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Pasión sin límites por Suiza

Del Pozo durante una de sus visitas a Zúrich. swissinfo.ch

Nació en Zúrich y, a pesar de regresar a España con su familia cuando tenía sólo un año y medio, conserva un gran cariño por la Confederación. Fue en esta ciudad donde se conocieron sus padres y donde tuvieron y bautizaron a sus dos hijos.

“Mis padres siempre han estado muy contentos y agradecidos al Estado helvético. Los dos vivieron miles de anécdotas durante su larga estancia allí. Todos los días se acuerdan de Suiza”, comenta Javier Del Pozo con emoción.

Su madre llegó a Suiza en 1964 mientras que su padre lo hizo algo más tarde, en 1969. Ambos llegaron para trabajar en el sector de la hostelería. En esos años existía un convenio entre España y la Confederación para traer trabajadores ibéricos a Suiza. Además, dos hermanos de su padre trabajaron en Suiza

Más tarde los dos se conocieron en Zúrich y allí fue donde se casaron y donde nacieron sus dos hijos. En 1983, la familia Del Pozo Rodríguez decidió regresar a España. “Mis padres acordaron volver y se establecieron en Valladolid. Allí montaron un kiosco, una librería y una pequeña administración de lotería”.

Retornaron porque a mi madre le entró algo de morriña y también porque su hermana -que también estaba en Suiza- regresó a España. “Todos los días recuerdan Suiza y mi padre se sigue preguntando el motivo de haber dejado el país alpino”.

¡Aquí hay mar!

“Cuando mi padre llegó a Zúrich se llevó una gran sorpresa al contemplar el enorme lago que baña la ciudad: ¡Aquí hay mar!, exclamó al pisar la urbe. Tras lo que dijo que nunca volvería a España. Siempre recuerda su vida allí porque vivían muy bien. Creo que en Suiza se aprecia a la inmigración española”, prosigue Del Pozo.

El padre trabajó 10 años en un restaurante de Zúrich. Más tarde cambió de profesión y se dedicó otra década a la impresión de los periódicos Blick y Tages-Anzeiger. Allí estaba encargado de una máquina rotativa junto con otros dos operarios.

Su madre, gallega de nacimiento, se marchó a Suiza a los 18 años de edad tras que su padre le firmara el permiso necesario para salir de España. Un tío suyo le mandó un contrato de trabajo de un restaurante y allí empezó su aventura. Una de las anécdotas fue que en su viaje en tren perdió la maleta que traía y llegó a Suiza sin nada. Pasó 17 años trabajando en el lujoso Hotel Bellerive, situado junto al lago zuriqués.

El hermano de Javier es 6 años mayor que él. También recuerda todavía la infancia que vivió en Zúrich, en especial el Día de Pascua. Solía ir a un parque y jugaba con hijos de otros emigrantes españoles. Todavía conserva seis primos carnales en Suiza y un tío y dos tías.

Hogar de españoles

En cuanto a la adaptación del matrimonio fue buena aunque los idiomas no eran el fuerte de su padre. “Se entendía muy bien con los italianos pero no era muy bueno con otras lenguas. Mi madre en cambio si aprendió bien alemán e italiano”, relata Del Pozo.

En ese entonces, “existía allí un hogar de españoles que se llamaba la misión católica hay se reunían todas las tardes noches. También frecuentaban bastante la bodega española de la ciudad”. Casi todas las tardes de los domingos su padre visitaba las terrazas del aeropuerto de Kloten.

Sus padres estaban unidos a su país de origen a través de la radio que se emitía desde España escuchaban música y sus programas. Se trataba de la emisora clandestina Radio España Independiente, más conocida como ‘La Pirenaica’. “Mis padres conocieron allí a Manolo Escobar en un concierto que emitieron y les gustó mucho. Julio Iglesias no tuvo tanto éxito”, cuenta Del Pozo.

Visitas a Zúrich

Javier Del Pozo ha visitado Suiza en varias ocasiones desde 1983, la última en 2006. Zúrich le causó una gran impresión. “Es una pasada de ciudad, me agradó mucho la amabilidad de la gente, la belleza y la limpieza de sus calles, el orden, los tranvías, el sistema de selección y reciclaje de basura. Muchas cosas me llamaron la atención”.

También cuenta que disfrutó mucho cuando se fue de compras por Zúrich, y paseaba por sus calles siempre llenas como la Bahnhofstrasse, una de las más comerciales y lujosas de la ciudad. “Se ve que es una urbe abierta al mundo donde se convive muy bien”.

“Cerca de Zúrich pasamos por la fabrica de chocolate de Lindt y yo abrí las ventanas del coche porque olía increíblemente bien. Me impresionaron mucho los Alpes, sobre todo, cuando estuve en el lago de los cuatro cantones (cantón de Lucerna) y vi la pradera donde se fundó la Confederación Helvética. El paisaje parecía de un cuadro o de un cuento”.

Como aficionado al ciclismo, Del Pozo también valora lo preparado que esta el país para la práctica de este deporte.

Asimismo recuerda con alegría su visita a la estación de esquí de Flusemberg para hacer senderismo con su tío. Allí probó la comida típica en un restaurante con terraza y música alpina en directo. “Lo estoy recordando y se me saltan hasta las lágrimas”, concluye emocionado Javier Del Pozo.

Javier Del Pozo trabaja en una empresa de instalaciones de riego ubicada en Valladolid, España.

Ha viajado por trabajo a países tan diferentes como Irán, Rusia, Marruecos, Senegal, Turquía, Kazajstán, Hungría, Italia o Rumania.

Es un gran aficionado de los deportistas suizos. En especial de Roger Federer, del Alinghi de Copa América o de ciclistas como Fabio Cancellara.

“Desde hace seis años el deporte nacional en mi trabajo ya no es el fútbol y sí el tenis”, comenta entre risas.

Suiza figuró entre los principales países de acogida de la ola de inmigración española de la segunda mitad del siglo pasado.

En 1957, menos de 3.000 españoles vivían en Suiza, pero ya en 1965, la cifra explotó a 55.000.

Y si bien en 1990, los españoles eran 116.000 en Suiza, después empezó ha registrarse un descenso anual.

En la década de los 90, cada año un promedio de 6.000 españoles abandonaron Suiza.

A partir del nuevo milenio el retroceso continúa, pero el número de partidas ha disminuido a alrededor de 3.000 por año.

Según la Oficina Federal de Estadísticas, unos 130.000 españoles y binacionales viven hoy en Suiza.

Este colectivo constituye una de las minorías más significativas del país.

La mayoría de estos inmigrantes españoles llegaron en los años 60 y 70.

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