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Los antinucleares suizos tienen un siguiente blanco

Presa y central nuclear de Mühleberg. Keystone

Las autoridades de la vigilancia nuclear acordaron un plazo a las Fuerzas Motrices Bernesas para que demuestren que la planta de Mühleberg puede ser operada sin riesgos hasta 2019. Mientras tanto, los adversarios de la energía nuclear preparan el ataque contra Beznau, la planta en funcionamiento más antigua de Suiza y del mundo.

“Sí, pero …” es el mensaje que el jueves 22 de noviembre transmitió la  Inspección Federal de Seguridad Nuclear (IFSN) a las Fuerzas Motrices Bernesas (BKW), responsables de la explotación de Mühleberg, y que pretenden prolongar sus operaciones.

La IFSN mantiene su posición. El año pasado, tras la catástrofe de Fukushima, pidió a las FMB introducir medidas de seguridad suplementarias antes de 2017 so pena de suspender las labores de Mühleberg.

Sin embargo, la IFSN “suavizó” cuatro de las 18 medidas impuestas, como señala su director, Hans Wanner. Y estas reducciones conciernen precisamente los cuatro puntos que los adversarios de Mühleberg consideran centrales: la estabilización de las fisuras en el revestimiento del núcleo, una alimentación de agua de enfriamiento independiente del río Aar, la implementación de un sistema de enfriamiento de la piscina que contiene elementos combustibles, resistente a terremotos e inundaciones, así como un sistema suplementario de evacuación del calor residual.

Concretamente, las BKW tienen hasta el verano próximo para presentar alternativas más baratas para cubrir esas exigencias si quieren seguir operando la planta hasta 2019, como lo decidieron finalmente. Pero esas medidas deben ser suficientes para garantizar la seguridad.

En caso de prolongación del funcionamiento hasta mediados de la década de 2020, las 18 medidas de seguridad costarían unos 400 millones de francos. En lugar de eso, las BKW gastarán solamente 15 millones, además de los 30 millones que invierten cada año en la planta.

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“Seguridad garantizada al 100%”

“La decisión es correcta”, estima el senador de la Unión Democrática del Centro (UDC/derecha conservadora) This Jenny, miembro de la Comisión de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Energía de la Cámara Alta. “La IFSN debe garantizar la seguridad de Mühleberg al 100% hasta 2019 y si nos atenemos a las medidas prescritas, será el caso”, dice a swissinfo.ch. Enfatiza que los operadores de la planta también tienen interés en garantizar la seguridad.

El reproche de los sectores opuestos al uso de la energía nuclear, que denuncian un “pacto” entre las BKW y la IFSN sobre las medidas de seguridad, sería solamente, en opinión de This Jenny, una “querella política” inútil en un tema de tanta seriedad.

Los opositores divididos

La decisión de la IFSN suscita protestas entre los adversarios de la energía nuclear. Los Jóvenes Verdes se dicen “consternados por este regateo entre la IFSN y las BKW”. Florian Kasser, experto nuclear de Greenpeace, estima que los trabajos de modernización de la central son solamente una coartada. Para él, la decisión es una mala señal sobre la independencia de la IFSN.

Pero no todos los antinucleares comparten esa opinión. “Las exigencias de seguridad de la IFSN no difieren mucho de las establecidas para una explotación a largo plazo. Hasta ahora, la autoridad de vigilancia ha actuado correctamente y está bien posicionada”, declara a swissinfo.ch el diputado socialista Roger Nordmann.

“Sin alternativa”

Para Roger Nordmann no hay problemas con el plazo concedido a las FMB, que tienen hasta el verano de 2014 para presentar alternativas a las cuatro medidas principales de seguridad exigidas. Para él, simplemente, no las hay. “No veo ninguna alternativa al revestimiento del núcleo, ni a la construcción de un sistema de enfriamiento de emergencia”.

Por tanto, el diputado considera que el cierre de la central en 2017 sigue siendo el escenario más probable: “económicamente, no tiene sentido invertir 150 millones para prolongar la explotación dos años”.

En su opinión, más importante que las decisiones del IFSN, es el anuncio hecho  hace unas semanas por las BKW de detener la operación de Mühleberg en 2019.

“La decisión de desactivar la central en un plazo razonable es pionera y valiente”, opina Roger Nordmann. “Contradice la teoría del lobby del átomo que argumenta que no se fija de antemano la fecha de terminación de una planta. Además, el hecho de que BKW admitieran que Mühleberg ya no sería rentable si hubiera que ponerla al nivel, equivale a una declaración de la quiebra de esta tecnología”.

“El turno de Beznau”

Para Roger Nordmann, es el momento de acelerar el cierre de Beznau I y II. Puestas en servicio en 1969 y 1972, son ahora las centrales nucleares más antiguas del mundo. “En Beznau hay altos riesgos en caso de inundación. Si hay fugas del agua de enfriamiento millones de personas que viven a orillas del Rin pueden resultar afectadas”, argumenta el diputado.

Partidario de la energía nuclear, This Jenny no teme que la IFSN pueda perder credibilidad. Tampoco considera la posibilidad de que la decisión sobre Mühleberg impulse las reivindicaciones antinucleares, que demandan una ley sobre la duración de la vida de las centrales. “No hay que entrar en pánico porque algo sucedió en una planta nuclear, cuando hay centenares”, dice.

Institución independiente de derecho público, la Inspección Federal de Seguridad Nuclear vigila que el margen de seguridad de las instalaciones nucleares suizas permanezcan por lo menos al nivel de la tecnología más actual. En ese sentido, prescribe regularmente a los operadores invertir en mejoras.

Informa al Consejo Federal (Gobierno) pero debe efectuar un seguimiento  independiente de consideraciones económicas o políticas. Es responsable de la seguridad de las cinco plantas de energía nuclear de Suiza (Beznau I y II, Gösgen, Leibstadt y Mühleberg) así como de los depósitos intermedios de residuos radiactivos y de investigación (Instituto Paul Scherrer de Villigen, Universidad de Basilea y Escuela Politécnica Federal de Lausana).

Traducción, Marcela Águila Rubín

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