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La expulsión al estilo Dublín no es sólo cine

Fahad Kammas, tras la puerta de 'La Forteresse'. cineman

La deportación de un iraquí que había protagonizado su propio caso en el documental sobre asilo político 'La Forteresse' (La Fortaleza), de Fernand Melgar, fue finalmente suspendida.

Mediatizado, su caso ilustra el juego del tenis de mesa al que se enfrentan algunos solicitantes de asilo desde que Berna aplicó la normativa de Dublín.

Suscritos por una treintena de Estados europeos, los acuerdos de Dublín controlan los flujos migratorios. Uno de sus objetivos es también evitar que se registren solicitudes de asilo en paralelo en varios países diferentes.

Desde el 12 de diciembre pasado Suiza aplica este sistema. De este modo, pone en práctica la regla de devolver a los solicitantes de asilo al país donde pidieron refugio por primera vez.

Esto supone para un cierto número de los solicitantes una ida y vuelta penosa, como la experiencia que ha vivido Fahad Kammas.

Traductor e intérprete de los estadounidenses en Bagdad, este joven de 24 años huyó de Irak durante el verano de 2007, ya que estaba amenazado por los milicianos islamistas.

Su periplo le ha llevado a Siria, Turquía, Grecia, Suecia, Francia y finalmente a Suiza, desde el comienzo de 2008. Su destino resultó reflejado en imágenes de ‘La Forteresse’, de Fernand Melgar, en el centro de acogida de refugiados de Vallorbe.

Reconocido en varios festivales, como el de Locarno, este documental tuvo mucho éxito en la salas de cine. Si nos atenemos a su director, hijo de exiliados españoles, los solicitantes son los protagonistas, aunque ellos no han conocido todos un trayecto administrativo igual de difícil que el de Fahad Kammas.

Acción de sensibilización

Hoy en día la suerte del joven iraquí está todavía en suspenso. Debería haber sido expulsado el 2 de marzo pasado hacia Suecia -país que rechazó otorgarle el asilo-, pero el Tribunal Administrativo Federal (TAF) finalmente suspendió la ejecución de su deportación.

Presentes en el aeropuerto de Kloten-Zúrich el 2 de marzo, Fernand Melgar y sus acompañantes dirigieron una acción de sensibilización en torno a Fahad Kammas. “Él rechazó subir al avión, aunque la policía le obligó. Los pasajeros se indignaron y el comandante de la aeronave decidió hacerle bajar”, contó el realizador.

Tras este episodio, la sección suiza de Amnistía Internacional solicitó al gobierno que volviera a examinar el caso, despachado en julio de 2008.

En ese entonces, el joven iraquí ya había sido embarcado en un ‘vuelo especial’ hacia Suecia, una suerte que corren unos 200 solcitantes de asilo cada año. De allí, hubiera sido reenviado a Irak si no se hubiera escapado de las autoridades para vivir en la clandestinidad.

Sistema de excepciones

Hoy día, sus defensores estiman que la decisión del TAF es una victoria parcial.

“Hay que lograr que este éxito se concrete en el caso de Khammas, aunque además hay que hacer lo posible para que este triunfo individual se convierta en un éxito institucional y que, dentro del marco de aplicación de Dublín, se fije la posibilidad sistemática de escapatoria, reservada a casos particulares como el de Fahad Khammas”, indicó el diputado socialista Carlo Sommaruga.

En diciembre de 2008, cuando se reveló la inquietud del Observatorio Suizo sobre el Derecho de Asilo y Asuntos de Extranjería, el parlamentario presentó una interpelación ante el Parlamento. Pidió al gobierno que considerara la introducción “de un sistema de excepción a la lógica implacable del principio de la expulsión al país precedente”.

Argumentó y denunció el hecho de que los criterios de admisibilidad en materia de asilo varían de un país a otro.

A su juicio, el ejemplo de los militantes del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) a los que Alemania había negado el asilo que Suiza había acordado, muestra que existen “decenas o incluso centenares” de casos al año para los que estaría justificado un régimen de excepción. Una opinión que está lejos de ser compartida por el gobierno.

En la respuesta a la interpelación de Carlo Sommaruga se mencionaba que Suiza podría llevar ella misma el procedimiento, cuando el Estado hacia el que debía ser efectuado el envío no ofreciera las garantías suficientes. En ese caso, el citado Estado no formaría parte de la Convención Europea de los Derechos Humanos y de la Convención relativa al estatus de los refugiados.

Tendencia al endurecimiento

“Esta respuesta es, en sí misma, decepcionante. En realidad, estas garantías son de tipo formal, existen en todos los países europeos. Lo que hace falta es poder decidir el asilo de una persona si cumple las condiciones que establece el derecho suizo, esto incluso cuando su demanda haya sido rechazada por otro Estado”, explica el diputado socialista, que promete proseguir con el combate.

En el ámbito gubernamental, la tendencia es más bien de endurecimiento en materia de asilo. En el catálogo de medidas sometidas a consulta a mediados de enero, también se previó la introducción de nuevas disposiciones para facilitar el despido de los solicitantes de asilo hacia el país europeo desde donde llegaron a Suiza.

En la actualidad el número de inmigrantes procedentes de África y de Oriente Medio (por vía marítima) no deja de aumentar (+80% en 2008, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), y con países como Italia que quieren explotar los casos de las readmisiones, las historias también dolorosas como la de Fahad Khammas corren el riesgo de multiplicarse.

swissinfo, Carole Wälti
(Traducción: Iván Turmo)

Con arreglo al Reglamento de Dublín, los Estados miembros tienen que evaluar, sobre la base de criterios objetivos y jerárquicos, cuál es el Estado miembro responsable de examinar una solicitud de asilo presentada en su territorio.

El sistema está dirigido a evitar el fenómeno consistente en que los solicitantes de asilo se dirijan al país que podría ofrecer más ventajas y, al mismo tiempo, a garantizar que el caso de cada demandante de asilo sea tratado por un solo Estado miembro.

Si del análisis de los criterios del Reglamento se desprende que otro Estado miembro es el responsable, este último deberá ‘hacerse cargo’ del solicitante de asilo y, en consecuencia, examinar su solicitud.

Si este Estado miembro reconoce su responsabilidad, el primer Estado miembro deberá trasladar al solicitante de asilo al otro Estado miembro.

Si un Estado miembro ya ha examinado una solicitud de asilo, o ha iniciado su examen, se le podrá pedir que readmita al solicitante de asilo que se encuentre en otro Estado miembro sin haber recibido autorización para ello.

El gobierno recibió en 2008 16.606 solicitudes de asilo, un 53,1% más que en 2007.

En los pasados 8 años registró en promedio unas 17.500 solicitudes anuales.

Todos los cantones suizos tienen la obligación de recibir a los solicitantes de asilo en una proporción calculada sobre la base de su número de habitantes.

Como en 2007, los ciudadanos de Eritrea son los que más solicitan asilo con 2.849 demandas.

A los que siguen los de Somalia (2.014), Irak (1.440), Serbia y Kosovo (1.301), Sri Lanka (1.262) y Nigeria (988).

En 2008, se aceptó un 23% de los casos, cifra que subió en un 20% respecto al año anterior.

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