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Rumbo a casas con un saldo energético positivo

Fnoxx / Hettrich

Casi el 50% de la demanda energética viene de los edificios. De aquí a 2035 Suiza quiere reducir su consumo energético en un 35%. Los inmuebles deberán ser eficientes en el consumo de calefacción y, a largo plazo, lograr un saldo energético cero o positivo.

Este objetivo se logrará con medidas de apoyo que permitan mejorar el uso eficiente de electricidad en las casas antiguas e implantar normas estrictas en las construcciones nuevas. El saneamiento energético de los edificios contará desde 2015 con una subvención anual de 600 millones de francos. En la actualidad se destinan 200 millones anuales para este fin.

A partir del año 2020, todas los edificios nuevos deberán tener “la capacidad de autoabastecimiento durante todo el año, si es posible”, señala la Conferencia Cantonal de Directores de Energía. Su meta coincide en gran medida con la de la Unión Europea, cuya finalidad es que las construcciones nuevas “se autoabastezcan”. Estados Unidos también quiere que de aquí a 2020 se construyan exclusivamente casas de bajísimo o ningún costo energético, proclama su Programa Tecnológico.

No hay dudas

A juicio de los investigadores no cabe la menor duda de que ese objetivo se hará realidad. “Un edificio del futuro dejará de depender casi totalmente de la energía externa”, predice Gian-Luca Bona, director del Laboratorio Federal de Ensayo de Materiales e Investigación (EMPA). Las casas del futuro podrán incluso tener más energía de la que necesiten y emplear el exceso de electricidad producida por los paneles solares, por ejemplo, recargar las baterías de vehículos eléctricos.

Una casa edificada en 1975 necesitaba unos 22 litros de gasóleo de calefacción por metro cuadrado; en 1995 rondaba los 11 litros, y con las construcciones de bajo consumo energético concebidas según el estándar Minergía (marca protegida por sus métodos de construcción sostenible) se gasta ahora 4 litros por metro cuadrado. Los investigadores del EMPA consideran que en la actualidad ya se cuenta con los materiales necesarios para levantar viviendas de cero o bajísimo gasto de energía.

Mejor material de aislamiento

Lo más difícil es sanear las construcciones antiguas. “En este punto estamos muy lejos de lo que con las nuevas construcciones se puede conseguir en materia de eficiencia energética”, explica a swissinfo.ch  Hans Simmler, jefe de desarrollo en la fábrica de material aislante Swisspor.

No obstante, también se han dado grandes pasos técnicos y se siguen desarrollando nuevos materiales de aislamiento para sanear de las edificaciones antiguas. “Hay una vasta gama de materiales probados para las construcciones antiguas. Los materiales aislantes del mismo grosor de antes ofrecen hoy día mejor aislamiento o los de capas más delgadas rinden igual que los gruesos de antes. El desarrollo prosigue en esa dirección”, precisa Simmler.

Claro que los precios de “los mejores aislantes son altos. Pero un mayor volumen, así como la competencia y el mayor número de fabricantes harían bajar los precios”, deduce Simmler.

Problema de las fachadas protegidas

Un reto particular son las edificaciones con fachadas que están integradas en el patrimonio nacional. “En este caso hacen falta capas de bajo grosor, de tal manera que con un aislante en su interior sea posible generar un razonable nivel de calor. En realidad, ya tenemos el conocimiento suficiente para llevar a cabo un saneamiento energético conveniente y dar una agradable comodidad a los habitantes de los edificios más difíciles, precisa Simmler.

La Confederación y los cantones respaldan con subvenciones el saneamiento energético de los edificios existentes. Con esta actitud se sanearán alrededor de 10.000 construcciones por año. El programa está vigente desde hace seis años y ha sido recientemente prolongado hasta finales de 2015.

Saneamiento parcial

Tras el cambio de rumbo en la política energética (Suiza quiere abandonar la energía nuclear en los próximos años), el Gobierno pondrá más dinero a disposición. Al mismo tiempo se endurecerían las normas para las construcciones nuevas y el saneamiento de las antiguas, de manera que se reducirán las emisiones de CO2.

Pero aún no se ha librado la batalla política sobre cómo se costearán esos saneamientos. El programa actual es financiado con impuesto sobre las emisiones de CO2.

Y se ha concebido de manera que “también es posible realizar un saneamiento parcial. No todas las personas tienen los medios disponibles para realizar un saneamiento completo”, señala la responsable del programa energético, Sabine Perch Nielsen. “Lo importante es que los pasos de saneamiento sean los pertinentes”.

Un error típico, dice, es “remplazar primero las ventanas y, tres años más tarde, reparar la fachada; de modo que la transición de la ventana a la fachada” ya no se ajusta.  Por esto es que el programa de energía insiste en el asesoramiento de profesionales en la materia.

En el otoño de 2011, tras la catástrofe ocurrida en Fukushima el 11 de marzo de 2011, el Gobierno y el Parlamento de Suiza deciden abandonar la energía atómica.

En septiembre de 2012, el Consejo Federal (Gobierno) presenta un primer paquete de medidas, actualmente en proceso de consulta: hasta enero de 2013, cantones, organizaciones y partidos pueden manifestar su posición respecto a las medidas propuestas.

El Gobierno pretende reducir el consumo de electricidad per cápita, disminuir la energía fósil y compensar el déficit que dejará el abandono nuclear gracias a una mejor eficiencia energética y el fomento de las energías renovables.

A ello contribuirán la modernización y ampliación de la red eléctrica.

La aplicación de las medidas requiere una revisión completa de la ley de energía y la adecuación de otras disposiciones legislativas.

Además, en una segunda fase se prevé una reforma fiscal destinada a financiar lo planeado.

En cuanto al uso eficiente de la energía, las medidas tienen un papel central en los inmuebles. A medio plazo habrá que poner a disposición más recursos financieros para promover el saneamiento energético.

Por otra parte se endurecerán las normas de eficiencia exigidas a las edificaciones nuevas y antiguas. Los reglamentos de construcción cantonales serán igualmente rígidos.

La eficiencia energética en la movilidad será obtenida, entre otros, imponiendo reglas más severas a las emisiones de CO2 de los vehículos personales nuevos.

(Traducción: Juan Espinoza)

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