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La ciencia con el patrimonio musical de Montreux

«Black Maria», cabina de la EPFL y de la ECAL requirió casi 18 meses para su desarrollo. epfl.ch

Mientras la 46a edición transcurre con esplendor, los organizadores del Festival de Jazz de Montreux ponen sus vastos archivos audiovisuales de 45 años en manos de los estudiosos de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), quienes ya han trazado varias aplicaciones futuristas.

La cápsula de madera parpadea y palpita en el fondo. Es como una inmensa célula hexagonal semejante al panel de miel. Ese “cocón” (envoltura) de altísima tecnología desarrollado por el Montreux Jazz Digital Project -un programa de investigaciones basado en los archivos del festival-, está compuesto por un muro de altavoces y una cabina de visión cuya insonorización supera a la de hormigón.

Estamos en Renens, en un estudio de la Escuela Cantonal de Arte de Lausana (ECAL). En el interior de la cápsula de ocho metros por siete prueba su nuevo artilugio el fundador y director del festival Claude Nobs.

Ante la pantalla especialmente curvada, el hombre de 76 años se divierte digitando en la mesa de control interactivo para encontrar uno de los miles de conciertos que desde 1967 organiza en Montreux. Todos están almacenados en una base de datos que constituye la colección más grande del mundo de filmes grabados durante las actuaciones en directo.

“Esto permite recrear la atmósfera del festival”, dice con entusiasmo. “Se trata de un instrumento que es fantástico no solo por la calidad de sonido e imagen, sino también por su facilidad de uso. Basta pulsar jazz, concierto y B.B. King para recorrer todos los archivos y hallar sus conciertos. Es único.”

Un prototipo de seis toneladas

Algunos miembros afortunados del público, invitados y patrocinadores tendrán pronto la oportunidad de probar una versión experimental de este cine en miniatura puesto en marcha por la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y la ECAL una semana antes de que comenzara la edición 2012 del festival. La cápsula denominada “Black María” puede acoger hasta cuatro personas. Unos 200 diseñadores y científicos especializados en el ámbito audiovisual han trabajado durante 18 meses.

El prototipo de seis toneladas es el primer hecho concreto que surge de la sociedad financiada con 22 millones de francos establecidos en el acuerdo suscrito el 2007 por el festival, la EPFL y los patrocinadores privados, con la intención de mejorar el aprovechamiento de los archivos del evento musical.

Los estudiantes están entusiasmados con el proyecto, recalca Alexandre Delidais, gestor de proyectos en el centro MetaMedia de la EPFL y responsable de la asociación desde 2011. “Pudimos contar desde el principio con 15 personas interesadas y motivadas, declara a swissinfo.ch. Nos han dado un magnífico presente y eso es para nosotros una fuente de  inspiración”.

Paraguas sónico

El material audiovisual trasferido hace poco a un soporte digital no ha servido únicamente para desarrollar la cabina de visión. También alimenta proyectos de investigación sobre técnicas de producción y posproducción, de almacenamiento de datos y de formas de consumo de la música que son examinados por diez equipos de la EPFL, con 40 estudiantes.

Uno de esos equipos ha creado el “paraguas sónico”, una pequeña estructura con forma de sombrilla que puede alojar hasta cuatro personas y permitirles escuchar música o crearse una playa de silencio en el entorno ruidoso de, por ejemplo, un café.

El paraguas utiliza una técnica de haces acústicos para concentrar y retener el sonido en un espacio limitado. Los ensayos han mostrado que de la música difundida con 70dB en el centro de la sombrilla desciende hasta 40dB en dos metros más abajo.

“Se lo puede usar en un bar o un restaurante, pero también uno puede colgarlo en el techo de casa para obtener una banda sonora personalizada que sigue trozo por trozo”, señala Xavier Falourd. El científico especializado en acústica considera que los museos podrían emplearlo igualmente para dar comentarios individualizados a sus visitantes.

Otro equipo de la EPFL ha creado una partición removible con 64 altavoces en miniatura que absorben o difunden activamente el sonido en función de las necesidades, y puede así servir de barrera acústica entre dos espacios.

“La experiencia es parecida a la de una noche pasada junto a un club nocturno, pero con una separación cuya eficacia es mayor que la de un grueso muro de hormigón”, indica Hervé Lissek, uno de los científicos de la Escuela Superior.

