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Mujeres bereberes luchan contra la desertificación

La cooperativa Tighanimine Filahia produce aceite de argán a partir de árboles locales. Es un producto utilizado por firmas de cosméticos como Aveda y Body Shop. Paula Dupraz-Dubias/swissinfo.ch

La venta de aceite de argán, proveniente de un árbol con alta resistencia a la sequía, se ha convertido en el salvavidas de un grupo de mujeres bereberes de Marruecos. Proteger su cultivo les ayuda a amainar los estragos del cambio climático y a ganarse la vida.

“Nadia es una luchadora”, me dicen mientras avanzamos hacia un pueblo ubicado en la montaña cercana a la localidad costera de Agadir. Ahí, swissinfo.ch se reunirá con la responsable de un proyecto encabezado por mujeres bereberes que protegen árboles de argán.

Nadia Fatmi -quién se mudó a esta comunidad situada al borde del desierto para seguir a su esposo- fundó la Cooperativa Tighanimine FilahiaEnlace externo en 2007. Su objetivo es ayudar a las mujeres que se enfrentan a los embates del cambio climático.

En Tighanimine, al igual que en muchas otras comunidades pobres en Marruecos, la desertificación es una amenaza creciente. Los árboles nativos son talados para obtener leña, y en los alrededores de Agadir la desforestación avanza inexorablemente, especialmente en las zonas con población vulnerable.

Aunque muchas familias han vivido durante varias generaciones aquí, hoy comienzan a abandonar sus tierras debido al cambio climático. Cada vez es más difícil el desarrollo de cultivos y los pozos de agua se están secando.

Un paraíso perdido

“Hemos visto muchos cambios por aquí”, explica Fatmi. “Cuando llegué, en 1997, esto era un paraíso. Había flores y árboles hasta el río y se veían montones de casas. Ahora, todo ha cambiado. Hace mucho más calor y llueve menos”.

La cooperativa, que emplea a 68 mujeres, produce aceite de argán extraído de árboles ubicados al suroeste de Marruecos. El argán es célebre por su elevada resistencia a las sequías, pero es cada vez menos frecuente en los bordes del desierto más grande del mundo.

Muchos de estos árboles fueron descuidados o morían antes de que naciera la cooperativa.

No lejos de la cooperativa, substitución de viejos por nuevos árboles de argán. Paula Dupraz-Dubias/swissinfo.ch

Pero la producción de aceite, que antes fuera solo para consumo familiar, ha crecido de forma exponencial, aumentando la demanda del mismo. Las ventas de este aceite a Europa y Norteamérica pasaron de 60 000 dírhams marroquíes (6 000 dólares) hace unos años a más de 2 millones de dírhams (200 000 dólares) en 2015, lo que se debe a que las empresas de cosméticos como Aveda, L’Oréal y Body Shop adquieren cada vez más dicho ingrediente para fabricar maquillajes y lociones.

Zoubida Charrouf, responsable de una asociación que ayuda a la cooperativaEnlace externo a realizar negocios con compradores extranjeros, asegura que este grupo de mujeres desempeña un papel fundamental para la comunidad local en los ámbitos social, económico y medioambiental.

Aprovechar el conocimiento local

“Nos hemos enfocado en encontrar alternativas para aprovechar el conocimiento local”, dice Charrouf y añade que el árbol no es protegido solo por razones de desertificación o cambio climático, sino porque representa mucho más para la gente de la zona.

Antes de participar en la cooperativa, muchas de las mujeres tenían prohibido por sus maridos trabajar, o se encontraban marginadas por ser viudas o divorciadas. Hoy, la agrupación les permite ganar un dinero con el que mejoran su calidad de vida y la de sus hijos.

Farmi también introdujo programas de alfabetización y planificación familiar para las participantes en la cooperativa, que con ello aspiran a un mejor futuro y a decidir cuántos hijos quieren tener.

El agrónomo Said Gharby, que ha realizado amplias investigaciones sobre el árbol de argán, reconoce que la fundación de esta cooperativa ha supuesto toda una “revolución” social y económica en el pueblo.

