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El desafío de identificar clientes ‘peligrosos’

¿Cómo verifican los bancos la identidad de sus clientes potenciales? Keystone

Los esfuerzos de debida diligencia de los bancos suizos se multiplican, a menudo con el apoyo de programas informáticos cada vez más sofisticados. ¿Son suficientes estos esfuerzos para prevenir que salgan a la luz nuevos casos Personas Expuestas Políticamente que pueden comprometer a los bancos?

Un grupo de expertos de entidades financieras y firmas de inteligencia celebraron recientemente un congreso en Ginebra, donde reconocieron que no ha podido erradicarse aún el problema de la llegada de Personas Expuestas Políticamente (PEPEnlace externo) como nuevos clientes que ponen en apuro a los bancos.

Conforme el secreto bancario se extingue en el mundo y los bancos intentan limpiar su imagen de receptores de dinero sucio, crecen en Suiza el número de áreas internas dedicadas a vigilar el cumplimiento de los protocolos de debida diligencia y, como consecuencia, florece una nueva industria especializada en la investigación de datos de los clientes.

“Pero el manejo de información es un asunto complicado y por el momento no existe toda la precisión que sería necesaria. Hay información que es falsa”, alerta David Ford, exdirector del Departamento de Cumplimiento en Safra Republic. El también exjefe del área de lucha antiblanqueo del HSBC Private Banking añade que, además de la precisión de los datos, está también el problema de quiénes son los responsables de analizar esta información sensible.

Ford explica que los bancos desarrollan el proceso conocido como ‘KYC’ (know your client) que busca conocer al cliente y el origen de sus fondos.

Sin embargo, denuncia Ford, mientras son ejecutivos de alto nivel, con una larga experiencia, los que deciden qué PEP pueden ser aceptados en principio como clientes, los que analizarán la información sensible son equipos de ejecutivos mucho más jóvenes, ya que con frecuencia sus superiores están de viaje u ocupados con tareas más importantes.

Así, el proceso de evaluación y aceptación de un cliente “luce perfecto en el papel, pero tiene deficiencias en la práctica”, refiere David Ford.

Y son graves los errores de supervisión que pueden registrarse cuando los oficiales de cumplimiento [(responsables de que se cumplan con todos los protocolos de debida diligencia) del KYC son novatos.

Cultura y ‘especialización’

Xavier Isaac, jefe de Servicios Fiduciarios del Salamanca Group de Ginebra, fue otro de los asistentes al congreso organizado por la publicación WealthBriefingEnlace externo.

Según el especialista, los bancos poseen una cultura jerárquica muy marcada que concede un tratamiento de deferencia para los ejecutivos de alto nivel.

En su opinión, hay valores que deben promoverse, como la obligación de cuestionarse unos a otros. Por ejemplo, dice, si un contable identifica una transferencia sospechosa, debe sentirse cómodo expresándolo, sin temer la reacción que pueda tener su jefe.

Pero si prima una cultura en la que el subordinado simplemente debe callarse ante sus superiores, “los riesgos son importantes”, precisa.

Isaac añade que, en la banca, los gerentes de relaciones [encargados de atraer nuevos clientes] y los oficiales de cumplimiento deben trabajar a partir de los mismos valores.

Marcus Menz, profesor de gestión estratégica de la Escuela de Economía y Gestión de la Universidad de Ginebra, suscribe esta visión.

Para Menz aunque en la mayoría de las empresas el esquema de la especialización de funciones es lo mejor, en las instituciones bancarias los gerentes de relaciones y los oficiales de cumplimiento deben trabajar juntos cuando se trata de identificar a PEP de alto riesgo.

Recopilación de datos

Con el paso de los años, las PEP son cada vez más conscientes de que los bancos deben aplicar mecanismos para conocer a sus clientes y el origen de sus fortunas.

“Las PEP están cada vez más acostumbradas a responder preguntas sobre sus transacciones y entienden que las medidas de debida diligencia son más rigurosas que antes”, afirma Jonathan Kirby, director general de JTB, una gestora ginebrina de fortunas privadas.

Resultado de la necesidad bancaria de actuar con mayor rigor, están proliferando las empresas que ofrecen softwares, bases de datos y servicios de inteligencia que facilitan a los ejecutivos bancarios la tarea de descifrar a aquellos clientes que son interesantes en términos financieros, pero que pueden suponer un riesgo.

Una de las bases de datos más influyente que hay en la actualidad es World-CheckEnlace externo, de Thomson Reuters, que ofrece una “búsqueda global en los medios” y permite un escáner automático en Internet –en múltiples idiomas– que arroja información relevante sobre personas o empresas.

