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Asilo: El dilema de los centros de acogida

Este solicitante de asilo libio participa participe en la preparación de la comida en el centro de acogida provisional de Wünnewil. Keystone

El aumento de las solicitudes de asilo y la penuria de espacios para alojarlos ha llevado a las autoridades suizas a revisar su política. Muchos municipios se muestran reticentes a acoger a estos inmigrantes, otras aprovechan la ocasión para combatir los prejuicios.

“Algunas personas se forman una opinión antes de disponer de toda la información . Cuando surgió la idea de hospedar a los solicitantes de asilo pensamos en nuestra comuna: estas personas están aquí, asumamos el reto y tratemos de hacer lo mejor que esté en nuestras manos”, recuerda  Doris Bucheli, presidenta del consejo municipal de Wünnewil-Flamatt, en el cantón de Friburgo. Allí, luego de un año de actividad, un centro de acogida cerrará sus puertas próximamente.

La gente del lugar cuando supo de la apertura del centro de acogida expresó sus temores: riesgo de aumento de la criminalidad, ruido e inseguridad. Bucheli explica que el tema se discutió en su momento y, con el apoyo comunitario, se continuó con el proyecto.

Trece meses han pasado desde que la comuna recibió en febrero de 2012 a cerca de 55 solicitantes de asilo que se hospedaron en el refugio subterráneo de la estación de bomberos. Y hoy las partes involucradas expresan que fue un éxito este esfuerzo y que no hubo un solo hecho que lamentar. Más aún, observaron muchos intercambios positivos entre los solicitantes de asilo y la gente local.

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“Pequeñas fuentes de dicha”

“Recuerdo el apoyo de la gente en Wünnewil,” indica Tenzin, un solicitante de origen tibetano que permaneció varios meses en el centro de acogida. “Una mujer nos llevó a una fábrica de chocolate por su propia iniciativa. La gente fue muy amable y afectuosa”.

Ahora, en otro refugio, Tenzin extraña lo que él denomina “esas pequeñas fuentes de dicha”.

Habitante de este pueblo de Friburgo, Ross Bennie recuerda que, al percatarse de que un grupo de jóvenes solicitantes de asilo admiraba su auto deportivo, les llevó a dar una vuelta en su vehículo.

Según Bücherli, estos  intercambios fueron posibles gracias a las sesiones informativas consagradas a sensibilizar y establecer una relación entre la población y los huéspedes temporales. Un equipo especializado se dedicó a escuchar y transmitir las preocupaciones de la comunidad. También este grupo organizó actividades como la de puertas abiertas del centro de acogida o recorridos en trineo con los solicitantes de asilo.

La confianza de la población

“Poco a poco la gente se percató de que a lo largo de estos trece meses todo marchaba muy bien. Claro que hubo algunos incidentes ocasionales, como un robo en una tienda de alimentos. No todo es de color de rosa, pero la gente se dio cuenta de que la presencia de estas personas en nuestro pueblo no significaba mayores problemas”.

Si el proyecto de Wünnewil funcionó, ¿por qué no prolongarlo para evitar costos suplementarios y nuevas tensiones en otros pueblos? “Estaba claro desde el principio que el centro estaría abierto solo durante un año. Si bien hay pocas voces críticas, es demasiado riesgoso mantenerlo”, responde su director, Michel Jungo.

Por su parte, Doris Bucheli explica que si bien la comuna recibió 8.000 francos al mes por rentar el albergue subterráneo al cantón, este incentivo financiero no resultó un factor determinante.

Michel Jungo admite que el refugio subterráneo no fue un espacio ideal, especialmente en invierno, cuando sus ocupantes no podían salir mucho afuera a causa del frío. No obstante, considera esencial que estos sitios estén  a disposición de las comunas cuando los cantones les solicitan espacio suplementario para alojar a los solicitantes de asilo, como ocurrió en el caso en Wünnewil.

La Oficina Federal de Migración indica que es tal la necesidad de alojamiento para los solicitantes de asilo que se prevé construir centros más grandes para responder a sus necesidades, aun cuando las “medidas de ayuda de emergencia”, establecidas en otoño de 2012, pueden ser abolidas en la votación de junio próximo.

