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Pruebas de oxígeno en la cota de los 7.000 metros

Las pruebas se tomarán a más de 7.000 metros de altitud, donde hay solo un 8% de oxígeno en el aire (comparado con un 21% al nivel del mar). Keystone

Suiza encabeza este mes uno de los proyectos de investigación a gran altitud más ambiciosos de la historia. Un grupo de 70 médicos, investigadores y participantes confían en que el estudio de muestras de oxígeno obtenidas en un pico de Nepal arroje nuevas pistas sobre enfermedades como el cáncer.

Pedalear en una bicicleta estática a 7.000 metros de altura y tomar 7.000 muestras de sangre son dos de los desafíos que deberá enfrentar el equipo de expertos suizos que encabeza la expedición médica de cuatro semanas que tendrá lugar este mes de octubre.

“Etiquetar convenientemente las muestras sanguíneas, evitar que se mezclen entre sí y mantenerlas a una temperatura constante de 20 grados bajo cero, no serán tareas fáciles en estas condiciones”, dice a swissinfo.ch Urs Hefti, jefe de la expedición.

Pero hay muchas preocupaciones más que Hefti deberá afrontar en la cima del Himlung Himal, a 7.126 metros de altura. “Cualquier cosa puede salir mal en las condiciones hostiles que existen en el Alto Himalaya, pero estamos preparados para la mayoría de las eventualidades y contamos con un equipo muy competente”, añade el cirujano ortopedista de 45 años de edad.

La misión lleva por nombre Swiss-Exped y es el seguimiento a una serie de estudios realizados en otras cumbres, como el Shisha Pagnma, en el Tíbet (2001); el Muztagh Ata, en China (2005); y el Pik Lenin, en Kirguistán (2009).

La investigación helvética se abocará a estudiar el funcionamiento de los pulmones y el cerebro a grandes alturas. Analizará también cómo los bajos niveles de oxígeno –una condición conocida como hipoxia o mal de montaña–  afectan al cuerpo.

“Los suizos tendrán la apasionante oportunidad de tomar muestras a 7.000 metros de altitud a un grupo de individuos que es razonablemente grande”, explica Mike Grocott, profesor de Anestesia y Medicina de Cuidados Intensivos en la Universidad británica de Southampton. “Este estudio podría mejorar la comprensión que se tiene sobre la forma en la que reaccionan las células cancerígenas ante la hipoxia”.

Las células tumorales que carecen de oxígeno suelen desarrollar resistencias a la radioterapia y a la quimioterapia. Y se cree que esto podría cambiar si la oxigenación de las células fuera mayor.

Confirmarlo sería de gran relevancia para la medicina hospitalaria. Especialmente para los pacientes en cuidados intensivos, que frecuentemente sufren de falta de oxígeno (ver recuadro).

“Esta investigación podría beneficiar tanto a los pacientes cuyos niveles de oxígeno representan un problema, como a los alpinistas y senderistas que ascienden a grandes alturas”, señala Groccot. “Obtener nueva información permitirá predecir de forma más acertada quién es proclive a desempeñarse mejor a una gran altitud y, sobre todo, ayudará a identificar a los individuos susceptibles de desarrollar el mal agudo de montaña”.

El pico Himlung Himal se ubica al oeste de Nepal y tiene una altitud es de 7.126 metros.

Fue escalado por primera vez en 1992 por un grupo de japoneses.

El experimento cuenta con un equipo de 24 investigadores y 42 participantes que dedicarán siete días a caminar hasta alcanzar el campamento base.

Acostumbrar el cuerpo a las condiciones que encontrará en la cima debe ser un proceso lento y paulatino. Se prevé que a partir de los 3.300 metros de altura, los participantes asciendan unos 300 metros por día.

El proyecto íntegro durará un mes. Los médicos examinarán constantemente la evolución del cerebro, el corazón, los pulmones y la circulación sanguínea de los participantes.

Una experiencia apasionante

La misión lleva por nombre Swiss-Exped y es el seguimiento a una serie de estudios realizados en otras cumbres, como el Shisha Pagnma, en el Tíbet (2001); el Muztagh Ata, en China (2005); y el Pik Lenin, en Kirguistán (2009).

La investigación helvética se abocará a estudiar el funcionamiento de los pulmones y el cerebro a grandes alturas. Analizará también cómo los bajos niveles de oxígeno –una condición conocida como hipoxia o mal de montaña–  afectan al cuerpo.

