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Las PYMES apuestan por la innovación

En la sala blanca de la fábrica de TESA, los ingenieros desarrollan instrumentos de medición de alta precisión. TESA

El Gobierno suizo anunció hace un año un paquete de medidas para contrarrestar los efectos de la apreciación del franco. Entre ellas, una línea de crédito por 100 millones de francos destinada a financiar proyectos de innovación.

Una iniciativa que experimentó un gran éxito entre pequeñas y medianas empresas (PME), como TESA.

A la altura de Renens, en la periferia de Lausana, un cierzo glacial se abre paso con voces estridentes entre un conjunto de inmuebles y el techo irregular de la fábrica de TESA. Al interior, solo el ruido de las máquinas herramienta perturba el riguroso ambiente laboral que reina.

Cada empleado del sitio, sea ingeniero, mecánico o simple operador, tiene asignada una tarea precisa. Pero todos colaboran en la consecución de un objetivo común: producir una vasta gama de instrumentos de medición de alta precisión que poseen la etiqueta de calidad Swiss Made y que están destinados a industrias tan diversas como la automovilística, la aeronáutica o la relojera.

A pesar de que la mecánica del grupo parece perfectamente aceitada, TESA SA acaba de vivir meses tormentosos. Una propuesta presentada por la dirección general de la fábrica sugería aumentar las jornadas de trabajo sin compensación salarial adicional. El proyecto fue rechazado por los empleados el otoño pasado, creando un tenso clima entre el sindicato y la dirección.

“El franco fuerte nos sometió a una inmensa presión y generó una gran incertidumbre entre el personal, pero jamás evaluamos proyecto alguno de deslocalización”, afirma Floriane Jacquement.

La portavoz de TESA añade: “Al contrario, tenemos previsto invertir 3,5 millones de francos suizos este año en la modernización de nuestra fábrica para desarrollar una nueva área de galvanoplastia. La decisión prueba que Hexagon, nuestra casa matriz, cree en la permanencia de este sitio”.

Diferenciarse para sobrevivir

Las finanzas de TESA dependen en un 80% de las ventas en el extranjero. La empresa forma parte de una industria donde la competencia es implacable debido a que se enfrenta a al menos una decena de rivales internacionales de alto rendimiento.

Por ello, la compañía está obligada a que sus ganancias sean suficientes para cubrir los altos salarios que paga a sus empleados y para compensar también la erosión que ha provocado el tipo de cambio a sus márgenes de utilidad.

“Si queremos seguir produciendo desde Suiza estamos obligados a innovar permanentemente”, sintetiza Benjamín Vullioud, jefe de una treintena de ingenieros de la División de Investigación y Desarrollo.

Como muchas otras PME suizas, TESA solicitó apoyo al gobierno, que en diciembre pasado desembolsó un presupuesto extraordinario de 100 millones de francos suizos para proyectos de innovación tecnológica en el marco de un paquete de medidas diseñadas para contrarrestar los efectos del franco fuerte.

El programa resultó altamente exitoso. La Comisión para la Tecnología y la Innovación (CTI), gestora de los fondos y responsable de apoyar la transferencia de conocimiento y tecnología entre empresas y escuelas superiores, recibió más de 1.000 solicitudes de proyectos por un valor de 530 millones de francos suizos.

El 80% de dichas demandas no pudieron ser atendidas, pero TESA tuvo la suerte de recibir respaldo para dos de sus proyectos. Varios cientos de miles de francos fueron otorgados al Centro Suizo de Electrónica y de Microtécnica (CSEM) de Neuchâtel -instituto de investigación consagrado a la transferencia de tecnologías para la industria- con objeto de desarrollar una revolucionaria técnica de medición, que tiene como meta permitir a TESA ganar terreno de forma decisiva frente ante sus competidores.

Un proyecto arriesgado

“Desarrollamos un método de medición de posición y desplazamiento que tiene una precisión jamás vista”, explica Edo Franzi, responsable del proyecto TESA en el CSEM.

TESA buscaba soluciones para integrar esta tecnología a sus aparatos. El apoyo financiero del Estado nos permitió asignar un equipo de 5 a 6 investigadores a este proyecto en particular”.

Dicha novedosa tecnología, que aún no ha sido patentada y que está sometida, por lo tanto, a la más grande confidencialidad, permitirá a TESA fortalecer de forma “importante” su facturación, estima Benjamín Vullioud.

Actualmente, los ingenieros del CSEM están sometidos a la presión de la empresa, que aguarda un prototipo antes de que concluya este año.

“Este proyecto puede conseguir una rápida comercialización, pero también entraña riesgos. Por ejemplo, no alcanzar a miniaturizar suficientemente esta tecnología, que es la razón por la que recibió el apoyo de la CTI, destaca Edo Franzi.

