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El fotógrafo Lux Chessex se reconcilia con Cuba

Nueva Gerona, Cuba. Luc Chessex

La revolución cubana fue un desafío para los fotógrafos de entonces. Uno de ellos, el suizo Luc Chessex, partió a La Habana en 1961.

De su lente se construye una larga historia, una prolongada ruptura y, treinta años después, una exposición de su obra en la Fototeca de La Habana.

Luc Chessex y su cámara llegaron a la isla hace 45 años. El joven suizo, originario de Lausana, tuvo suerte al encontrarse con Alejo Carpentier, el más destacado escritor de la historia cubana, cuando se encontraba ocupando de manera interina el puesto de ministro de cultura en La Habana.

“Llegué con unos cuantos dólares y grandes ilusiones a La Habana”, recuerda Luc Chessex. El fotógrafo encontró pronto trabajo en el ministerio de cultura, después haría fotografías para diversas revistas como ‘Pueblo y Cultura’, ‘Revolución’ y ‘Cuba Internacional’.

En momentos en los que los cubanos se aferraban a registrar con imágenes su épica e histórica revolución, el fotógrafo suizo -libre de toda preocupación-, se dedicaba a disparar con su cámara todo aquello que le atraía.

El joven suizo quedó fascinado por el dramatismo de los acontecimientos que entonces se sucedían. “Llegué de la aburrida Lausana a una Cuba en la que me encontré con gente inmersa en una liberadora energía”, explica a swissinfo.

Preparado para La Habana iconoclasta

Chessex debió acostumbrarse al rápido e impredecible ritmo revolucionario, a la luz deslumbrante, a los agudos contrastes y a la nueva lógica de la historia. Poco a poco aparecieron destellos de parodia, humor e ironía en sus imágenes realistas.

A diferencia de sus muchos compañeros cubanos de la lente, Chessex estaba mentalmente preparado para la nueva ola iconoclasta en La Habana, gracias a su formación profesional en la Escuela de Fotografía de Vevey, Suiza.

Luc Chessex buscó y encontró el ángulo que podía dar un rostro a sus fotografías de la Revolución Cubana. “Su entusiasmo casi no reconocía fronteras: “Creía entonces que el mundo podía modificarse con rapidez, también a través de la cámara”, explica.

La ambigüedad de las imágenes

Luc Chessex trabajaba de manera intuitiva, rápida y principalmente cuando caía el sol. Su cámara aparecía en los grandes actos multitudinarios, en las reuniones y en las fábricas. Sus imágenes se construyeron en medio de luz caribeña casi engañosa que aparentemente mostraba fotografías inocentes, que en una segunda mirada descubren mensajes ambiguos y, en parte, provocadores.

El cuarto oscuro en el que procesó sus trabajos fue una sala de baño en el hotel Presidente, donde vivió por un tiempo.

Fidel Castro conocía el poder de la fotografía y hacía uso de él. El comandante en jefe empleaba las imágenes a favor de su revolución. Chessex comenzó a hacer fotografías de fotografías; fotografías de los posters de Fidel Castro y el Che Guevara, que aparecían por todas partes como parte del culto a esos dos protagonistas de la Revolución Cubana.

Tras una gira latinoamericana, la ruptura

Luc Chessex permaneció casi nueve años en La Habana, antes de que el ministerio de cultura cubano lo enviara en 1970 a viajar por tierras latinoamericanas para obtener imágenes de sus ciudadanos, de las clases obrera y campesina de Managua, La Paz, Santiago y San Salvador.

En 1975 llegó la ruptura entre Cuba y Chessex. Sin explicación o motivo alguno fue calificado de “persona no deseada” y puesto en un avión que lo trajo a Suiza. El silencio se prolongó durante casi 30 años.

El tiempo parece que también cura las heridas en territorio cubano. Luc Chessex viajó a La Habana en noviembre pasado. La Fototeca de Cuba presentó durante dos meses 40 imágenes de Latinoamérica y Cuba tomadas por la lente del suizo. Esta retrospectiva fue apoyada por el historiador de La Habana y la Embajada de Suiza en esa capital.

Chessex hizo escuela en Cuba

En la muestra histórica se da cuenta de la influencia de Chessex en los fotógrafos cubanos de su generación. Reynaldo González, un compañero del suizo en esos tiempos indica en su laudatoria: “Nos impacta el viejo Luc con las armas de su preferencia: la provocación al pensamiento desde la imagen…”

Los acalorados ánimos entre Luc Chessex y Cuba parecen haberse apaciguado. “Se requirió de tiempo para que las heridas de entonces sanaran”, dice al respecto Chessex.

¿De nuevo dispararía el obturador de su cámara en Cuba?

El fotógrafo de Lausana de nuevo es alguien en La Habana. Se ha paseado renovado a través de las calles de la vieja ciudad y ha visitado amigos. Incluso puede imaginarse fotografiando de nuevo en Cuba, según explica en una entrevista a la revista cultural ‘La Jiribilla’: “Si vuelvo, vengo a hacerle un monumento fotográfico a la reconstrucción de la Habana Vieja.”

swissinfo, Edwin Dettling
(Traducido del alemán: Patricia Islas)

Luc Chessex:
1936: Nació en Lausana.
1956-1958: Escuela de Fotografía en Vevey.
1959-1960: Activo como fotógrafo independiente
1961: Parte a Cuba. Se convierte en fotógrafo oficial de Fidel Castro y del Ministerio de Cultura de Cuba.
1976: Provoca la ira de Castro y vuelve a Lausana.
Viaja después como fotógrafo libre a varios puntos del mundo: India, Tailandia, Indonesia, Burkina Faso, Malí, Brasil y EE UU.
Actualmente vive en Lausana.

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