“Los suizos tendrán la apasionante oportunidad de tomar muestras a 7.000 metros de altitud a un grupo de individuos que es razonablemente grande”, explica Mike Grocott, profesor de Anestesia y Medicina de Cuidados Intensivos en la Universidad británica de Southampton. “Este estudio podría mejorar la comprensión que se tiene sobre la forma en la que reaccionan las células cancerígenas ante la hipoxia”.

Las células tumorales que carecen de oxígeno suelen desarrollar resistencias a la radioterapia y a la quimioterapia. Y se cree que esto podría cambiar si la oxigenación de las células fuera mayor.

Confirmarlo sería de gran relevancia para la medicina hospitalaria. Especialmente para los pacientes en cuidados intensivos, que frecuentemente sufren de falta de oxígeno (ver recuadro).

“Esta investigación podría beneficiar tanto a los pacientes cuyos niveles de oxígeno representan un problema, como a los alpinistas y senderistas que ascienden a grandes alturas”, señala Groccot. “Obtener nueva información permitirá predecir de forma más acertada quién es proclive a desempeñarse mejor a una gran altitud y, sobre todo, ayudará a identificar a los individuos susceptibles de desarrollar el mal agudo de montaña”.

Entrevista con médico nepalí Buddha Basnyat, y experto en Medicina de Montaña.

swissinfo.ch: Hay muchos investigadores que están llegando a Nepal. ¿Considera que aún hay espacio para la misión ‘Swiss-Exped’?

Buddha Basnyat: Los investigadores que trabajan a gran altura se enfrentan a la hipoxia, es decir, a la disminución de oxígeno, un fenómeno que se presenta también en los enfermos y reviste una gran importancia para medicina hospitalaria.

Los pacientes en cuidados intensivos sufren con frecuencia de falta de oxígeno. Lo mismo les sucede a las personas sanas cuando se hallan a muchos metros de altitud. Aún debemos averiguar si es posible utilizar la llamada medicina de grandes alturas en pacientes que padecen, por ejemplo, enfermedades pulmonares crónicas.

swissinfo.ch: Pese a todas las investigaciones, nos hallamos aún al principio del camino…

 

B.B.: Es una tarea ardua y atar cabos toma varios años. Es poco probable que un solo equipo de investigación sea capaz de obtener un hallazgo revolucionario. Se requiere el trabajo de muchos científicos británicos, estadounidenses, suizos, etcétera, para llegar a algo.

La investigación a grandes alturas se remonta a la Edad Media. El padre Acosta, un misionero español, viajó a Perú en el siglo XVI y descubrió que el aire de los Andes le provocaba dolores de cabeza. Debido su formación jesuita, Acosta decidió registrar todos sus hallazgos, documentos que actualmente se encuentra en el Vaticano.

Durante la década de 1960, cuando no había herramientas científicas sofisticadas, algunos investigadores realizar una gran cantidad de estudios revolucionarios fueron a Nepal, como la expedición Silver Hut en el Everest en 1961.

El equipo británico que lideró este esfuerzo fue el primero en documentar que el consumo máximo de oxígeno –también conocido como VO2 max- se reduce con la altura. El resultado de esta expedición fue una sofisticada investigación que demandó de sus participantes una gran dosis de pasión, compromiso y preparación ya que estuvieron expuestos a estas condiciones durante un largo periodo.

swissinfo.ch: Parece que aún hay mucho por hacer…

B.B. Así es. Aún desconocemos si el mal de montaña agudo es genético. Algunas personas son más proclives a padecerlo que otras, lo que puede deberse a su información genética, pero aún no sabemos qué tipo de genes serían los responsables.

Estrictos criterios de selección

El equipo de expertos que conforma la expedición está integrado por 24 investigadores que han trabajado durante casi dos años para encontrar patrocinadores, probar materiales altamente costosos y sensibles, y reclutar a los 40 participantes que serán examinados. Casi la mitad de ellos son mujeres.

“Estoy muy entusiasmado con la idea de ser parte de esta expedición. Será muy interesante saber más sobre mi cuerpo cuando se halla a estos niveles de altitud”, dice Dominik Meyer. Es uno de los elegidos para ir a Nepal entre un grupo de 150 candidatos que cumplían plenamente los requisitos para la expedición.


Los criterios de selección fueron muy estrictos. Los participantes debían tener un grado razonable de experiencia en la montaña y un buen historial clínico. “Las personas que padecen alguna enfermedad, toman esteroides o fuman, quedaron descartadas. Los pulmones son una parte esencial en nuestra investigación y deben encontrarse totalmente limpios”, explica Hefti.


