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Los famosos y sus privilegios fiscales en el punto de mira

La residencia Michael Schumacher en Gland, uno de los famosos beneficiarios del trato fiscal preferente en Suiza. Getty Images

Los suizos votan el 30 de noviembre sobre el trato fiscal preferente del que gozan los ricos extranjeros afincados en el país. Según la izquierda, un privilegio injusto y nada transparente. En caso de abolirse, la derecha teme que Suiza pierda atractivo económico.

El rockero francés, Johnny HallydayEnlace externo; el fundador de Ikea, Ingvar Kamprad, o el multimillonario ruso Viktor Vekselberg son solo algunos ejemplos de los llamados ‘exiliados’ fiscales que han dado mucho que hablar en los últimos años. Todos se benefician de un trato fiscal preferencial conocido como ‘forfait fiscal’ (impuesto a tanto alzado o uniforme): en virtud de este régimen, más de 5.600 extranjeros sin actividad lucrativa en Suiza pagan impuestos en función de sus gastos, y no de sus ingresos y patrimonio reales.

¿Cómo funciona?

El sistema de ‘forfait fiscal’ (impuesto a tanto alzado o uniforme) en Suiza se basa en el tren de vida y los gastos del contribuyente, y no en sus ingresos reales y su patrimonio. Se aplica únicamente a los extranjeros que no ejercen una actividad lucrativa en suelo helvético. Entre sus beneficiarios figuran también deportistas y artistas.

En 2012, el Parlamento suizo impuso condiciones más estrictas para la concesión de un trato fiscal preferencial. Serán vigentes a partir de 2016. El gasto mínimo que contemplan los regímenes fiscales cantonales y federal es siete veces el alquiler o el valor de la renta de la vivienda, y solo las personas con unos ingresos anuales mínimos de 400.000 francos pueden beneficiarse de este privilegio en lo que concierne al impuesto federal directo.

Concretamente, un extranjero que compra una vivienda en Suiza cuyo valor de renta mensual es de 5.000 francos tributará al mismo tipo que el resto de los contribuyentes, sobre unos ingresos de 420.000 francos (5.000 x 12 x 7). A esta cifra se suman otros gastos, como automóviles o aviones privados.

Para el impuesto sobre el patrimonio, la base imponible es al menos diez veces superior al total de los ingresos declarados, es decir, 4.200.000 francos en el ejemplo citado.

Pero este modelo tributarioEnlace externo, gracias al cual el Estado, los cantones y los municipios recaudaron cerca de 700 millones de francos en 2012, parece llevar plomo en las alas. En cinco cantones de la Suiza de habla alemana se ha suprimido bajo la presión ciudadana: Zúrich, Basilea-Ciudad, Basilea-Campo, Schaffhausen y Appenzell Rodas Exteriores. Otros cinco –San Gall, Turgovia, Lucerna, Nidwald y Berna– no quisieron abolirlo, pero restringieron los requisitos para obtener este privilegio fiscal. El próximo 30 de noviembre, las urnas tienen la palabra. Los suizos decidirán si dan o no el golpe de gracia a este instrumento creado a finales del siglo XIX como aliciente fiscal para los ingleses adinerados que se establecían en el cantón de Vaud, a orillas del lago Leman, para disfrutar de su jubilación.

La iniciativa ‘Stop a los privilegios fiscales de los millonarios (abolición de los ‘forfaits fiscales)Enlace externo’, que lanzó el movimiento La Izquierda, cuenta con el respaldo del conjunto rojiverde y de los sindicatos. A su juicio, el ‘forfait fiscal’ es un régimen arbitrario y va en contra del principio constitucional de la igualdad de derechos. “Estos privilegios fiscales generan un clima odioso en Suiza. No se puede aceptar que una persona de clase media pague más impuestos que un millonario o multimillonario extranjero que reside a escasos kilómetros de distancia”, sentencia Christian Levrat, senador y presidente del Partido Socialista Suizo (PSS).

Una práctica latina y alpina

Los partidos de derecha y del centro se oponen a la iniciativa. “El impuesto a tanto alzado es una herramienta fiscal perfectamente válida para las personas que no tienen ingresos en Suiza. Es un error afirmar que hay desigualdad de trato, porque esas personas pagan impuestos en la fuente en el extranjero”, responde Jean-René Fournier, senador demócrata cristiano (PDC, centro derecha) por el Valais.

Los cantones latinos y alpinos son los que más recurren a este régimen impositivo que en los últimos años ha generado polémica. Con 1.396 casos registrados a finales de 2012, el cantón de Vaud encabeza la lista, delante del Valais (1.274) y el Tesino (877). Le siguen Ginebra (710), los Grisones (268) y Berna (211).

Esta iniciativa constituye una afrenta inadmisible al federalismo y la soberanía fiscal de los cantones, sostienen sus detractores. “Cada cantón debe tener el derecho de determinar su régimen fiscal y adaptarlo a su situación específica. Otros cantones ofrecieron durante décadas privilegios fiscales a multinacionales extranjeras para que se establecieran en su territorio. ¿Acaso esto es más justo?”, pregunta Jean-René Fournier.

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La izquierda, por su parte, denuncia una competitividad fiscal entre cantones que se parece cada vez más al ‘dumping’, la falta de transparencia sobre cómo aplican este régimen y una forma de evasión fiscal, ya que muchos de sus beneficiarios sí ejercen una actividad lucrativa en Suiza.

Christian Levrat apunta asimismo los efectos nefastos que tiene la presencia de los ricos extranjeros en algunas estaciones turísticas alpinas: ¿Qué beneficios saca Gstaad de esos chalés de lujo que permanecen vacíos gran parte del año? Y esos superricos no gastan prácticamente nada, no hacen más que encarecer los precios de la vivienda para la población residente que paga un precio elevado por este desarrollo insensato”.

Zúrich, una experiencia controvertida

Durante el debate parlamentarioEnlace externo, varios diputados de la derecha condenaron la caza a los ricos por parte de la izquierda. Asimismo hicieron hincapié en la importancia que revisten estas concesiones fiscales para el atractivo económico de Suiza y expresaron su temor de que una muchos extranjeros adinerados hagan las maletas. “Cada país tiene su método para atraer a los grandes patrimonios”, señala Jean-René Fournier. “Francia, Portugal y España utilizan este sistema impositivo a una escala mucho mayor. Con esta iniciativa tiramos piedras al propio tejado”.

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El senador valesano cita el ejemplo de Zúrich, donde la mitad de los extranjeros que gozaban de un trato preferencial abandonaron el cantón a los dos años de abolirse el régimen de ‘fortait fiscal’ (2009). “Y los que se quedaron pagan menos impuestos que antes. Al final son los contribuyentes suizos los que tienen que pasar por caja”, sentencia.

La izquierda hace una lectura muy diferente del caso zuriqués que ha sentado un precedente en Suiza: Los ingresos fiscales apenas han disminuido, solo uno de cada seis contribuyentes extranjeros ha abandonado Suiza y la situación cambiaría mucho si se suprimiera el impuesto a tanto alzado en todo el país. “En la mayoría de los Estados con un nivel de vida e infraestructuras similares se pagan más impuestos que en Suiza”, afirma Christian Levrat. Y el régimen fiscal no lo es todo, según el presidente del Partido Socialista: “Estos extranjeros se han establecido en Suiza por la tranquilidad, la estabilidad, el ritmo de vida y el contexto favorable a los negocios que ofrece el país. Y esto implica una aportación mínima al esfuerzo común”.

Traducción del francés: Belén Couceiro

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