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Con o sin mujeres barbudas, el circo sigue siendo espejo del mundo

Manifestación de opositores a los animales de circo en Lucerna, 2007.
Manifestación de opositores a los animales de circo en Lucerna, 2007. Keystone

El Circo Knie –también conocido como el Circo Nacional de Suiza– se aventura en  la gira de su centenario. Hecho que no pasa desapercibido: el circo sigue rodeado de un halo particular en el que se entremezclan sueños y sobresaltos. ¿Puede suscitar hoy los mismos sueños que en 1919? Cuesta creerlo, pues la evolución de la moral ha cortado las alas al circo tradicional. Columna de opinión.    

Durante mucho tiempo, el circo ha estado asociado a un mundo extraño y fantástico. Por lo que a menudo ha sido representado en la pintura, la literatura o el cine. Todavía en los años 70, había series de televisión juvenil protagonizadas por niños que soñaban con dejarlo todo para unirse a una carpa. Un escenario de ciencia ficción para los jóvenes de hoy, ligados al mundo virtual casi desde la cuna.   

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no necesariamente corresponden a las del conjunto de las redacciones de swissinfo.ch.

Un mundo hecho de sobresaltos, gracias sobre todo a los animales salvajes. Estar en primera fila, a unas cuantas decenas de centímetros de los leones, separados de ellos por una simple rejilla que imaginamos que pueden traspasar de un salto, deja un recuerdo imborrable. El olor y el sonido que emanan estas bestias suscitan una emoción que ninguna pantalla transmitirá jamás.

Museo de curiosidades

Si antiguamente el circo hacía soñar, es porque era una ventana abierta al mundo en una época en la que el cine no existía y en la que el campanario del pueblo vecino era el horizonte más lejano para la mayoría de la gente. Al igual que con las exposiciones universales, ir al circo era la única manera de ver de cerca a un habitante llegado del otro lado del planeta.      

El progreso tecnológico hace tiempo ha hecho que quede desfasada esta función de apertura al mundo. Hoy en día, un espectáculo de este tipo sería, por supuesto, totalmente anacrónico y sonaría falso.  

Foto antigua de una mujer barbuda
Joséphine Boisdechene Versoix fue presentada en el circo Barnum bajo el seudónimo de “la mujer barbuda de Ginebra”. History And Art Collection / Alamy Stock Photo

El circo de antaño permitía, asimismo, ver otras curiosidades basadas no ya en el origen geográfico, sino en las características físicas. Enanos, gigantes, mujeres barbudas o siameses despertaban entonces el asombro y la admiración del público.

Hoy en día, este tipo de espectáculos serían del todo impensables. Estaría mal visto que un circo mostrara en la actualidad a un hombre elefante para ganar dinero. En esta época de pleno respeto a las minorías más diversas, un espectáculo de este tipo acabaría inevitablemente con el circo por oprobio y linchamiento mediático, o incluso a través de un juicio o medidas de represalia.

No más animales salvajes

La exhibición de estos “monstruos de feria” humanos ha formado parte de la historia desde hace mucho. Ahora el uso de animales salvajes es lo que constituye un problema.  

Los números con monos sabios, el malabarismo de focas, los saltos de fieras o incluso los desfiles de elefantes pronto serán, también, vestigio del pasado. De hecho, en esta época en la que el veganismo está de moda, en la que se apedrean carnicerías y en la que los animales cuentan con el apoyo de abogados, los espectáculos de animales salvajes se cuestionan, incluso aunque el imaginario colectivo siempre haya asociado a estos con el circo.  

Sectores muy activos reclaman su prohibición, por respeto a la “dignidad” animal. Y estas peticiones no quedan en papel mojado. Unos cuarenta países ya han prohibido –o lo harán pronto– los espectáculos con animales salvajes.

En Suiza, en lo que a animales se refiere, los circos están sujetos a las mismas reglas estrictas que los zoológicos. Pero a lo largo de este 2019, para dar trámite a una moción de una parlamentaria ecologista, el Gobierno decidirá si es necesario dar otra vuelta de tuerca.  

Dos elefantes en la arena del circo
El último número con elefantes en el circo Knie tuvo lugar el sábado 22 de noviembre de 2015 en Lugano. Los espectáculos con elefantes se habían convertido en una tradición del circo Knie desde la década de 1920. Keystone

En realidad, para evitar polémicas, la mayoría de los circos suizos motu proprio ya han renunciado al uso de animales salvajes. Aunque famoso por domar elefantes –incluso en el seno de la familia real monegasca–, el circo Knie abandonó sus paquidermos en 2015. Ahora, la arena se ha convertido en el territorio de caballos, de ponis e incluso, a veces, de cabras.  

Una pequeña y bonita fauna por consenso, aunque, admitámoslo, algo menos glamurosa que el coto de grandes animales exóticos. Por último, tan consensuadas que las personas descontentas no se conmoverán por las condiciones de cautiverio de cabras, ovejas o… del circo de pulgas.

Definitivamente el espejo del mundo

Un tigre en una fuente
Inimaginable hoy: un miembro de la familia Knie refresca a un tigre. Fotoarchiv Knie / Chris Krenger

El espíritu de la época, respetuoso de todos y con todo, ha hecho ya mucho para quitarle brillo al circo tradicional. Y tal vez esto no ha terminado.    

Con un poco de imaginación, se podría concebir la prohibición de los números acrobáticos o de lanzamiento de cuchillos en un mundo occidental moderno que cada vez soporta menos la idea de la muerte y el percance. En cuanto a los magos, que tienen por costumbre utilizar asistentes a cada cual más sexy para desviar la atención de sus pequeños trucos de juegos de manos, es sorprendente que todavía no hayan sido puestos en la picota.   

En resumen, con un poco más de esfuerzo, el circo pronto se convertirá en un amigable espectáculo consensuado, aséptico y privado de todo realce. Pero en esto, permanecerá fiel a su vocación inicial: ser el espejo de nuestro mundo.

Traducción del francés: Lupe Calvo

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