Alessandro Tonchia, fundador de la firma de asesoría financiera Finantix, afirma que este tipo de tecnología es de gran utilidad para los bancos, porque es capaz de escanear información sobre un individuo a razón de 10 000 documentos cada 5 o 10 minutos, una hazaña imposible para el ojo humano.

Esto ha hecho que varias firmas londinenses de inteligencia empresarial abran sucursales en Suiza para atender el creciente mercado de la investigación.

La información que generan, no obstante, debe ser interpretada con cautela, según Charles Carr, de K2Intelligence, una de las compañías de esta índole que operan en Ginebra desde el año pasado.

“Dichas bases de información van ‘dando OK’ a distintos criterios. Por ejemplo, datos sobre el pasaporte del cliente, información sobre la empresa de la que proviene, los negocios que realiza, etc. Pero al final es fundamental que alguien emita un juicio sobre el individuo en cuestión y esto es algo que los sistemas no están en capacidad de hacer”, explica a swissinfo.ch

Rigor y más dudas

El presidente de la Asociación de Bancos Privados Suizos, Yves Mirabaud, afirma que los bancos están trabajando a fondo en la tarea de evaluar con tino a sus clientes.

“Los mecanismos de cumplimiento en Suiza son rigurosos y están en constante evolución”, declara a swissinfo.ch. “Cada establecimiento es diferente, pero en todos los estratos de una organización existe el mismo interés en evitar futuros problemas y daños a la reputación de la compañía”.

Xavier Isaac, cuyo negocio suizo administra fideicomisos familiares y estructuras fiduciarias, explica que su firma, en particular, utiliza un “sistema de semáforo” que clasifica a los clientes a partir de tres grados distintos de fiabilidad.

Para determinar en cuál niveles queda clasificada una persona, la empresa aplica una serie de investigaciones internas y refuerza su evaluación con información obtenida con compañías externas de inteligencia empresarial.

Pero David Ford, exoficial de Cumplimiento en Safra Republic, insiste, al igual que Charles Carr, en la importancia de usar con cautela la información que proviene de servicios de inteligencia externos.

“Hay muchas empresas de inteligencia en el mercado y es muy importante tomar en cuenta su reputación”, dice.

Es común que los PEP lleguen a un banco presentando de antemano un informe de debida diligencia sobre su persona, para dar cuenta de probidad y agilizar sus procesos. Pero los bancos siempre deben revisar quién lo emitió, puntualiza Carr.

“Si un cliente pagó por ese informe a una compañía nueva en el mercado, se corre el riesgo de que la información negativa se esconda o minimice”.

Y Ford añade que está muy bien gastar millones de dólares en sistemas, pero es muy importante elegir bien a la gente que analiza la información y emite alertas sobre un cliente potencialmente peligroso.

Un proceso costoso

Dedicar tantos recursos y tiempo (algunos procesos toman semanas o meses) a identificar qué clientes pueden suponer problemas futuros, pone en aprietos a los bancos.

Nadie quiere ser el responsable de cometer un error, así que “los bancos pueden embarcarse en procesos sin fin donde todo el mundo teme tomar una decisión”, afirma David Ford.

Pero las entidades financieras deberán porfiar en la labor de escrudiñar a sus clientes para retener a aquellos que ameritan todos esos esfuerzos de análisis e inteligencia. Y asumir que, pese a ello, la partida no está ganada.

Considerando que Suiza es la principal plaza financiera mundial en materia de gestión de fortunas, dice Mirabaud, “por definición, tendrá que lidiar con más clientes malintencionados a los que no podrá detectar siempre. Por un mero principio de proporcionalidad, el riesgo es más alto para Suiza que para otros mercados”. 

Las PEP

Las Personas Expuestas Políticamente (PEP) son las que desempeñan, o han desempeñado, responsabilidades públicas de alto nivel en algún país extranjero.

También se incluye en esta categoría a los familiares o colaboradores cercanos de estos clientes potenciales de los bancos.

Tras el escándalo de la FIFA que estalló la primavera pasada, alrededor de 40 directivos, asociados y entidades vinculadas al organismo mundial del fútbol fueron acusados de lavado de dinero como parte de una investigación que puso en entredicho la forma en la que fueron asignadas los Mundiales de 2018 y 2022 a Rusia y Catar, respectivamente.

Las autoridades suizas tuvieron que congelar una serie de cuentas de personas implicadas en estos procesos y tres de los gigantes del sistema bancario helvético –UBS, Credit Suisse y Julius Baer– han colaborado con las autoridades en las investigaciones.

Para memoria, en diciembre de 2014 Suiza adoptó una legislación que considera a los directivos de las organizaciones internacionales del deporte como PEP.

Traducido del inglés por Andrea Ornelas

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