Hoy, muchas mujeres muestran con orgullo las mejoras que han hecho en sus viviendas, adecuaciones que han sido posibles gracias al dinero que ganan en la cooperativa.

Interés económico y participación suiza

“La gente ya entendió que cuidar árboles y plantar más supone beneficios económicos”, dice Charouff, “y tenemos que proteger los árboles porque, de no hacerlo, ya no habrá trabajo futuro para las mujeres fuera de su hogar”.

Suiza ha otorgado apoyo financiero a la comercialización del aceite de argán y toma parte en una campaña de reforestación y mantenimiento de bosques de argán en esta región.

El proyecto femenino del argán en Tighanimine es una de las 103 Iniciativas ClimáticasEnlace externo que compitieron durante la Cumbre Climática (COP22) que tuvo lugar hace poco en Marrakech para estimular a empresarios de países africanos francófonos a desarrollar más propuestas de este tipo.

Y, en el marco de un programa suizo de apoyo a la juventud africana francófona de la COP22, se inscribió la participación de la ministra de Medio Ambiente, Doris Leuthard en la premiación de los ganadores del concurso. Adicionalmente, el Gobierno suizo ofrecerá apoyo financiero a los tres principales galardonados.

Benjamin Frey, asesor de cooperación en la embajada de Suiza en Rabat, explicó que en el norte de África, el Gobierno suizo apoya una política de mejores prácticas agrícolas para evitar la degradación de la tierra en áreas vulnerables a la desertificación.

Voluntad política

Tomar medidas para adaptarse al cambio climático y combatirlo, como reforestar en Marruecos, solo es parte del trabajo que se realiza en las Naciones Unidas para frenar el calentamiento global.

Tras la firma del Acuerdo de París, en diciembre del 2015, los delegados de la COP22 iniciaron deliberaciones para afinar los detalles de la puesta en marcha del mismo. Esto incluye la obtención de fondos para financiar los programas que se desprenden del histórico acuerdo.

Los gobiernos de países en desarrollo ya en dejado claro que carecen de la capacidad financiera para apoyar todas las medidas que se pondrán en marcha como resultado del Acuerdo de París. Los fondos que se requieren son dos o tres veces superiores a los que tienen contemplados, así que se requerirá también el apoyo de la iniciativa privada.

¿Qué está por venir?

Mientras los Estados debaten y resuelven, en Tighanimine, Fatmi y los miembros cooperativos confían en su proyecto.

Sin embargo, el combativo apoyo que Fatmi proporciona a las mujeres podría verse obstaculizado por la velocidad a la que avanzan los desafíos medioambientales.

Cuando se le pregunta cómo podría impactarles el cambio climático, responde que el aumento de las temperaturas lo hará todo más difícil.

“Quizás no haya futuro. Posiblemente no podamos quedarnos aquí. Sin agua, sencillamente no hay vida”, concluye.

Aceite de Argan

Los árboles de argán, que suelen crecer en todo el norte de África, poseen largas raíces que se extienden en busca de agua, lo que hace a esta variedad arbórea resistente a las sequías.

El aceite se extrae de las nueces y se utiliza para fines cosméticos y nutricionales. El 90% de la producción de la cooperativa se exporta a Europa y América del Norte, donde se utiliza fundamentalmente en productos de belleza.

La producción de la cooperativa ha sido certificada por Max Havelaar en Alemania y por Fair Trade, solo debe cumplirse la condición de que parte de las ganancias se destinen a proteger árboles pertenecientes a cooperativas.

 El calentamiento regional y global

En septiembre, un estudio realizado por el Instituto Max Blank, de origen alemán, mostró que buena parte de África del Norte y Medio Oriente serán inhabitables antes de que concluya este siglo porque alcanzarán temperaturas superiores a los 50 grados centígrados durante el día.

El informe advirtió que el objetivo que se ha fijado el Acuerdo de París con respecto al cambio climático, que propone que la temperatura global no aumente más de 2 grados centígrados con respecto a los niveles que tenía antes de la industrialización, “no será suficiente para evitar el escenario antes descrito para África del Norte y Medio Oriente”.

Traducido del inglés por Andrea Ornelas

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