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¿Joven y en el paro? La solución no siempre es la universidad

Los años en el aula universitaria no son forzosamente garantía para obtener un empleo. Keystone


En los últimos 20 años, el número de personas con un título universitario ha aumentado en todo el mundo. También en Suiza, pese a que en el país alpino predominan aquellos con un título de aprendiz, lo que los conduce más fácilmente a obtener un empleo. 

La educación superior en muchos sitios ha dejado de ser un privilegio para pocos. La proporción de adultos con un diploma de estudios superiores (definido como el sector educativo terciario) ascendió en más de 10% entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en el periodo comprendido de 2000 a 2011.

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En las últimas décadas, las autoridades de casi todo el mundo han intentado mejorar las oportunidades de su población para acceder a la educación superior. Los esfuerzos se han hecho patentes a través de un incremento del aporte financiero al sector universitario y la armonización de los certificados de estudios superiores, como es el caso del sistema de Bolonia a escala europea. En muchos países se observa que existe una relación estrecha entre el nivel de formación, las oportunidades de empleo y los ingresos personales. 

Niveles educativos

De acuerdo con estándares internacionales, la formación educativa se clasifica en 3 grupos:

1. Educación básica obligatoria (escuela primaria y secundaria, 9 años.

2. Educación secundaria superior: Tras los 9 años de instrucción obligatoria inicia este nivel en edades comprendidas entre los 15 y los 16 años, con el aprendizaje de un oficio, escuela de formación general preparatoria a estudios superiores y liceo.

3. Educación terciara: Universidad, escuelas de estudios superiores, politécnicos. 

En las últimas décadas, las autoridades de casi todo el mundo han intentado mejorar las oportunidades de su población para acceder a la educación superior. Los esfuerzos se han hecho patentes a través de un incremento del aporte financiero al sector universitario y la armonización de los certificados de estudios superiores, como es el caso del sistema de Bolonia a escala europea. En muchos países se observa que existe una relación estrecha entre el nivel de formación, las oportunidades de empleo y los ingresos personales.

Y los resultados son convincentes: En promedio, en los países miembros de la OCDE, alrededor de 4,8% de la población con un certificado de formación terciaria, o sea, de estudios superiores, estaba en el paro en 2001. Para aquellos sin ese nivel educativo, el porcentaje de desempleo era de 12,6%. En lo que se refiere a los ingresos, la diferencia entre aquellos con un nivel educativo bajo y aquellos con estudios superiores era del 75%.

¿Existen límites?

¿Pero hasta qué punto es sensato promover un alto nivel educativo para amplios estratos de la población? La presencia de un gran número de personas con una formación terciaria no coincide necesariamente con las exigencias de la demanda de mano de obra. Muchos de aquellos con un título universitario en mano no encuentran trabajo o tienen un puesto laboral inferior a lo que les correspondería con sus cualificaciones.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OITEnlace externo), la incidencia media de sobrecualificados en los países industrializados era del 10,1% en 2010, con un incremento de 1,6% con respecto a 2008. El aumento de los egresados de escuelas del nivel terciario también genera la exigencia de mayores fuentes financieras para cubrir esos gastos. Para los jóvenes que invierten en su formación superior, esto se traduce en un peso financiero adicional, sin obtener beneficio monetario inmediato.

Esta cuestión es particularmente significativa, si se compara el incremento de los titulares de un certificado universitario con la ola de desocupación juvenil que ha afectado a Europa tras la crisis financiera del 2008 (más del 50% en España y en Grecia). 

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Mientras países como Suiza, Alemania y Austria no se han visto afectados de forma importante, Grecia, España y Portugal luchan contra altos niveles de desempleo juvenil. Este contraste puede ser explicado por la situación económica de los países concernidos, derivada de la crisis económica en la eurozona. Probablemente, la diferencia entre el primer grupo de países mencionado y el segundo, se deba al sistema de aprendizaje de un oficio. Con este modelo, bien establecido y muy utilizado en estos países, el joven tras su educación obligatoria (9 años de primaria y secundaria) aprende un oficio y se inserta con 16 o 17 años de edad, en el mercado laboral.

Relación entre nivel educativo y paro

No se puede considerar que un nivel educativo alto aumente la posibilidad de encontrar trabajo. Si así fuese, los países con un gran porcentaje de universitarios, de académicos, tendrían menos paro juvenil, pero esto no siempre corresponde a la realidad, como se observa en el gráfico siguiente, elaborado con base en datos de 2011 de la OCSE. La tasa de paro se mide tomando en cuenta el número de jóvenes sin empleo y que no realizan un estudio o una formación práctica.

Si bien no hay una relación clara entre el número de jóvenes con estudios superiores y el paro en general, se puede deducir que Alemania y Austria pertenecen a los países europeos con el nivel más bajo de jóvenes académicos y un paro muy reducido.

¿El sistema de aprendizaje de oficios pueden ser una respuesta para evitar el desempleo? Si se observa el siguiente gráfico puede constatarse el hecho de que en Suiza, Austria y Alemania, la mayoría de los jóvenes con un nivel de instrucción secundaria superior (es decir, aquellos que tras los 9 años de primaria y secundaria aprendieron un oficio) se integraron al mercado laboral sin mayores dificultades. Según la OCDE, en 2009, en Austria y Suiza cerca de tres cuartas partes de los jóvenes tomaron el camino del oficio, mientras que en Grecia, por ejemplo, solo un tercio. 

Obviamente, aquellos jóvenes que solo realizan la escuela obligatoria tienen mayores problemas para encontrar trabajo. También en este aspecto estos tres países tienen la cuota más baja de afectados en Europa. 

Evidentemente, es crucial que un joven termine una formación profesional para evitar el paro. En este contexto, si la instrucción universitaria ha sido la preferida durante décadas, la instrucción profesional (oficio) es una clara alternativa, como lo demuestran iniciativas de algunos gobiernos. La Unión Europea recientemente lanzó una serie de proyectos en esa dirección para establecer reformas estructurales que incentiven el aprendizaje de un oficio y la formación continua, y también apoyen una mayor movilidad en la zona para obtener un puesto de aprendizaje dentro de una empresa.

Una tendencia sostenida también por el Banco MundialEnlace externo (BM): “Se advierte que países con un sistema de aprendizaje de un oficio bien desarrollado, tales como Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza, muestran una transición mucho menos difícil de la escuela al trabajo para la joven fuerza laboral y bajos niveles de paro en ese sector”, indica un informe del BM:

Si bien Suiza puede estar orgullosa de su modelo de enseñanza de oficios, también ha sido afectada con el virus de los altos estudios. Desde 1986 se denota un creciente número de estudiantes en escuelas superiores, mientras que el número de aquellos que optan por el oficio permanece estable. 

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Traducción y adaptación: Patricia Islas

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