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El dragón chino y la ‘muralla’ cultural

Filial suiza de Huawei. El gigante chino de las telecomunicaciones tiene oficinas en Zúrich, Berna y Lausana. Keystone

El acuerdo de libre comercio entre Berna y Pekín favorecerá la llegada de compañías chinas a Suiza. Varios de los empresarios afincados hoy en el país alpino, sin embargo, reconocen tener problemas culturales y no conocer suficientemente la plaza financiera helvética.

Hankou Jingwu es una compañía alimentaria con sede en Wuhan, en el centro de China. Su producción está destinada al mercado local, pero sus ojos miran a Suiza. Es un claro ejemplo del creciente interés que despierta el país alpino en el gigante asiático, según Juan Wu, economista de la Escuela Universitaria de Ciencias Aplicadas de Zúrich (ZHAW).

“La empresa aspira a abrir una filial en Suiza y a producir según los estándares helvéticos. Así podrá decir a los clientes chinos que sus productos son de óptima calidad. Esto incrementaría las ventas, considerando los reiterados escándalos alimentarios”, señala a swissinfo.ch.

“El aspecto interesante es que no se trata de una firma de primer orden con sede en Pekín o Shanghái. Si sus directivos miran a Suiza, otros también lo harán”.

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Berna y Pekín unidos contra el proteccionismo occidental

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Más empresas, gracias al acuerdo

Juan Wu está convencida de que el tratado de libre comercio (TLC) entre los dos países favorecerá el establecimiento de nuevas empresas. Una opinión que comparte Yuming Yang. El empresario chino afincado en Suiza desde hace 30 años subraya que “el sello Made in Switzerland goza de una gran reputación en China”.

El TLC prevé reducir los aranceles aduaneros para algunas categorías de productos, lo que repercutirá positivamente en el comercio bilateral. “El acuerdo de libre comercio favorecerá las exportaciones en los dos sentidos. Y el comercio es lo que precede a las inversiones”, observa Philippe Monnier, director del órgano de promoción económica regional Great Geneva Bern Area (GGBA).

“Queremos atraer especialmente a las sociedades que se dedican a la investigación y que colaboran con las universidades, así como a las empresas de producción”, agrega.

Suiza es el primer país de la Europa continental que ha concluido un tratado de libre comercio (TLC) con China (la firma está prevista para el 6 de julio de 2013). El primer país europeo fue Islandia en 2013.

El TLC prevé reducir los aranceles aduaneros para toda una serie de productos. Estos impuestos indirectos se suprimirán para el 84% de las exportaciones helvéticas, declaró el ministro chino de Comercio, Yu Jianhua. En contrapartida, el 99,7% de los productos que exporta China no pagarán aranceles.

Actualmente, en las aduanas chinas se paga en promedio un 8,9% de tasas para los productos industriales y un 15,2% para los productos agrícolas, indica la Secretaría de Estado en Berna.

Entre las mercancías que dejarán de pagar o pagarán menos tarifas aduaneras figuran los instrumentos de medición, las turbinas hidráulicas, las máquinas, los productos farmacéuticos y relojeros.

El ministro suizo de Economía, Johann Schneider-Ammann, insiste en que Suiza no ha hecho concesiones en el sector agrícola. En su opinión, también se obtuvieron avances en los ámbitos de la seguridad legal y de los derechos humanos.

En Suiza, para vender mejor en China

El número de empresas chinas en Suiza oscila entre 70 y 80, indica la consultora Ernst & Young, que en 2005 registraba cinco. Los chinos han entrado en el mercado helvético a través de adquisiciones, fusiones, creación de filiales o participaciones accionarias.

En suelo helvético se han establecido algunos peces gordos de la economía china, como la sociedad de telecomunicaciones Huawei (con presencia en Zúrich, Berna y Lausana) o los fabricantes de productos solares Jinko Solar y Trina Solar, cuyas sedes europeas se encuentran en Zug y Zúrich, respectivamente.

“Lo que los atrae son la materia gris y las marcas helvéticas”, afirma a swissinfo.ch Marc Laperrouza, especialista en China y mercados emergentes en el Politécnico y la Universidad de Lausana. “Los chinos se interesan en las nuevas tecnologías, la calidad y la profesionalidad suizas”, subraya Yuming Yang. En 2000, el empresario adquirió el fabricante de componentes relojeros Nouvelle Onivia, de Porrentruy, en el cantón del Jura.

Aun así, el impacto en la economía suiza, sobre todo en términos de generación de empleo, es “limitado”, acota Andreas Bodenmann, experto en el mercado chino en Ernst & Young.

“No observamos ninguna tendencia ni concentración. Las empresas chinas tienen presencia en varios cantones y sectores: relojería, consultoría, telecomunicaciones, energía solar…”, explica Juan Wu, coautora de un estudio de próxima aparición sobre las empresas chinas en Suiza.

