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Adiós al mexicanísimo ciudadano del mundo

Descanse en paz Carlos Fuentes, autor de La Gran Novela Latinoamericana. Reuters

Cuando llegó a Zúrich, aquel verano de 1950, convencido que era “la corona misma de la prosperidad” en medio de una Europa convaleciente de la guerra, pensó: ¿dónde tienen escondido el oro? No halló a los nibelungos pero sí al “amarre más seguro de nuestra atracción literaria latinoamericana hacia Europa”.

Ese “encuentro lejano” con Thomas Mann movió a Carlos Fuentes a coronar “a Zúrich como la verdadera capital de Europa”.

En vísperas de un nuevo estío, 62 años más tarde, el creador de Aura y de Gringo Viejo, de La Muerte de Artemio Cruz… este arquitecto del “boom” latinoamericano, murió a los 83 años en la Región más Transparente.

Para la Doctora Yvette Sánchez, responsable de la cátedra de Literatura Española en la Universidad de San Gall, la muerte del intelectual mexicano es una gran pérdida para la literatura española y para la literatura universal. Y no nada más para el mundo de las letras:

“Carlos Fuentes tenía un fuerte compromiso político y social. Se interesaba por la intrahistoria de los desposeídos, pero siempre se mantuvo impertérrito”.

La obra de Carlos Fuentes, su vida misma  es un constante ir y venir, un péndulo que oscila entre su ser mexicano y su cosmopolitismo; entre Europa y su país; entre Estados Unidos y el mundo latino; entre el empleo de uno y otro  género literario; entre la cultura popular mexicana y la cultura de élite, destaca la especialista.

Empero, añade, su compromiso político y social se mantuvo inalterable.  

El fallecimiento del escritor, diplomático y político mexicano llena de consternación y de tristeza en México y fuera porque “Carlos Fuentes era un ciudadano del mundo”, comenta la profesora.

El boom latinoamericano

Evoca que el también autor de Terra Nostra y de una amplísima obra literaria integra junto con Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar, lo más excelso de las letras latinoamericanas de la segunda mitad del siglo XX. Los cuatro son los artífices del “boom” del Sur del Río Bravo.

Cortázar murió en los años 80, recuerda la catedrática. Vargas Llosa y García Márquez obtuvieron el Premio Nóbel, no así Carlos Fuentes quien sin embargo recibió una larga serie de premios y de honores. “Pero seguramente el Nóbel lo habría dado a conocer aún más fuera del mundo de habla hispana”.

También en el ámbito de las comparaciones, la profesora señala igualmente que aunque los tres escritores partieron de una misma premisa con el entusiasmo de la Revolución Cubana, fueron tomando distintos caminos. Vargas Llosa siguió otro derrotero, García Márquez se mantuvo con la Revolución y con Fidel, del que Carlos Fuentes se fue alejando de manera paulatina. 

“Yo lo vi en Zúrich. Narra la profesora Yvette Sánchez. Fui con mis alumnos a una conferencia. Me dejó impresionada. Hace ya unos diez años del encuentro y aún tiene fresca esta anécdota:

Una de sus estudiantes se acercó al ponente para pedirle un autógrafo y se animó a platicarle que al día siguiente exponía en clase alguno de sus libros.  “Carlos Fuentes le dijo ‘te doy la bendición’. ‘Amén’, respondió la chica.

El encuentro con Thomas Mann

También en Zúrich, pero hace más de medio siglo, cuando era un estudiante de 21 años ajeno a las “sofisticaciones sociales e intelectuales”,  Carlos Fuentes se conformó con observar a distancia al autor de La Montaña Mágica, aquel que “había dado forma a los escritores de mi generación”, como escribió más tarde.

Alumno de la Universidad de Ginebra y del Instituto de Altos Estudios Internacionales, Fuentes había acudido a Zúrich a invitación de unos amigos. En el restaurante flotante del Hotel Bar-au-Lac había distinguido al septuagenario Premio Nobel en un “hombre tieso y elegante” al que halló nuevamente al día siguiente embelesado a la vista de un Apolo que jugaba tenis.

