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La UDC, tema dominante de la campaña electoral

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Abusos, exclusión, ovejas negras, complots: la Unión Democrática del Centro (UDC) vuelve a adoptar un tono agresivo para acaparar más votos en los comicios parlamentarios previstos para el 21 de octubre.

Los mensajes y el estilo del partido de derecha causan indignación. Pero la UDC parece haber logrado su fin: convertir su propia campaña en el tema preponderante de la campaña electoral.

El abuso es el problema y la exclusión, la solución: el mensaje que la UDC transmite a los electores es sencillo y se repite regularmente. Quienes abusan son los “falsos inválidos”, que representan una carga para los seguros sociales, los “parásitos que se aprovechan de la asistencia social, los jóvenes delincuentes que se benefician del vacío legal.

A ellos se suman los extranjeros, siempre en la mira de la UDC, que abusan del derecho de asilo, de la hospitalidad helvética y de Suiza en general. Por ello hay que excluirlos, como indica en su manifiesto electoral el partido de derecha: tres ovejas suizas echan a patadas a una oveja negra del país.

Los eslóganes y las provocaciones suscitan indignación tanto en Suiza como en el extranjero, desde otros partidos políticos hasta las comunidades minoritarias, desde la presidenta de la Confederación Helvética hasta el relator de la ONU para el Racismo. Pero, en definitiva, obtienen el resultado perseguido, acaparan la atención y generan debates.

Pro o contra la UDC

“Los temas dominantes de esta campaña electoral giran en torno a la campaña de la UDC: sus contenidos y propuestas, pero también su estilo, su personalización de la política. La UDC juega al ataque y logra influenciar el juego de los adversarios”, explica Oscar Mazzoleni, responsable del Observatorio de la Vida Política del cantón del Tesino.

“En una campaña competitiva la fuerza de un rival está determinada por su capacidad de dotarse de un lenguaje y de una imagen muy clara que lo distinga de los demás. Para lograrlo, la UDC ha emprendido una campaña que busca simplificar las confrontaciones y proponer posiciones netas: a favor o contra los extranjeros, dentro o fuera…”.

Esta táctica obliga a los demás partidos y al electorado a posicionarse continuamente a favor o en contra de las visiones de la UDC; a elegir entre “el cielo y el infierno”, como apunta el partido derechista en un vídeo en el que presenta el escenario de una Suiza dominada por las fuerzas rojiverdes: gamberrismo, violencia, droga, desempleo y musulmanes en cada esquina.

“Durante varios decenios, generaciones de políticos crecieron con la política de concordancia y la fórmula mágica que les llevaron a respetar una especie de ‘acuerdo de no-beligerancia’ y que no concernía solamente la distribución de los cargos gubernamentales, sino también la manera de hacer campaña. La UDC ha roto este pacto en la práctica diciendo: cada uno por su lado… y luego ya nos veremos el día de las elecciones”, agrega Oscar Mazzoleni.

Campaña más personalizada

Las reacciones de desprecio por parte de los otros partidos – que rechazan este estilo “no respetuoso” de las reglas de la cultura política suiza – permiten a la UDC asumir el papel de víctima y personalizar la campaña electoral. El partido de derecha denuncia, por ejemplo, un complot secreto contra Christoph Blocher, el ministro de Justicia y Policía que otros partidos querrían excluir del gobierno.

“La UDC tiene gran interés en personalizar los debates. Lanzando el mensaje ‘Blocher está en peligro’ consigue movilizar al electorado y a esquivar los temas de fondo, sobre los que apuestan los otros partidos”, afirma el politólogo Werner Seitz.

Los temas de fondo apenas logran emerger en esta campaña. Incluso la cuestión del medio ambiente, que en primavera se perfilaba como prioritario, parece haberse esfumado. Los partidos generan grandes cantidades de programas sobre cada tema, pero que no hacen mella en el electorado.

“Al igual que el ejército y la iglesia, los partidos y sus programas representan un punto de referencia menos importante en nuestra sociedad. Han desaparecido, por ejemplo, los órganos de prensa de los partidos. Los electores disponen de una mayor libertad, pero también les resulta más difícil orientarse ante la complejidad de los temas. Se tiende, pues, a transformar unos temas sociales complejos en cuestiones sencillas: está a favor o contra Blocher”, señala Seitz.

Hay más en juego

La tendencia a la personalización y la exacerbación de las costumbres políticas ganan terreno también en Suiza, como demuestran los debates de los últimos días sobre el caso Blocher-Roschacher. De boca de varios exponentes políticos – y no únicamente de miembros de la UDC – salieron declaraciones poco habituales en la política helvética.

“Hasta hace un decenio era reducido lo que se jugaba en las elecciones, era una cuestión de ganar o perder algún escaño en el Parlamento. En los últimos años, sobre todo desde las elecciones de 2003, ya no está asegurada la configuración del gobierno”, subraya Oscar Mazzoleni.

“Esto favorece una forma de campaña que se asemeja a la de las democracias de muchos otros países europeos: o sea una campaña en la que no están excluidos los golpes”.

swissinfo, Armando Mombelli

Desde hace medio siglo el sistema político suizo está marcado por cuatro partidos que aglutinan el 80% de los votos de los electores: Unión Democrática del Centro (UDC), Partido Socialista (PS), Partido Radical Democrático (PRD) y Partido Demócrata Cristiano (PDC).

De 1957 a 2003 estos partidos configuraron el gobierno según la repartición conocida como la ‘fórmula mágica’: 2 PRD, 2 PS, 2 PDC y 1 UDC.

Hasta hace ocho años la UDC era el partido más pequeño de los cuatro gubernamentales. En las elecciones de 1999 y de 2003 registró un fuerte aumento de votos, convirtiéndose en el primer partido a escala nacional, delante del PS, PRD y PDC.

Gracias al éxito electoral de hace cuatro años, la UDC ha podido obtener un segundo ministro en el gobierno – Christoph Blocher – en detrimento del PDC.

Resultados de las elecciones de 2003 (entre paréntesis datos del último sondeo electoral de agosto):

Unión Democrática del Centro: 26,7% (26,2%)

Partido Socialista: 23,3% (22,8%)

Partido Radical Democrático: 17,3% (15,8%)

Partido Demócrata Cristiano: 14,4% (15,2%).

Verdes: 7,4% (9,5%)

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