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Suiza, dispuesta a colaborar con la amnistía fiscal griega

Recaudar los impuestos que le deben los ciudadanos y las empresas griegas no es tarea fácil para las autoridades de Atenas. Keystone

Ahogada por una deuda de 300 000 millones de euros (313 000 millones de francos suizos), Grecia confía en que Suiza le ayude a recuperar el tesoro de las cuentas no declaradas que los griegos ocultan en los cofres del país alpino.

Una opción que los activistas antievasión no ven con buenos ojos. A su juicio, quien escondió fondos en un paraíso fiscal no merece concesiones ni el premio que supone una amnistía, herramienta que consideran totalmente antidemocrática.

“En este tipo de acuerdos, el diablo siempre está en los detalles”, señala a swissinfo.ch Nicholas Shaxson, del grupo Tax Justice NetworkEnlace externo. “Ayudar (a Grecia) a transparentar activos que no han sido gravados sería positivo para la imagen de Suiza”.

Pero debe asegurarse que los evasores declaren voluntariamente.

“Las amnistías suelen favorecer a la gente acaudalada, porque está en capacidad de pagar consultores que aprovechan las lagunas legales para seguir evadiendo impuestos disfrazándolos, por ejemplo, de fondos no declarados como seguros o fideicomisos”, explica.

Shaxson destaca que los llamados optimizadores fiscales frecuentemente echan mano de “estructuras resbaladizas” que logran que, técnicamente, los activos estén declarados, al tiempo que siguen en paraísos fiscales lejanos al radar de cualquier amnistía.

Heather Low, de Global Financial IntegrityEnlace externo (GFI), añade que “las amnistías fiscales solo hacen una diferencia si la gente cree realmente que al final de las mismas el gobierno en turno perseguirá a quien no haya revelado sus activos no declarados”.

En Estados Unidos, por ejemplo, los evasores tendrían miedo de no declarar sus fondos opacos cuando se les da oportunidad de hacerlo, porque saben que si son descubiertos después, el castigo será implacable, explica a swissinfo.ch. “Pero no creo que sea el caso de Grecia”.

Programa de declaración voluntaria

En abril, el entonces ministro griego de las Finanzas, Yanis Varoufakis, anunció un proyecto de amnistía fiscal global que busca repatriar fondos que los ciudadanos griegos han ocultado en el extranjero.

Según la información que se conoce hasta hoy, el gobierno optaría por un gravamen único del 21% sobre los fondos declarados de forma voluntaria. Pero esta propuesta aún necesita el aval del Parlamento.

Además, Grecia y Suiza sostienen negociaciones desde 2012 con el fin de encontrar caminos conjuntos recuperar el ‘dinero negro’ escondido en los bancos helvéticos. Ambos países afirman estar muy cerca de hallar una solución que permitiría a los bancos cooperar con este esfuerzo.

Suiza no aparece como un socio formal en la amnistía fiscal griega, pero la aprobación y cooperación de las autoridades helvéticas es fundamental para que el plan funcione.

Los dos gobiernos sostuvieron reuniones en marzo y abril de este año para discutir los detalles prácticos necesarios para persuadir a los evasores griegos de firmar la amnistía.

Aunque el proceso no había concluido, tras los encuentros bilaterales de la primavera, Varoufakis se arriesgó a anunciar que Grecia tenía en puerta una amnistía fiscal y que Suiza colaboraría con las autoridades helenas.

La Secretaría de Estado para Asuntos Financieros Internacionales (SIF) de Suiza confirmó a través de un comunicado que colaboraba con Atenas “en el desarrollo de un programa de declaración voluntaria” previo al inicio del intercambio automático de información que Berna pondrá en marcha con la Unión Europea (UE).

“Esto implicará una utilización más efectiva del convenio para evitar la doble tributación vigente entre Suiza y Grecia, así como la adopción por parte del Parlamento griego de un programa de declaración voluntaria que sea eficaz, pero también atractivo”.

Suiza tiene interés en que la amnistía tenga lugar, porque de aquí a inicios de 2018 comenzará el intercambio automático de información fiscal con la UE. Y los bancos helvéticos temen que muchos de sus clientes griegos huyan con sus activos hacia otras jurisdicciones, a menos de que Atenas les ofrezca la oportunidad de declarar estos fondos opacos sin un castigo excesivo.

Frustración griega

En junio, unos días antes de que renunciara a la cartera de Finanzas, Varoufakis concedió una entrevista al programa ‘Rundschau’ de la televisión pública suiza (SRF) en la que habló sobre la frustración que experimenta Grecia.

Varoufakis dijo que sabía bien que los griegos escondían un volumen importante de fondos en los bancos suizos. Pero que debido al secreto bancario helvético, a Grecia le resulta imposible penetrar y averiguar en qué bancos y ciudades estaban los recursos. “Sabemos demasiado poco para poder localizar estos fondos”, se lamentó.

Cuando se le preguntó sobre los rumores que corrían de que los fondos de los evasores griegos serían gravados con una tasa de alrededor del 20%, Varoufakis declinó confirmar o desmentir esta información. Se concretó a decir que era muy difícil elegir una ruta que fuera justa y pragmática a la vez. “Nunca es fácil encontrar el término medio”, dijo.

Aun no está claro si la dimisión de Varoufakis (el pasado 6 de julio) repercutirá en las negociaciones de los dos países en este ámbito.

Hasta ahora, la existencia del secreto bancario ha impedido establecer una estimación fiable de los fondos de ciudadanos griegos que están en los bancos suizos.

Según el Banco Nacional Suizo (BNS), en 2014, el centro financiero helvético tenía unos 636 millones de francos suizos en activos griegos distribuidos entre ahorros y otro tipo de inversiones bancarias. La cifra no incluye inversiones como la compra de acciones, bonos, bienes raíces o dinero en efectivo resguardado en fundaciones y otras figuras concebidas por los optimizadores fiscales.

En un informe publicado en 2009, Helvea Bank calculó que el 99% de los fondos de ciudadanos griegos invertidos en los bancos suizos (que entonces se estimaban en 24 200 millones de francos) no estaban declarados ante las autoridades tributarias de Atenas.

Cabe recordar que un año antes, Christine Lagarde, entonces ministra de Finanzas de Francia, había entregado a las autoridades de Atenas una lista con más de 2 000 nombres de ciudadanos griegos que eran titulares de cuentas en el HSBC de Ginebra.

Una disparidad de cifras que destacó el dominical ‘NZZ am Sonntag’, que hace poco habló en sus páginas sobre lo difícil que era calcular el número de clientes griegos que tiene la banca suiza y a cuánto ascienden sus activos. La publicación afirma que mientras algunas fuentes hablan de 2 000 millones de euros, otras van hasta 200.000 millones.

Traducción del inglés: Andrea Ornelas

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