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El funcionamiento parlamentario requiere reflexión

Pila de papeles
La abundancia de material impreso caracteriza el sistema de trabajo tradicional. En la imagen, una pila de papeles en una sala del Parlamento suizo. Keystone / Alessandro Della Valle

El Gobierno suizo asumió en marzo pasado poderes excepcionales para hacer frente a la emergencia sanitaria derivada del coronavirus. Las medidas aplicadas incluyeron el cese de reuniones con lo que el Parlamento debió suspender sus sesiones. Daniel Graf, especialista en democracia digital, analiza la incidencia de la crisis en la política participativa.

swissinfo.ch: Las dos mitades de la democracia semidirecta de Suiza, el pueblo y el Parlamento, han quedaron al margen de las decisiones sobre la crisis sanitaria. ¿Cuán grave es ese problema para la democracia?

Daniel Graf: La generalidad de la población confía en que el Gobierno hace todo lo posible para resolver la crisis, tomando en cuenta las preocupaciones de los ciudadanos. Hay debates públicos sobre las medidas adoptadas. Sin embargo, detrás de la escena en Berna no vemos qué medidas son influenciadas por los grupos de presión. Normalmente, los ciudadanos supervisarían decisiones como el rescate del sector de la aviación. Si no pudieran votar, podrían pronunciarse en contra. Pero en este momento, ni siquiera manifestarse en la calle es una opción.

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swissinfo.ch: ¿El Parlamento habría podido involucrarse más a través de las herramientas digitales?

D.G.: Antes, cuando comenzamos a hablar de digitalización, nadie escuchaba, especialmente en el propio Parlamento. La idea siempre fue proteger el statu quo, mantener las cosas como estaban. Ahora ha quedado claro que este tema necesita ser discutido. Es increíble que una institución central de nuestra sociedad no pueda realizar su función de supervisión sin estar físicamente en Berna. Necesitamos una nueva forma de pensar sobre cómo funciona el Parlamento. La digitalización será una prioridad en los próximos meses.

Daniel Graf
Daniel Graf (1973) activista en democracia, en particular en iniciativas y referéndums. Fundó en 2015 la plataforma WeCollect, que se convertirá en una fundación no partidista y sin fines de lucro en junio. Coautor, con Maximilian Stern, del libro Agenda for a Digital Democracy (2018). zvg

swissinfo.ch: ¿Cómo sería esa digitalización?

D.G.: El punto principal es que no se trata solo de videoconferencias. Y no se trata simplemente de copiar en línea lo que sucede fuera de internet. Lo bueno de esto es que puede desarrollar un sistema digital de acuerdo con nuevos objetivos, por ejemplo, involucrando más a los ciudadanos. El Parlamento está muy anticuado en el sentido de que se tiene que estar allí [en la sede] para participar. La tecnología puede facilitar otras opciones. También es posible una mayor transparencia sobre quién se reúne y con quién habla. Pero esto es lo que siempre produce rechazo. El Parlamento es como un viejo castillo, lleno de rincones y habitaciones oscuras, que solamente permite el acceso a unos pocos afortunados. Muchos no quieren que eso cambie.

swissinfo.ch: El voto electrónico todavía está fuera de discusión, incluso para las votaciones nacionales de septiembre. ¿Volverá a la agenda después del coronavirus?

D.G.: Lo que hemos aprendido de esta crisis es que la confianza es el principal valor en una democracia. En Suiza, esto también se aplica a las votaciones. La gente confía en que el resultado es exacto; por eso nunca se ven protestas en Berna después de que se anuncian los resultados. Las fallas de seguridad detectadas en los sistemas de votación electrónica el año pasado dejan en claro que hubiera sido una mala idea seguir adelante a gran escala con el voto electrónico. Yo diría que ahora las barreras son realmente más altas, ya que se ha demostrado la importancia de la confianza.

swissinfo.ch: ¿La crisis conducirá a más personas a ceder algo de privacidad, en forma de una aplicación de rastreo de contactos, por ejemplo?

D.G.: Con una aplicación de rastreo de contactos, estamos hablando de una privacidad fundamental. No es solo aceptar ser rastreado en línea; revelaría en dónde se encuentra uno físicamente y con quién. En cuanto a la tecnología, normalmente llevaría meses o años desarrollarla, pero podremos estar usándola a gran escala muy pronto. Si la situación sanitaria sigue siendo grave, las personas podrían arriesgarse. Pero en este momento la tendencia parece ir en la dirección opuesta. A medida que la curva se aplana y nos alejamos del resultado extremo, las personas se vuelven más críticas.

swissinfo.ch: Dadas las reglas de distanciamiento social, no se pueden organizar grandes reuniones. ¿Veremos un aumento en las campañas digitales de los partidos políticos en los próximos meses?

D.G.: Creo que solo habrá un pequeño efecto en las campañas. En esto, el mundo permanece más o menos igual antes y después del coronavirus. Pero las percepciones cambiarán con respecto a la recolección electrónica de firmas para iniciativas y referéndums. Antes de la suspensión de actividades, no se hablaba mucho de ello. Ahora es un gran tema, especialmente porque el voto electrónico, que antes era lo único que el Gobierno estaba dispuesto a considerar, está decayendo. El impulso para la recolección electrónica podría ser uno de los mejores resultados de la pandemia, desde un punto de vista democrático.

swissinfo.ch: Estas crisis pueden revelar lagunas y problemas subyacentes en las sociedades y las democracias. ¿Qué le ha llamado más la atención durante este tiempo?

D.G.: Las percepciones de nuestro sistema democrático van a cambiar lenta pero seguramente. Antes, la idea era que el sistema suizo funcionaba realmente bien, que nada necesitaba cambiar. Comenzaremos a darnos cuenta de que es necesario adaptarlo de manera continua, utilizando la tecnología, tal como adaptamos otras áreas de nuestra vida. Suiza tiende a pensar que su sistema democrático está grabado en piedra. Esta crisis está demostrando que algunas de sus herramientas necesitan ser más flexibles.

Plan de desescalada del Gobierno suizo
Kai Reusser / swissinfo.ch
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Traducido del inglés por Marcela Águila Rubín

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