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Las minas pequeñas contaminan más que las grandes

Los minerales extraídos de las minas, un negocio peligroso. Reuters

Minas de pequeña talla explotadas en países con poca regulación dañan más al medioambiente y al hombre que aquellas operadas por los gigantes de las materias primas, revela un estudio medioambiental.

La reciente fiebre por el oro ha agudizado el número de miniminas operadas en economías emergentes. El saldo: 3,5 millones de personas muertas o incapacitadas por los efectos del mercurio, afirma la Cruz Verde Suiza.

En el presente, más de 35 millones de personas están en riesgo de morir a causa de la exposición que sufren a las diez peores toxinas, lo que acorta considerablemente sus vidas, según la edición 2011 del Informe sobre los Diez Peores Problemas de Contaminación Mundial.

Este estudio, realizado por la Cruz Verde de Suiza y el estadounidense Instituto Blacksmith, no aborda el problema general de la contaminación provocada por el parque vehicular internacional o la producción industrial, sino que se concentra en tóxicos –como el mercurio o el cromo- derivados de operaciones específicas.

Concretamente, elementos relacionados con la minería y el procesamiento de metales, la fundición y la fabricación de productos químicos, residuos industriales y domésticos, pesticidas, reciclaje de baterías y producción de petroquímica y curtidurías.

Aunque la mayoría de los informes medioambientales se centran en el impacto que provoca la operación de las grandes multinacionales, esta investigación refiere que los proyectos locales y a pequeña escala pueden ser mucho más contaminantes que los grandes. Y, contra todo pronóstico, elogia las mejoras logradas por los corporativos de gran talla.

Exposición imprudente

“Contra la creencia general,  los problemas más graves de contaminación no son causados por las multinacionales, sino por operaciones a pequeña escala en sitios donde existe una mala o insuficiente regulación, como en el caso de las minas artesanales, del reciclaje de metales a pequeña escala o las fábricas abandonadas”,  cita la Cruz Verde suiza en un comunicado.

Así, la mayor parte de la contaminación se concentra en países de bajo o mediano ingreso en los que la gente es más proclive a aceptar riesgos a cambio de ganar algún dinero, o donde existe una menor conciencia con respecto a los peligros que corren los pobladores aledaños, o donde la regulación para controlar estos problemas no es óptima.

En todos estos casos, los daños a la salud se producen por el mal manejo de los tóxicos, o por la exposición de la que son objeto las comunidades vecinas a este tipo de sustancias cuando existen minas descubiertas o abandonadas, o fugas de elementos contaminantes en las aguas que utilizan para la vida cotidiana.

 
El informe estima que los problemas derivados de dicha exposición nociva acortan hasta 12,7 años la vida de las personas afectadas. Y según sus estimaciones, hay siete millones de personas en el mundo que son vulneradas de alguna forma u otra por minas sin regulación.

La Cruz Verde Suiza y el Instituto Blacksmith trabajan en concienciar sobre los peligros derivados de dichos tóxicos y, sobre todo, con los países más vulnerables.

Presencia bursátil

Los corporativos multinacionales mineros han sido acusados de causar múltiples muertes en países en desarrollo al aprovecharse de las laxas regulaciones que existen en los mismos.

En respuesta, muchas grandes compañías insisten en que la indignación pública los ha llevado a resarcir los daños y a autoimponerse códigos de sostenibilidad cada vez más estrictos.

En ningún sitio se hace más evidente el compromiso de las empresas que entre aquellas que cotizan en la bolsa, ya que están obligadas a dar cuenta permanente de sus actos a los accionistas.

Glencore, el principal gigante de las materias primas, presentó un informe de sostenibilidad, después de que decidiera, este año, cotizar en la bolsa, un documento en el que destacó los esfuerzos realizados para proteger el medioambiente y las poblaciones cercanas a las minas que opera a escala mundial.

Gestos de transparencia que no convencen a todos, especialmente a grupos de presión como la ONG Declaración de Berna, que criticó  férreamente el informe de Glencore al considerarlo demasiado vago e incapaz de reflejar adecuadamente el riesgo que provocan sus operaciones.

David Hanrahan, experto del Instituto Blacksmith, concede cierto crédito y reconocimiento a las multinacionales, que han avanzado un largo trecho aun cuando tienen mucho por hacer en materia de sostenibilidad.

Desgracias evitables

“Las grandes empresas mineras, que poseen una participación significativa de accionistas públicos, tienden a hacerlo mejor e imponen más controles a la emisión de contaminantes”, señala a swissinfo.ch.

“Es común que la grandes compañías estén sujetas al escrutinio público. En cambio, las pequeñas mineras privadas tienden a encontrar proyectos que desarrollan, aprovechan y simplemente venden, para luego partir”, precisa.

El mundo desarrollado no sale ileso de críticas en el informe citado. “No serían tan mal administradas muchas minas si no fuera por la insaciable demanda de oro y otros metales, como parte de la expansión de las economías desarrolladas”.

“Los países con un elevado ingreso contribuyen indirectamente al problema de una forma significativa al demandar a gran escala materias primas”, refiere la Cruz Verde.
 
La Cruz Verde de Suiza y el Instituto Blacksmith creen que debería de otorgarse más atención pública y recursos al problema de la contaminación.

El número de muertes causadas por la contaminación es comparable con la cifra de muertos por VIH o malaria”, puntualiza Stephan Robinson de la Cruz Verde Suiza.

“Tenemos programas globales para combatir y reducir los problemas de salud, pero no hay programas para combatir realmente la contaminación”.

La Cruz Verde Suiza y el Instituto Blacksmith actualizaron un informe de 2008 sobre contaminación tóxica que recoge datos sobre 2.000 lugares en el mundo.

Según el documento, las minas y el procesamiento minerales son peligrosos para la salud de 7 millones de personas.

La fundición de metales se ubicó como el segundo riesgo importante, generando daños y peligro de muerte para 4,95 millones de personas.

Alrededor de 4,78 millones de personas viven en zonas de peligro por su cercanía a sitios donde se producen químicos nocivos para la salud; y otros 4,23 millones de personas están vinculadas a la extracción de metales en minas artesanales que generan riesgos importantes a su salud.

La falta de regulación en el uso de pesticidas pone en riesgo a 3,27 millones de personas, y otros 3,21 millones están en riesgo de ser contaminadas por desechos industriales o caseros.

La industria pesada de los países en desarrollo, las operaciones de curtido y la petroquímica afectan también a muchos millones más.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la exposición a químicos tóxicos fue responsable de la muerte de 4,9 millones de personas y de la discapacidad de 86 millones en 2004.

La Cruz Verde Suiza y el Instituto Blacksmith trabajan con organizaciones como la OMS o el Banco Asiático de Desarrollo para concienciar sobre este problema a países como India, México o Filipinas y para mejorar las regulaciones.

En 2007, estas agencias lanzaron el proyecto para crear un Fondo para la Salud y la Contaminación con fondos del orden de los 362 millones de francos suizos que se dedicará a combatir los efectos de la contaminación provocada por minas, industrias y operaciones militares.

(Traducción: Andrea Ornelas)

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