En cambio, si el proyecto es exitoso, acrecentará las ganancias de TESA, pero beneficiará también a otros negocios. “Cuando se desarrolla una tecnología para un cliente, se resuelven simultáneamente una serie de problemas para otras empresas”, refiere Edo Franzi.

“Si bien el cliente concreto es el propietario de los resultados en su ámbito de ejercicio, los avances logrados pueden aplicarse a negocios de otro tipo”, agrega.

‘Baby boom’ de la innovación

La sólida asociación que existe entre las escuelas de alto nivel, los institutos de investigación y la industria ha sido uno de los elementos que han contribuido al éxito de la economía suiza durante los tiempos difíciles, coinciden los entrevistados.

Suiza supera largamente a los países de la Unión Europea (UE) en materia de innovación, según una clasificación reciente elaborada por la Comisión Europea, lo que no significa que puede dormirse en sus laureles.

Los legisladores lo han entendido, y una tras otra, las comisiones competentes de las dos cámaras del Parlamento han adoptado una moción que solicita al Gobierno a recuperar los proyectos más exitosos que no pudieron ser atendidos en diciembre.

“No debe faltar el apoyo para proyectos que lo merecen debido a su gran potencial”, afirma la senadora demócrata cristiana Anne Seydoux Christe. “La meta no es subvencionar indefinidamente a las empresas, sino dar un pequeño empujón a la innovación en esta coyuntura”, aclara.

Así, de cara a las decisiones tomadas por el Parlamento, el Gobierno parece obligado a preparar la chequera.

“No obstante, la financiación de esos nuevos proyectos no debe ir en detrimento de otras áreas de la formación”, advierte la senadora por el cantón del Jura.

Según Mario El-Khoury, director del CSEM, el retorno que obtendrán las inversiones justificará ampliamente la línea de préstamos por 100 millones de francos suizos:

“Estas medidas permitirán mantener, e incluso crear, numerosos empleos de alto valor agregado en Suiza. Este efecto positivo se dejará sentir claramente tras la crisis. Un círculo virtuoso que puede traducirse en una suerte de baby boom de la innovación helvética”.

En tiempos de crisis, tanto el franco suizo como el oro, son generalmente considerados por los inversionistas como valores refugio.

De agosto de 2008 a agosto de 2011, el franco suizo se apreció un 44% frente al euro.

De cara a esta apreciación, que afecta particularmente a las empresas exportadoras y al sector turismo, el Banco Nacional Suizo (BNS) decidió en septiembre pasado fijar una tipo de cambio mínimo de 1,20 francos por euro.

Paralelamente, para combatir los efectos del fortalecimiento del franco, el Gobierno helvético estableció una serie de medidas anunciadas en febrero de 2011, destinadas a apoyar la promoción del turismo nacional, los seguros contra riegos de exportación y la promoción de tecnología e innovación.

En agosto, el Gobierno anunció un nuevo plan por 870 millones de francos suizos, nuevamente para contrarrestar los efectos de la apreciación del franco. La mayor parte de estos recursos (500 millones) se dedicarán a compensar el creciente desempleo.

Entre las medidas destinadas a luchar contra la apreciación de la divisa nacional, 100 millones de francos fueron consagrados al Programa especial de innovación, que busca que las empresas suizas sean capaces de desarrollar ágilmente proyectos de innovación en colaboración con reconocidas universidades helvéticas.

La Comisión para la Tecnología y la Innovación (CTI), recibió alrededor de 1.000 demandas en dos meses por valor de 530 millones de francos.

Todas las ayudas financieras fueron entregadas antes de concluir el año 2011 a las escuelas superiores e instituciones de investigación avaladas por la CTI.

“El Gobierno y el Parlamento habían voluntariamente limitado el monto y la duración de esta medida, con objeto de reformar la competitividad de las actividades exportadoras a través de un impulso de carácter único y extraordinario destinado a la innovación”, según un comunicado de la CTI.

Socio de la CTI, el Centro Suizo de la Electrónica y la Microtécnica de Neuchâtel (CSEM), instituto de investigación enteramente dedicado a la transferencia de tecnología hacia la industria, pudo apoyar 25 empresas en Suiza en el marco del programa para compensar los efectos del franco fuerte.

Fundado en 1941, es un grupo dedicado a la fabricación y comercialización de un abanico de 5.000 instrumentos y sistemas de medición de alta precisión.

Actualmente emplea a 400 personas en Renens, en la periferia de Lausana.

Por su calidad, la mayor parte de sus productos han recibido la etiqueta Swiss Made, destinados fundamentalmente a la industria del automóvil, la aeronáutica, la relojería, y la micromecánica.

Desde 2001, TESA SA forma parte del grupo sueco Hexagon Metrology.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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