Pero los investigadores no fueron los únicos que trabajaron arduamente. Los participantes también aportaron su grano de arena sometiéndose a estudios periódicos en altitud y aceptando el nada simple desafío de escalar este pico en el Himalaya.

“He entrenado a fondo durante seis meses. Dos veces por semana escalo una montaña cercana con una mochila cargada con 25 kilos de piedras”, cuenta Meyer. “Físicamente, sé que estoy bien preparado, pero mentalmente no tengo ni idea de lo que me espera en una expedición así de importante”.

Compleja logística

Los retos que impone esta expedición son múltiples y van más allá de los investigadores y los participantes.

“Creo que la logística de este viaje ha sido más difícil que organizar una expedición al Everest”, resume Kari Kobler, el operador turístico a cargo de la misión.

Tiene 25 años de experiencia en la organización de viajes al Everest y habla sobre los preparativos para esta expedición: “Enviamos seis camiones con 1,3 toneladas de material a la base de la montaña. Desde ahí cargadores y mulas lo transportaron hasta el campamento base ubicado a 4.900 metros de altura”.

El material previsto incluye ergómetros, aparatos de ultrasonido, ordenadores portátiles y millares de tubos de ensayo. “Destinamos mucho tiempo, dinero y esfuerzo a embalar el material lo mejor posible para asegurar que sobreviviera el accidentado camino que hay hasta el campamento base y después, durante el ascenso, hasta los campamentos a mayor altura”, dice Hefti.

Para funcionar, los equipos requerirán una gran cantidad de energía, lo que se perfila como un nuevo dolor de cabeza para Kobler. “En el campamento base intentaremos utilizar la energía solar, pero los sherpas deberán llevar consigo hasta los campamentos más elevados generadores que pesan 8 kilos y son indispensables para alimentar los equipos de ultrasonido”.

Oxígeno para los investigadores

Hefti destaca que los exámenes que realizarán a 7.000 metros de altura convertirán esta expedición en un experimento sin precedentes, dado el nutrido grupo de participantes que se analizarán.

“Ha habido casos donde dos o tres individuos han sido examinados a una gran altura, pero se requieren más casos para obtener resultados considerados como válidos”, explica.

Los investigadores deberán pasar al menos dos noches a un nivel de altitud en el que la cantidad de oxígeno en el aire es de solo el 8% (frente al 21% que existe al nivel a del mar).

Para dormir tendrán que utilizar tanques de oxigenación. “No habíamos hecho esto nunca antes, pero una de las lecciones que nos dejó una experiencia previa es que es esencial que pensemos con toda lucidez al estar allí”.

Ocho guías de montaña y 35 alpinistas sherpas también tomarán parte del proyecto. Su apoyo es indispensable para toda expedición que se realice el Himalaya. “Sin los sherpas sería sencillamente imposible realizar una misión de este tipo, ellos montan las tiendas de campaña, cargan, fijan cuerdas y cuidan de los participantes”.

Mínimas comodidades

Durante las fases de descanso y aclimatación, los participantes tomarán los alimentos en carpas-comedor climatizadas, que junto con las 70 tiendas de campaña necesarias para su reposo, se instalaron en un terreno relativamente plano. “Los sherpas trabajaron durante cuatro días para crear las plataformas necesarias. Yo me sentía mareado de solo verlos”, confiesa Kobler, quien llegó de avanzada para supervisar el establecimiento del campamento base.

Helfi no espera resultados espectaculares ni a corto plazo de esta misión. Tras su regreso a Suiza, los participantes deberán someterse  a nuevos análisis durante un periodo que oscilará entre 9 y 12 meses. Solo después podrán obtenerse los primeros resultados.

Grocott, quien encabezó hace seis años la expedición de investigación British Extrem Everest, coincide con esta visión. “Nosotros no hemos cambiado nuestras prácticas y tampoco hemos salvado vidas con estos datos, pero sí hemos comenzado otros experimentos en pacientes que tienen una relación directa con los hallazgos que obtuvimos en 2007”.


Aunque es incierto si la misión Swiss Exped generará resultados revolucionarios, Hefti y su equipo están convencidos de que ningún paso es pequeño cuando aporta algo útil a los pacientes en cuidados intensivos.

Hay mucha más gente enferma que alpinistas que escalan las grandes cimas, y si podemos descubrir algo para ayudar a estas personas, por pequeño que sea, nuestra misión estará cumplida”.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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