamentario. “Se enterrarían los principios de apertura del mercado laboral, sin obtener nada a cambio, salvo contingentes poco eficaces”.

Aunque contrario a toda reglamentación estatal del mercado de trabajo, Caroni se declara “profundamente convencido de que la libre circulación de personas es un modelo de éxito: permite el ingreso de inmigrantes cuando el sector económico los necesita para que contribuyan con su mano de obra al crecimiento”.

Desempleo bajo

A su juicio, la inmigración no constituye un problema mientras “lleguen personas que se integren y respeten las normas, no se aprovechen del estado social y encuentren un trabajo”. Y en comparación internacional, el desempleo es ínfimo en Suiza.

“En los sectores en los que trabajan muchos extranjeros disponemos de medidas colaterales para proteger a la mano de obra nacional. Además, podemos dejar de conceder un permiso de estancia de cinco años y limitar la agrupación familiar”, sostiene el diputado.

El grupo parlamentario del Partido Socialista (PS) aún no ha debatido sobre la cláusula de salvaguardia, pero su presidente, Christian Levrat, ha manifestado en diferentes entrevistas que no descarta su introducción.

“De brazos cruzados”

La inmigración es el caballo de batalla de la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora). Según su diputado Ulrich Schlüer, “la clase política pierde el tiempo con medidas que no van a tener el resultado esperado”.

“Esta cláusula reducirá en apenas 1.200 personas el número de inmigrantes del este europeo”. En su opinión, se trata “una vez más de una medida fingida e ineficaz con la que se pretende ocultar que las autoridades de Berna se cruzan de brazos frente al problema de la inmigración”.

El acuerdo de libre circulación de personas, en vigor desde 2002, es uno de los 7 convenios bilaterales que Suiza y la UE firmaron en 1999.

Este acuerdo facilita que los ciudadanos de un país miembro de la UE pueden establecerse y trabajar en Suiza y viceversa: que los suizos.

Los suizos aprobaron los 7 convenios bilaterales en 2000: 67,2% votos favorables.

En 2005, el 56% de los votantes aceptaron ampliar la libre circulación de personas a los 10 nuevos miembros de la UE.

En 2009, el 59,6% de los suizos dieron su visto bueno a la renovación del acuerdo de libre circulación de personas y a su ampliación a Rumanía y Bulgaria.

A fines de diciembre de 2011, en Suiza vivían 1.772.279 extranjeros, un 3% más que el año precedente.

Cerca de dos tercios provienen de uno de los países miembros de la Unión Europea.

La proporción de extranjeros respecto a la población total crece cada año.

Aumenta sobre todo el número de inmigrantes de la UE.

La inmigración extracomunitaria, en cambio, se mantiene estable.

(Traducción y adaptación: Belén Couceiro)

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