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La guerra de los juegos de azar

La actual ley sobre juegos de azar favorece a los casinos. swissinfo.ch

Casinos, la Lotería y los concesionarios de máquinas tragaperras se disputan el control del mercado de los juegos de azar en Suiza.

Como telón de fondo, los cantones y la Confederación que se aferran a los beneficios fiscales.

En principio se pensó que la nueva ley sobre los juegos de azar y los casinos dejaría resuelto el problema de las máquinas tragaperras.

En vigor desde el mes de enero del 2000, la ley prevé que hasta el 2005 las máquinas automáticas sean toleradas en los restaurantes y lugares públicos.

Para esa fecha, las máquinas tragamonedas deberán terminar sus días en los casinos de categoría B. (La ley definió casinos de tres categorías, según su importancia).

La realidad es más compleja

El objetivo de la ley es mejorar la protección de los jugadores, evitar el lavado de dinero y lograr beneficios económicos que permitan entradas de dinero, en particular a las cajas de pensionados (AVS).

Pero en la práctica el asunto es más complicado, pues las antiguas máquinas tragamonedas y la nueva ley coexisten en los lugares públicos.

Además comparten otro juego de azar, el Táctilo, especie de distribuidor electrónico de la ‘Lotería Romande’ (Lotería de la Suiza francófona que funciona a escala nacional), que permite a los jugadores raspar cartones en una pantalla informática.

El sorteo es inmediato y al parecer los premios son frecuentes. Esta máquina ha sido autorizada en todos los cantones de expresión francesa.

De esta forma, existe una competencia encarnizada entre los diferentes concesionarios de los juegos de azar. En particular porque el asunto sobrepasa el marco meramente financiero.

Leyes y cajas diferentes

Las loterías y los juegos de máquinas no están regulados por las mismas leyes. Los beneficios tampoco van a parar a las mismas cajas.

Las ganancias de las tragamonedas tradicionales quedan en manos de particulares, generalmente son repartidas entre los concesionarios y los dueños de cafés o restaurantes donde han sido instaladas.

En cambio, los beneficios que realiza la Lotería Romande son distribuidos a obras sociales de utilidad pública. Es decir, una parte va para las cajas cantonales.

Para complicar más las cosas, la nueva ley estipula que los impuestos que los cantones perciben con la explotación de los casinos de categoría B, se reparten entre la Confederación (Gobierno) que se lleva el 60% y los cantones, el 40%.

Competencia desleal

«Con el fin de no penalizar a los cantones y a las empresas concernidas, la Confederación quiso asegurar un período de transición en lo referente a la administración de los juegos de azar”, explica Jean-Marc Grosse, director del casino B de Friburgo.

“Resultado, los casinos compiten ahora con los concesionarios de las máquinas tragamonedas que no están sometidos a controles, en especial las relacionadas con el blanqueo de dinero.”

Protestas

Pero no es la competencia de los concesionarios de máquinas tragamonedas la que más inquieta al dueño del casino de Friburgo. Lo que le hace temblar, es el famoso Táctilo, que a su juicio fue concebido únicamente para competir con las tragaperras.

“La Lotería Romande no está sometida a ningún tipo de impuesto ni deber de transparencia como los exigidos a los casinos”, agrega.

“Además –prosigue-, son los cantones los únicos autorizados a implantar esos distribuidores en los lugares públicos y no van a privarse de hacerlo, considerando la cantidad de dinero que reciben a cambio”.

Por su parte, los concesionarios de las máquinas tragamonedas también han protestado, y consideran que es un escándalo.

“Las ganancias máximas en las tragaperras es de 50 francos, en cambio en el Táctilo se puede ganar hasta 10 mil”, lo que es injusto, precisa a su vez Christian Vollmer, director de la empresa Escor.

“Durante años los cantones nos declararon la guerra en nombre de la protección de la juventud y ahora los mismos campeones de la moralidad defienden a pie juntillas sus beneficios,” añade Christian Blanquet, gerente de Proms, empresa que fabrica tragaperras.

“Ahora estamos confrontados al monopolio del Estado, afirma.

En resumen, asistimos a un combate entre el Táctilo, los casinos y los concesionarios de máquinas automáticas. Como telón de fondo, el Gobierno y los cantones que se aferran a sus porcentajes.

El Táctilo en tela de juicio

La Oficina Federal de Justicia, (OFJ) llamada a pronunciarse sobre el tema, admite que se trata de un problema.

“En el fondo el Táctilo no se diferencia mucho de las máquinas tragamonedas tradicionales, pues propone ganancias inmediatas y redistribuye el 90% de las apuestas”, explica Monique Cossali, jefa de la división de métodos legislativos de la La OFJ.

Por su parte, Ruth Metzler, ministra de Justicia informó hace unos días que en el futuro las autorizaciones para los juegos electrónicos van a ser más restrictivas.

Pero el gobierno no tiene las manos libres en la materia. En efecto, la Lotería Romande está reglamentada por la ley federal de loterías, mientras que las máquinas tragamonedas lo son por la ley federal de juegos de azar.

Un grupo de expertos acaba de determinar que el Táctilo pertenecía al sector de las loterías y no de las tragamonedas.

Por otro lado la ley sobre las loterías, sometida a modificación parlamentaria el pasado mes de abril recibió luz verde de los cantones, partidos políticos, y de los organizadores de juegos de azar.

De esta forma el Estado será el encargado de fiscalizar las loterías a nivel federal, competencias “que equivaldrán a instaurar un monopolio de Estado”, señaló Agatha Tobota Dreyfuss, de la Unión Suiza de Artes y Oficios (USAM).

Opinión compartida por José Bessard, responsable de prensa de la Lotería Romande. “La Confederación busca distorsionar la competencia en favor de los casinos”, señaló.


swissinfo, Vanda Janka
(Traducción: Alberto Dufey)

Máquinas tragas perras, casinos y la Lotería oficial, luchan por el control del mercado de los juegos de azar.
Táctilo, una máquina electrónica causa polémica.

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