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“Cuando escribo me dicen que soy bailarina”

A sus 52 años, Araceli Rico conserva la elegancia de la bailarina. swissinfo.ch

Desde que se instaló en Suiza hace nueve años, Araceli Rico se ha dedicado a dictar cursos y conferencias sobre arte y literatura en universidades, museos y centros culturales. Una intensa actividad académica que la historiadora del arte y coreógrafa mexicana ha compaginado con la danza y la escritura.

En su silueta y movimientos se perciben la delicadeza y elegancia de la bailarina. La tez morena y los ojos oscuros grandes resaltan sus rasgos exóticos. Es una mujer menuda, de modales suaves y carácter apacible.

Araceli Rico nació el día de San Valentín de 1953, en la capital mexicana, en el seno de una familia de cuatro hermanos de los que dos viven hoy en tierras helvéticas.

Tras licenciarse en Historia en la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM), se trasladó a Europa para realizar estudios de Historia del Arte en las universidades de la Sorbona (París), donde obtuvo el doctorado, y de la Sapienza (Roma).

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Frida Kahlo: fuente inagotable de inspiración

En 1987 publicó su primera obra: Frida Kahlo. Fantasía de un cuerpo herido, un ensayo crítico y analítico que penetra en el espacio de la literatura y el arte. “En este análisis iconográfico yo presto especial atención al cuerpo, a la anatomía de la mujer”, explica.

“No es raro que Frida haya pintado precisamente la historia de su cuerpo herido. No es simplemente un cuerpo, sino la historia de este calvario que ella tuvo que sufrir en carne propia.”

“Yo pienso que la anatomía femenina rige el destino de una mujer. Sentimos el mundo de una manera diferente, me parece. El hecho de dar vida, de sangrar cada mes, nos hace tener una visión del mundo distinta, a veces estoica, y esto en Frida Kahlo es patente”.

La artista vanguardista mexicana que rompió con los esquemas de su tiempo y que defendió su individualidad a toda costa ha marcado la trayectoria académica y coreográfica de Araceli Rico, y probablemente también el rumbo de su vida.

Llegó por primera vez a Suiza hace nueve años para dictar una conferencia sobre Frida Kahlo (1907-1954), en el Museo de Arte de Berna, donde conoció a la bailarina Susanne Daeppen.

Juntas crearon la coreografía ‘Las dos Fridas’, inspirada en el célebre lienzo que plasma la dualidad del carácter de la pintora mexicana, que “presentamos en Berna, Solothurn y luego en un festival de danza contemporánea en Nueva York”.

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Tronco sin ramas: un reto al caciquismo mexicano

Este contenido fue publicado en Tronco sin ramas narra la historia de una familia acaudalada mexicana que semana tras semana acude sin falta al almuerzo dominical en la finca El Peral, propiedad del patriarca de la dinastía más influyente del pueblo de Calpulalpan. “Los Gálvez y Peña constituían un verdadero clan cuyo poder se heredaba de padre a hijo, de…

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Esperanza Iris: pasión por el teatro

Pero en la vida de Araceli Rico hay otra figura femenina que la ha acompañado en su camino – “otra historia de amor”, como ella dice -, y a la que rinde homenaje en su segundo libro: El Teatro Esperanza Iris. La pasión por las tablas. Medio siglo de arte teatral en México (1999).

“Esta mujer me sorprendía por esa entereza, por esa capacidad de levantar su propio teatro y de hacer de México uno de los primeros foros en toda Latinoamérica desde los años veinte hasta los años setenta.”

El libro es una crónica artística e histórica de “uno de los teatros más importantes que tuvo México después de la Revolución, donde llegaban todos los espectáculos de España, Francia e Italia, las óperas, las operetas, que después pasaban a Nueva York”, explica su autora.

Araceli Rico fue curadora del Archivo Histórico de esa institución que, desgraciadamente, “terminó en llamas”. “Yo hice el libro justamente para guardar la memoria” de ese mítico escenario donde solía cantar la soprano Pepita Embil, figura legendaria de la zarzuela y madre del tenor Plácido Domingo.

Es doctora en Historia del Arte por la Universidad de la Sorbona y colaboradora habitual de swissinfo.

Actualmente trabaja como docente de lengua y literatura española y latinoamericana en el Spanisch Sprachstudio de Zúrich.

En esa institución dirige el Centro Cultural Sor Juana Inés de la Cruz que organiza conferencias, lectura de poesía, tardes de cine y visitas guiadas a museos.

Ha creado varias coreografías y tiene tres obras publicadas: un ensayo crítico y analítico sobre Frida Kahlo; una crónica histórica sobre el Teatro Esperanza Iris y una novela.

El salto a la ficción

El germen de Tronco sin ramas, su primera novela, empezó a gestarse “hace siete años en la Clínica Universitaria de Zúrich”, donde la escritora permaneció ingresada varias semanas por un herpes zoster, “uno de los más agudos y dolorosos”.

Recuerda que de repente sintió “una enorme necesidad de comenzar a escribir”. “Y no me preguntes ni cómo, ni cuándo, ni porqué, pero el primer personaje (el patriarca Juan Gálvez y Peña) nació ahí”.

“Pasar de la escritura científica a la ficción fue un salto enorme”, pero a medida que iba escribiendo, “me sentía cada vez mejor, y pienso que ese va a ser mi camino”, confiesa. “Pienso seguir escribiendo cuentos o novelas.”

“Alguien me preguntó en una ocasión si hacer coreografía o bailar era lo mismo que escribir. Yo no sé si sea lo mismo, pero en todo caso las dos disciplinas tienen algo en común”, dice.

“Si para el bailarín es el espacio el que tiene que llenar con su cuerpo, para el escritor es esa famosa hoja en blanco la que tiene que llenar con historias, palabras, conceptos, ideas.”

La despedida de la bailarina

“Cuando bailaba me decían que yo era la filósofa y cuando escribo me dicen que soy demasiado bailarina. ¿Entonces dónde diablos estoy?” Y se ríe. Sin duda esa es la prueba de que las dos disciplinas “se compenetran, retroalimentan y enriquecen constantemente”.

A sus 52 años, magníficamente llevados, Araceli Rico ha emprendido una nueva aventura. Su etapa parisina estuvo marcada por la historia del arte, en Roma se consolidó como coreógrafa y en Suiza debutó como novelista.

“Bueno, es todo una evolución. Yo seguí creciendo y tomé este camino. Y tengo que decir que si algo le debo a Suiza, es esta nueva forma de vida que tengo, que es la ficción.” Aquí encontró, dice, “la tranquilidad y calma necesarias para decirle adiós a mi vida de bailarina y dar este paso”.

Y es que la danza “es efímera, es una de las artes que más pronto terminan. Un bailarín, después de los cincuenta años, es muy difícil que siga manteniéndose como lo era a los treinta o a los veinticinco.”

Por eso baraja la idea de brindar sus coreografías al Ballet Nacional de México para dejar constancia de ese trabajo. “Ceder los derechos de autor es una forma de crecer”, sólo que “uno nunca quiere dejar a los hijos”, confiesa. “Y yo no es que sea una madre celosa ni mucho menos, pero tengo que pensarlo…”

Frida Kahlo. Fantasía de un cuerpo herido, Plaza y Valdés Editores, México, 2000 (5ª edición)

El teatro Esperanza Iris. La pasión por las tablas, Plaza y Valdés Editores, México 1999

Tronco sin ramas, Instituto Mexiquense de Cultura, México, 2003

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