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Suiza recibe un empujón para exportar a China

Este contenido fue publicado en Entre otras cosas, ambos países han acordado mejorar la cooperación en la fabricación de maquinaria punta. Una buena nueva para las empresas suizas que ya exportan al país asiático, como Endress + Hausser, con sede en Reinach, cerca de Basilea. El Parlamento suizo aún tiene que ratificar el acuerdo. (SRF 10vor10/swissinfo.ch)

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Mentalidades diferentes

La economista entrevistó a los directivos y empleados de veinte empresas chinas en Suiza para comprender cuáles son los desafíos que afrontan. En algunos aspectos, los resultados son sorprendentes, puntualiza Juan Wu. “La abrumadora mayoría de los emprendedores chinos tienen que hacer frente a malentendidos culturales entre empleados chinos y suizos. No son las barreras lingüísticas las que originan los conflictos, como se suponía, sino la diferencia de mentalidades”.

Los suizos, por ejemplo, suelen decir lo que piensan y afrontan abiertamente los problemas, explica la investigadora. Los chinos, en cambio, tienden a hacer rodeos en torno a la cuestión, con la esperanza de que el interlocutor entienda el mensaje. “Estas formas diferentes de comunicarse pueden conducir a malentendidos u ofensas no intencionadas”.

También las diferencias salariales generan tensión entre los empleados. A menudo, los chinos ganan algo menos que sus compañeros suizos o europeos, revela el estudio.

“La gestión china no siempre es compatible con la europea”, coincide Marc Laperrouza. Esto explica, en parte, el fracaso de algunas empresas europeas que han pasado a manos chinas, señala el profesor.

China es el socio comercial más importante de Suiza, después de la Unión Europea (UE) y Estados Unidos.

Desde 2002, Suiza mantiene una balanza comercial positiva con el gigante asiático. En 2011, las exportaciones helvéticas a ese mercado totalizaron 8.840 millones de francos, frente a 6.310 millones de importaciones chinas.

Los datos de 2012, que se basan en un nuevo método de cálculo, cifran las exportaciones en 7.820 millones y las importaciones en 10.280 millones de francos.

Suiza exporta principalmente productos relojeros, farmacéuticos, maquinaria e instrumentos de precisión.

El país importa de China, sobre todo, maquinaria, textiles y ropa, productos relojeros y productos químicos básicos.

Consultoría entre amigos

Las desavenencias culturales se deben asimismo a que la plaza financiera helvética parece ser un terreno desconocido para muchos empresarios chinos. “Nadie de mis colegas chinos la conoce”, reconoce Yuming Yang, ex consultor del grupo relojero Swatch.

Suiza es famosa por sus productos estrella, como el chocolate y los relojes, y goza de una excelente reputación entre los inversores chinos, indica Andreas Bodenmann. “Pero no se conoce como centro de producción y plaza financiera”.

Cuando una compañía china se plantea abrir una oficina o una sede regional en Europa, primero piensa en Alemania, agrega Philippe Monnier. Solamente la ciudad de Hamburgo, por ejemplo, cuenta con 500 sociedades chinas.

“Tenemos que trabajar en nuestra imagen, dado que en China no se nos conoce como un país donde merece la pena hacer negocios. Y sin embargo, las condiciones son mejores respecto a Alemania o Francia”, anota el director de la GGBA. Entre las ventajas que enumera están la fiscalidad, la estabilidad política y social, la ubicación geográfica en el corazón de Europa y el plurilingüismo de la fuerza laboral.

El problema reside en que los directivos chinos tienen la costumbre de recurrir a sus conocidos, amigos o contactos internos en la empresa para informarse, acota Juan Wu. “No se trata de una consultoría profesional. Nuestra investigación revela que solamente el 5% de los encuestados han recurrido a las informaciones de la OSEC [hoy Switzerland Global Enterprise, el órgano nacional de promoción de las exportaciones y de la plaza financiera suiza]”.

“Muchos llegaron a ciegas. Creen conocer la situación en Suiza, pero luego se percatan de que se han equivocado”, explica la economista.

Chinos, igual que los japoneses

Según Juan Wu, hay que revisar la promoción del centro económico suizo para respaldar, sobre todo, a las jóvenes empresas con poca experiencia internacional. “Se debería apostar por organizaciones o personas multiplicadoras, por ejemplo los profesores universitarios, que gozan de una excelente reputación en los círculos empresariales”.

Los chinos corren el riesgo de acabar como los japoneses, advierte el empresario Yuming Yang. “Hace 30 o 40 años invirtieron y realizaron adquisiciones en Suiza. Pero, ¿dónde están hoy los japoneses? Quedan quizás el 10%. La razón está en las diferencias culturales. En Suiza no existe una cultura de contactos personales y el gobierno no te echa una mano. El único que te puede ayudar es tu producto”.

(Traducción: Belén Couceiro)

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