Los nuevos centros buscarán dar alojamiento a centenas de solicitantes de asilo y cubrir sus necesidades esenciales, por ejemplo  traductores y abogados para acelerar el proceso de decisión sobre cada caso. Se proyecta que el primer centro de este tipo se encuentre en Zúrich y tenga capacidad para 500 personas. Las autoridades federales podrían construir estos centros sin el acuerdo formal de los cantones concernidos.

Otras “medidas de emergencia”, que los ciudadanos suizos votarán en junio:

-La creación de centros especiales de detención para los solicitantes de asilo difíciles.

-Los demandantes de asilo no podrán presentar su solicitud ante las embajadas de Suiza en el extranjero.

-Los objetores de conciencia y los desertores no serán aceptados automáticamente.

En busca de opciones

Para acelerar el proceso, la Oficina Federal de Migración intenta evitar transferir a un cierto número de solicitantes de asilo –aquellos que cuyos casos se tipifican en el Acuerdo de Dublín y que difícilmente serán admitidos como refugiados en Suiza- a los centros de acogida  cantonales.

En ese sentido, la Confederación  evalúa la posibilidad de abrir nuevos centros para este tipo de solicitantes en las viejas casernas del ejército dispersas en las montañas. En el Paso de Lukmanier, por ejemplo, situado entre los cantones de los Grisones y el Tesino, será abierto en mayo próximo un centro con capacidad para cien personas.

La Oficina Federal de Migración (OFM) y los cantones contratan a empresas externas y a organizaciones sin fines de lucro para que sean éstas las encargadas de elegir a los trabajadores sociales que supervisar los centros de acogida.

La empresa ORS vigila a todos los centros de recepción de la OFM y a numerosos centros cantonales. Otras organizaciones también se ocupan de la inspección, como el Ejército de Salvación y Caritas.

De acuerdo al consejero delegado de ORS, Stefan Moll-Thissen, los miembros de su empresa provienen de toda Suiza y asumen sus tareas, generalmente, en un centro cercano a su domicilio. Debido a que los centros de acogida de solicitantes de asilo son abiertos de modo provisional, estos empleados trabajan entre seis meses y un año en un sitio, y después probablemente cambien de sitio de trabajo.

Habituarse a la idea

“Debemos esperar que el proyecto se consolide y confiamos que creará oportunidades de intercambio con los miembros de la comuna, , un modo de evitar prejuicios y fomentar las relaciones”, explica Peter Binz, presidente municipal de Medel, en el cantón de los Grisones, una comuna vecina a este futuro centro en el Paso de Lukmanier.

Binz advierte que su comunidad se ha mostrado abierta al proyecto “por sentido cívico”, pero que aún deben ser definidos muchos detalles.

Al otro lado del paso, en el cantón del Tesino, la comuna de Blenio se muestra menos entusiasta.

Pese a que el pueblo se encuentra a 15 km de distancia de la caserna, sus habitantes temen un efecto negativo para el turismo local, una de las principales fuentes de ingresos de la región.

La comuna de Blenio escribió una carta de protesta al Gobierno Federal. En ella señala que no tuvo nada que decir con respecto a estos planes gubernamentales, pese a que la caserna que será el refugio de los solicitantes de asilo se encuentra a escasos metros de los confines tesineses.

Por otra parte, el secretario comunal de Blenio, Loris Beretta, expresa que “alojar a estos solicitantes de asilo en un paso alpino a 1926 metros de altitud, en una situación climática difícil, no sería oportuno”.

Pero el centro será abierto, pese a las críticas. No obstante, un grupo de trabajo con representantes de las comunas de Medel, la vecina Disentis y Blenio se conformará para tener una voz en el desarrollo del proyecto.

“Sentar a todas las partes implicadas en la mesa es fundamental para conocer la disposición de la comunidad y fomentar su cooperación con las autoridades en la consecución del proyecto sin tardanza, como en el caso de Wünnewil-Flamatt”, opina Bucheli, satisfecha de lo logrado en su comuna friburguesa.

Traducción: P. Islas

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