La batalla de los formatos

Los archivos puestos a disposición por los científicos han sido acumulados por Claude Nobs, quien fue guardando una grabación de cada concierto ofrecido en el festival desde su primera edición en 1967. Un total de 5.000 horas de música y 4.000 conciertos han sido guardados en 10.000 casetes originales de una decena de formatos diferentes. La UNESCO, el brazo cultural de Naciones Unidas, piensa conferir a esos archivos el estatuto de patrimonio cultural de la humanidad. Tal decisión sería tomada dentro de poco.

En el marco de la sociedad con el festival, la EPFL supervisa desde el 2011 la salvaguardia de ese material en forma digitalizada. De momento, casi 40% de las bandas han sido transferidas al formato Linera Tape Open (LTO). El procedimiento es hecho en tiempo real y ya ha demandado 15.000 horas de trabajo.

Esa tarea concluirá a finales del 2013. Las copias serán depositadas en el chalet de Claude Nobs y en la EPFL. Las bandas serán retransferidas cada siete a diez años a un formato de “nueva generación” para ir acorde con la evolución tecnológica.

Jazz Lab

Pero los dos socios tienen proyectos aún más ambiciosos para los archivos. Un jurado designará próximamente el ganador de un concurso de arquitectura cuyo fin es dar una imagen al ‘Montreux Jazz Lab’: un sitio híbrido que combine un Montreux Jazz Café, una sala de concierto y un centro de investigación previsto para finales del año 2013 en el campus de la EPFL, junto a la biblioteca futurista del Learning Center.

“Eso nos permitirá probar todas estas tecnologías y los archivos en un entorno real”, explica Alexandre Delidais.

No obstante, los amantes de la música no deben alegrarse demasiado. De momento se puede acceder a los archivos de conciertos solo en uno de los Montreux Jazz Cafés existentes (Ginebra y Zúrich, a los que en este mes de julio seguirá el de Londres y posteriormente en Nueva York, París, Frankfurt y Copenhague) o comprando uno de los CD o DVD de la serie ‘Live in Montreux’.

“No se puede sencillamente poner estos archivos en You Tube. Pero, tal vez evolucionan las cosas, precisa Alexandre Delidais”.

Compartir

Aun cuando las bandas sonoras pertenecen a Montreux Sounds, una empresa creada por Claude en 1995 para gestionar la colección, los artistas suelen conservar los derechos de su música. Los contratos establecidos por el Montreux Jazz Festival permiten su aprovechamiento solo con fines educativos o científicos.

“Otras universidades han manifestado su interés, de modo que estamos buscando la vía para darles acceso a la base de datos conservada en la EPFL”, señala Nobs.

El fundador del festival no ha renunciado a la idea de poner los archivos en línea y a disposición de la mayor cantidad de público posible. “Pienso que Internet será un vector importante en el futuro. Imaginemos la concesión gratuita de cinco minutos de música por artista. Multiplicado por 5.000 equivaldría a 25.000 minutos de conciertos gratuitos. Quienes desean el concierto entero tendrán simplemente que pagar una suma destinada al músico”.

“Siempre me ha gustado compartir el vino, la música o los paseos por el bosque. Compartir los archivos es mi gran prioridad”, concluye.

La 46ª edición del Montreux Jazz Festival se extiende desde el 29 de junio hasta el 14 de julio.

Entre los puntos fuertes del programa se pude citar Bob Dylan, Van Morrison, Sergio Mendes, Herbie Hancock, Nile Rodgers y Chic, Quincy Jones, Pat Metheny, Bobby McFerrin, Chick Corea, Noel Gallagher, Lana Del Rey, Juliette Greco, Dr John, Gilberto Gil, Tony Bennet y Axelle Red.

Claude Nobs creó el festival en el año 1967 con un presupuesto de 10.000 francos. El del presente año supera los 20 millones de francos.

El grupo Deep Purple ha consagrado su título más conocido, Smoke on the Water, a Montreux. La canción evoca el incendio que consumió el antiguo casino durante el concierte de Frank Zappa, en 1971. Claude Nobs, citado en la canción (funky Claude), salvó de las llamas a varias personas. 

Traducción, Juan Espinoza

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