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La cubierta del ‘Aquarius’, paréntesis entre la pesadilla libia y el sueño europeo

Un grupo de migrantes se tapa con mantas en el 'Aquarius' mientras espera para llegar a Cagliari, Cerdeña, Italia, el 26 de mayo de 2016 afp_tickers

Ayer estaban en manos de traficantes violentos y sin escrúpulos, mañana su futuro dependerá de una Europa de la que no saben nada. Hoy, 385 migrantes están a bordo del ‘Aquarius’, navío humanitario que acaba de rescatarlos en el mar Mediterráneo.

“Aquí es como un hotel cinco estrellas comparado con lo de antes”, exclama Issa Cissé, marfileño de 18 años, que como los demás hombres pasó la noche al aire libre y en el suelo, envuelto en una manta y ataviado apenas con un fino atuendo blanco que se le dio al llegar al barco.

En el puente del barco fletado por SOS Mediterráneo y Médicos sin Fronteras (MSF), las miradas se ensombrecen y la rabia emerge cuando se evoca el paso por Libia. Algunos estuvieron algunas semanas, otros intentaron ganarse la vida ahí durante años.

“Ahí no eramos hombres”, “Libia eran secuestros, prisiones, violencia”, “nos golpeaban todos los días, golpeaban ante nosotros a nuestras mujeres”, “violan a mujeres, sodomizan a los hombres”, relatan los migrantes.

– ‘Europa o muerte’ –

“Libia es un viaje sin retorno. Sólo puedes acabar en el mar: ¡o es Europa o es la muerte!”, afirma Inés, una camerunesa de 24 años que siguió a su marido, que creía haber hallado un trabajo decente, pero ambos fueron tratados “como perros” por el patrón.

Los médicos de MSF confirman: en consulta, algunas mujeres relatan historias espantosas, mientras que al quitarse la camiseta un hombre exhibe cicatrices de golpes y torturas que han provocado fracturas aún no curadas.

Mientras el ‘Aquarius’ sigue rumbo al puerto de Cagliari, las conversaciones animadas se suceden en el barco. Pocas horas antes, al ser socorridos el martes, aún imperaba entre estos migrantes el miedo, el frío, el hambre y el cansancio.

Como una alegoría de esta nueva vida que los migrantes esperan, una mujer embarazada de ocho meses empezó a sentir, en medio de la noche, las primeras contracciones.

El pequeño Destiné Alex -este segundo nombre en honor del capitán bielorruso del ‘Aquarius’- nació pocas horas después. Al retornar al puente tras el parto, el padre fue cariñosamente aplaudido.

Pero la esperanza no está exenta de inquietud. Durante todo el día, todos hacen, obsesivamente, la misma pregunta: “¿Qué va a ocurrir ahora con nosotros?”.

Para los más pequeños -hay 26 niños de menos de cinco años- la respuesta no es complicada: “Yo quiero ir a Italia”, asegura el pequeño Raoul, orgulloso de su nueva camiseta rosa.

Entre los migrantes rescatados el martes por el ‘Aquarius’, algunas decenas vienen de países como Eritrea, Sudán del Sur o Somalia, a los que Italia otorga fácilmente el asilo.

Pero la mayoría son de Camerún, Costa de Marfil, Gambia o Guinea y seguramente tendrán más dificultades en obtenerlo.

– “Europa no es El Eldorado”-

Sin embargo, Benjamin Bitomb, camerunés de 20 años, clama tranquilamente. “Italia es la libertad, la posibilidad de una vida mejor”. Pero el índice de desempleo en la península es del 40% para la gente de su edad, se le explica. “Pues yo espero estar en los otros 60%”, responde.

“Lo único que quiero son papeles para tener un trabajo y apoyar a mis hermanas en mi país”, explica Issa Cissé. “Ya sé que Europa está en crisis, que no es El Eldorado, pero en mi país es peor”.

Hamidu Bah, de 19 años, abandonó Sierra Leona cuando el virus Ébola se llevó a sus padres y a su hermana. Intentó mejor fortuna en Guinea, luego Mali, después Argelia y al fin en Libia. “Todo está en las manos de Dios. Quizá mi vida sea más fácil en Italia, quizá no”, musita.

SWI swissinfo.ch - unidad empresarial de la sociedad suiza de radio y televisión SRG SSR

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