“Para Mann, lo vi esa mañana, la forma artística precedía a la carne prohibida. La belleza se encontraba en el arte, no en el prematuro cadáver de nuestros deseo informes, pasajeros, al cabo corruptos”. Fuentes calificó esa suerte de representación de Muerte en Venecia como “un momento dramático, inolvidable: un comentario verdadero sobre la vida y obra de Thomas Mann”.   

En Un Encuentro Lejano con Thomas Mann, Carlos Fuentes da cuenta de ese viaje iniciático a Zúrich: “Siempre le quedaré agradecido a esa noche en Zúrich por haberme enseñado, en silencio, que en la literatura sólo se sabe lo que se imagina”. De su posterior conocimiento de los “duros, trágicos e implacables escritores suizos Max Frisch y Friederich Dürrenmatt. De que “hasta Jean-Luc Godard era suizo” . De que “en Zúrich, había algo más que relojes de cuco”.

“Como México no hay dos”

Carlos Fuentes estudió en Suiza, en Estados Unidos y en México. Fruto del azar de la carrera diplomática de su padre, nació en Panamá el 11 de noviembre de 1928 pero tuvo vocación de ciudadano del mundo. No sólo por sus estancias en países del Nuevo y Viejo Mundo: Quito, Montevideo, Río de Janeiro, Santiago, Buenos Aires, Wahington, París, Harvard, Cambridge… sino por la universalidad de su obra, inmersa sin embargo en la identidad y el devenir de su país.

En una de sus últimos libros, La Gran Novela Latinoamericana, del que advierte: no es una historia de la narrativa iberoamericana, sino un libro personal, concede:

“Se me acusará, con justicia, de darle un lugar preferente a mi país, México, y a sus escritores. Así fue. (…) Y que si abundan los mexicanos es porque los conozco mejor, los he leído más y ¡qué chingados!, como México no hay dos.

El escritor mexicano Carlos Fuentes, uno de los autores más prolíficos de la literatura latinoamericana y fuerte crítico de la política de su país, murió el martes a los 83 años en un hospital de la Ciudad de México, en momentos en que llevaba una vida activa y estaba escribiendo un nuevo libro.

Fuentes, autor de novelas como “La región más transparente”, “La muerte de Artemio Cruz” y “Gringo viejo”, recibió el Premio Cervantes de Literatura en 1987, el Príncipe de Asturias en 1994 y el Rómulo Gallegos en 1977, entre otros galardones.

Fuentes, un duro crítico del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México por 71 años hasta el 2000 y favorito para regresar al poder en las elecciones de julio, falleció un día después de que fuera designado doctor “Honoris Causa” por la Universidad de las Islas Baleares debido a la calidad y extensión de su obra.

El miércoles a partir del mediodía se llevará a cabo un homenaje de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes, en el centro histórico de la Ciudad de México, una distinción que se otorga sólo a destacados personajes del ámbito cultural del país.

El escritor peruano Mario Vargas Llosa reconoció su legado literario y habló de la amistad que los unió por décadas.

Escritores como la mexicana Elena Poniatowska, de la misma generación que Fuentes y quien acaba de cumplir 80 años, así como el presidente Felipe Calderón, se sumaron a la tristeza por la muerte del autor de “Los años con Laura Díaz” y “La silla del águila”.

En algunas de sus últimas entrevistas, Fuentes narró que acababa de terminar su último libro, “Federico en su balcón”, donde el filósofo alemán Federico Nietzsche aparece resucitado en su balcón una madrugada e inicia una conversación con el escritor.

En la entrevista, el escritor dijo que estaba comenzando a redactar “El Baile del Centenario“, una novela histórica que abarcaba desde la celebración del primer centenario de la independencia de México y los siguientes 10 años, en medio de la revolución.

Fuentes, que vivía parte del año en Londres y fue embajador de México en Francia en la década de 1970, había criticado duramente antes de morir a los candidatos presidenciales a las elecciones de julio por no tener la capacidad suficiente para lidiar con los graves problemas del país.

“A mí me parecen candidatos mediocres o poco interesantes (…) No nos están ofreciendo ninguna novedad, nos dan retórica”, dijo a comienzos de mayo en Buenos Aires.

Fuente: Reuters

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