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Una firma de éxito en manos niponas

Jakob Gilgen, patrón de Gilgen Door Systems, delante de una instalación de prueba para el metro de Hongkong. swissinfo.ch

Diversas empresas suizas han sido recientemente adquiridas por grupos japoneses. ¿Esta ola anuncia la llegada de nuevos códigos en esas empresas? En manos niponas desde el año pasado, Gilgen Door Systems nos abre sus puertas.

Al salir de la estación de Schwarzenburg, un pueblo en el cantón de Berna, se requieren unos pocos minutos para llegar a pie a Gilgen Door Systems, compañía especializada en la fabricación de puertas automáticas. En la entrada, cuatro caracteres japoneses reciben a los visitantes: 風林火山 – viento, bosque, fuego, montaña. Simbolizan una máxima tomada de El Arte de la Guerra, del estratega chino Sun Tzu.

La imagen es un regalo de Nabtesco, la empresa nipona propietaria de  Gilgen Door Systems desde hace poco más de un año. Se trata de uno de los pocos signos -también hay un nuevo colaborador japonés– que indican la pertenencia de Nabtesco.

“Somos una empresa suiza, una empresa bernesa que se apoya en sus empleados locales”, dice Jakob Gilgen, el patrón, quien nos hace un recorrido por el lugar.

Las cajas de componentes para puertas automáticas, listas para su entrega, reflejan, sin embargo, que Gilgen Door Systems está bien presente a escala internacional. Sus etiquetas muestran destinos tan diversos como Guadalupe, Ucrania o Alemania.

Gilgen Door Systems emplea a 950 personas en el mundo, incluyendo a 380 en Schwarzenburg. Es el mayor empleador de la localidad y factura 200 millones de francos por año. A través de filiales y distribuidores, sus productos son comercializados en 70 países.

Precioso sésamo

Elegir una compañía japonesa es el resultado de la casualidad, señala Jakob Gilgen. Otras compañías mostraron interés, pero “Nabtesco era la más adecuada. Opera en la misma rama que nosotros sin que nuestras especialidades se superpongan, lo que es una situación óptima para el futuro”. Esta complementariedad ha permitido también mantener todos los empleos después la compra.

Nabtesco, por su parte, fue seducida por la presencia internacional de Gilgen, que debería servirle de sésamo para el mercado europeo. “Están interesados ​​en lanzarse en un nivel global”, explica.

Jakob Gilgen, que ya conocía Japón, a donde viajó en diversas ocasiones, visitó el verano pasado la casa matriz. A causa de la catástrofe de Fukushima, la reunión tuvo lugar en las instalaciones de Kobe. “Varios centenares de empleados uniformados gritaban las consignas de la empresa durante mi visita. Fue muy impresionante”, dice.

La compañía Gilgen no ha introducido el himno empresarial, aunque reconoce que de la mano de los japoneses llegó también la confrontación con su cultura y comportamiento, que difieren mucho de las costumbres helvéticas. Para evitar malentendidos, Nabtesco envió desde el inicio al gestor Hidekazu Itakura a Schwarzenburg.

Una gran oportunidad

El nuevo colaborador se encontraba en viaje de negocios en Noruega durante nuestra visita, pero lo contactamos luego por teléfono. “Participé en la compra desde el comienzo, desde los primeros contactos hasta el cambio de dirección, pasando por la negociación del contrato”, narra. “Nadie en Nabtesco conocía Gilgen mejor que yo, por eso me enviaron a Suiza”.

Gilgen es una empresa suiza, pero sus empleados representan más de quince nacionalidades. “Los diferentes valores y las diferentes maneras de pensar se reúnen bajo un mismo techo, un aspecto totalmente nuevo para mí”, confiesa Hidekazu Itakura.

¿La mayor diferencia con Japón? “Los suizos tienen fuertes puntos de vista y los expresan. Ese hábito me parece necesario, especialmente cuando trabajo con personas de otras culturas. Me encantaría importar esta experiencia a Japón”, dice.

Estima también que las diferencias lingüísticas y culturales no son un problema, sino más bien una “gran oportunidad”. “Si somos conscientes de esas diferencias y hay respeto y comprensión mutuas, el nivel de la dirección y de los empleados mejora, lo que resulta positivo para todos”.

Rasgos comunes

Para Yosuke Mishiro, quien supervisa las operaciones de Gilgen en Nabtesco en Japón, las diferencias culturales son también una buena cosa. “A partir de estas diferencias surge algo positivo”, indica a través del correo electrónico desde Tokio.

Como un país en el centro de un continente, “Suiza posee una cultura empresarial naturalmente abierta al mundo. Creo que es formidable”, escribe.

“Al principio tuvimos muchos malentendidos en razón de puntos de vista y métodos de trabajo divergentes. Pero los suizos y los japoneses tienen rasgos positivos en común: respetan a la otra parte, saben escuchar y tratan de comprender a sus interlocutores”.

En general, Jakob Gilgen también hace un balance positivo del encuentro de las dos culturas. Ve una oportunidad de aprendizaje y enriquecimiento personal. En su opinión, los japoneses son muy abiertos, dispuestos a aprender y entender cómo funcionan las cosas en Suiza.

“Hemos tenido que adaptarnos a nuevos estándares en materia de contabilidad, ya que los que usábamos antes eran más altos. Y Nabtesco intenta adaptarse para estar más cerca de los hábitos internacionales que nosotros hemos seguido hasta ahora”, cita como ejemplo.

La compra de firmas suizas por empresarios japoneses tiene varias explicaciones, según Paul Peyrot, director de la Cámara de Comercio Suiza-Japón:

– El Ministerio nipón de Economía estimula a las empresas a expandirse a nuevos mercados y a aumentar su presencia internacional.

– Muchas monedas son débiles, así como las cotizaciones de las acciones de muchas empresas.

– El nivel de las tasas de interés en Japón es muy bajo, el crédito fácil de obtener.

– Muchas empresas japonesas tienen grandes cantidades de dinero en efectivo, que pueden invertir mejor en el extranjero que en Japón.

– Debido al envejecimiento de la población, el mercado interno japonés ya casi no ofrece oportunidades de crecimiento.

– Suiza dispone de tecnologías y productos interesantes.

– Suiza es una buena puerta de entrada a los mercados internacionales.

La compañía japonesa Nabtesco es el resultado de la fusión en 2003 de dos empresas especializadas en sistemas hidráulicos: Teijin Seiki, y Nabco.

Las tecnologías de Nabtesco son utilizadas, entre otros, en los trenes japoneses de alta velocidad Shinkansen y en los aviones de la firma estadounidense Boeing.

Gilgen Door Systems es una empresa suiza especializada en las puertas automáticas, fundada en 1961 en Schwarzenburg (cantón de Berna) por Jakob Gilgen Senior.

Adquirida por el grupo Kaba, de Zúrich en 1996, pasó a manos de Nabtesco en 2011.

(Traducción: Marcela Águila Rubín)

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