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La iglesia abacial de Einsiedeln, más que un monumento

El interior de la iglesia abacial. Franz Kälin, Tourismousbüro Einsiedeln

El 14 de septiembre se celebra la "dedicación angelical" del templo benedictino que hoy día alberga a unos 80 monjes, custodios de esta hermosa obra arquitectónica.

Todos los días, el momento culminante para el fiel o el visitante curioso es cuando los monjes se dirigen en procesión del coro a la capilla interior de la Virgen para cantar el Salve Regina de Einsiedeln.

El portón principal de la iglesia sólo se abre en ocasiones especiales para recibir a los grupos de peregrinos atraídos por la imagen de la Virgen, pero los portales laterales están abiertos cada día a todos los feligreses que van a presenciar las actividades de los monjes en el templo.

Al momento mismo de ingresar al recinto, su magnificencia y sus características peculiares saltan a la vista, mientras un delicado aroma a incienso envuelve su atmósfera silenciosa.

Sus muros blancos cubiertos de frescos imponentes y ornamentación policromada de la que sobresalen ángeles de estuco parecieran mostrarse gloriosos de haber emergido tras los vientos de la Reforma en Suiza.

Quién pensaría que en 1516 el vicario del santuario de Einsiedeln, Ulrich Zwinglio, renunciaría seis años después a la Iglesia católica, argumentando que ésta sólo se regía por leyes humanas, para convertirse en uno de los principales precursores de la corriente reformadora en Suiza.

La capilla

La mirada se centra en los muchos feligreses rezando ante el camarín de la Virgen, que se sitúa justo frente a la entrada de la iglesia.

Miran hacia la figura de la Virgen que ha atraído a cientos de miles de seguidores durante siglos. Con su radiante alo dorado destaca en esa pequeña capilla de mármol negro.

En uno de los muros cercanos se observan unas muletas antiguas y varios ex votos pintados en diversas épocas, agradeciendo la intercesión de la Virgen ante sus plegarias.

“Usted ve que esta capilla no tiene el mismo estilo como el resto de la iglesia que es barroco. Esta capilla es clasicista porque la anterior fue destruida por los franceses.

“En el año 1798 vinieron los franceses con 6.000 soldados ya que en París estaban enfadados con el convento, porque éste había dado refugio a fugitivos políticos; así que querían vengarse y lo han hecho realmente a fondo.”

Robaron los caballos, destruyeron todo cuanto pudieron en la iglesia, la capilla y los órganos. Robaron la estátua de la Santa Virgen negra y la llevaron a París. Sin embargo se trataba de una copia.

Los monjes habían tomado antes sus precauciones:

“Un monje se ha disfrazado como vendedor ambulante y la ha llevado a San Gerold, un convento benedictino que pertenece a Einsiedeln. La estatua llegó hasta Triest. Allí tuvo su refugio en una familia protestante”, describe Oggenfuss.

En el techo, Meinrad y la “dedicación angelical”

Usted ve las dos columnas muy grandes que salen de esta capilla y que se ramifican en ocho más pequeñas. Por eso este espacio se llama octágono. Al pie de cada columna está el escudo de San Meinrad. Si mira arriba se puede leer ‘Sanctus Meinrad, fundador de Einsiedeln.”

Unos 50 años después de la muerte de Meinrad, Benno, un canónigo de Strasburgo, atraído por la admiración que se le profesaba al monje, se dirigió al lugar para seguir los pasos del hermano eremita.

Sólo hasta 934 surgió la primera edificación del monasterio de Einsiedeln. Eberhard fue el nombre del primer abad.

De esa construcción se sabe poco, pero sobre su consagración también hay un episodio que ha pasado a la posteridad por el fresco que aparece en el techo del octágono que aflora de la capilla interior de esta iglesia abacial.

Oggenfuss explica con detalle: “Allí también puede verse el fresco que muestra la visión que tuvo el obispo de Constanza, quien vino a consagrar la iglesia (en aquel tiempo bajo ese episcopado).

“Una noche antes, este obispo habría visto en sueños cómo Cristo bendecía la iglesia por lo que argumentó que no había más necesidad de la consagración, pero, a insistencia de los monjes de que se realizara la celebración, un ángel –dicen- se apareció para advertirle: ‘Cesa hermano, la capilla está consagrada por Dios.”

Festejo del 14 de septiembre

Este episodio se celebra el 14 de septiembre con cantos y rezos en la plaza del monasterio, iluminada con unas 9.000 velas colocadas en el contorno del lugar, según describe nuestra guía, al tiempo de indicar que, en la actualidad, se trata de una de las fechas más significativas en torno a la abadía.

Los frescos que representan la muerte de Meinrad y la “dedicación angelical” fueron pintados por uno de los más importantes representantes del barroco tardío alemán. Se trata de Cosmas Damian Asam. Su hermano, el estucador y escultor Egid Quirin Asam, fue la mano maestra que se encargaría del púlpito.

En este primer acercamiento a la iglesia del monasterio benedictino el olor a incienso, los rezos y los cantos diarios de los monjes, de principio, nos marcan que se trata de un terreno vivo de devoción y culto.

A las 16:30, todos los días en procesión del coro a la capilla, estos religiosos se dirigen a la Virgen para cantar el Salve Regina a cuatro voces, uno de los momentos culminantes para el visitante.

swissinfo, Patricia Islas Züttel

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