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Multas por tirar basura y escupir en la calle

Christian Schütz, jefe del servicio municipal de limpieza, con las tarjetas amarilla y roja. swissinfo.ch

La comuna zuriquesa de Wallisellen es la primera en Suiza en multar a los que lancen escupitajos en la vía pública. El abandono de desechos o de defecaciones de perro también se sanciona.

Más de la mitad de las tarjetas “amarillas” de advertencia ya han sido distribuidas. Los habitantes responden entusiastas sabiendo que la tarjeta roja sentencia multas.

“¡El hecho del siglo! Genial, genial, genial. Espero que su ejemplo haga escuela y que yo no deba esquivar más las basuras cuando camino por la calle”.

Escrito por un habitante de la municipalidad de Wallisellen, este mensaje más que entusiasta da el tono de las reacciones, mayoritariamente positivas, suscitadas por la decisión de la comuna de castigar no sólo a los que escupan gargajos, sino también a aquellos que dejen basurillas en la vía pública.

El nuevo reglamento es la conclusión de una larga reflexión: en un grupo de trabajo municipal creado en el año 2000 nació la idea de castigar, aparentemente por primera vez en Suiza, el escupitajo público.

“Nadie protestó”, indica Alexandra Taverner, del servicio de eliminación de desechos. “Nosotros nos informamos antes para saber si esta medida, como las otras para el desecho de basura, era jurídicamente válida”. Tras haber obtenido luz verde del distrito, la comuna puso su plan en acción.

El programa comprende también el establecimiento de nuevas infraestructuras: basureros y contenedores provistos de fosas subterráneas, para que nunca se desborde la basura. Pero fueron las multas las que provocaron más reacciones.

100 millones al año

“Las colectividades públicas no deben asumir financieramente la negligencia de ciertos consumidores”, justifica Christian Schütz, jefe del servicio municipal de limpieza.

La Unión de Ciudades Suizas estima que la limpieza del denominado “littering” (basura pública) cuesta 100 millones de francos anuales a las comunas de más de 10.000 habitantes, es decir, 20% del presupuesto global del servicio de limpieza comunal.

El programa de multas incluye dos etapas: la fase de advertencia y sensibilización, con la distribución de cartulinas amarillas, y después la etapa punitiva, con la entrega de un cartoncillo rojo que implicará una multa efectiva a partir de junio próximo.

Un escupitajo o el abandono de desechos pequeños costará al infractor 30 francos, mientras que aquel que huya dejando su bolsa de basura en la vía pública será sancionado con una multa de 80 francos. Cabe decir que la ciudad de Basilea tiene castigos más caros en ese sentido: 50 francos en caso de tirar la basura fuera del cesto y 100 francos en caso de tratarse de una bolsa de basura abandonada.

“Más de 500 cartulinas amarillas de entre 1.000 han sido distribuidas, anota Christian Schütz. “La gente reacciona con agrado, algunos dicen que incluso ellos mismos continuarán la tarea de prevención distribuyendo los cartoncillos. Raros son aquellos que se muestran en contra”.

Quinto puesto de policía

Aún queda por resolver la cuestión del control. Christian Schütz opina que no habrá problema para pedir a la gente recursos suplementarios. Un quinto puesto de policía acaba de ser creado en el marco de la lucha contra los desechos.

Justamente de la policía se espera sobre todo la simplificación de trabajo. “Ya se puede multar a partir de ahora, pero hay que presentar queja previamente. El trabajo será más directo”, indica Christian Clavadetscher, jefe de la policía municipal.

De acuerdo a Niels Michel, director de ‘Kampagnen-Kollektiv’-una página de información que coordina los proyectos y las campañas de prevención contra la basura en sitios públicos–, el sistema de sanciones es de doble filo: “Basilea ha multado once veces en un año… resulta casi imposible acorralar a los que contravienen las reglas. La idea entonces se transforma en un bumerán: aquellos que no quieren hacer nada al respecto pueden aún decir que eso no servirá de nada.”

No obstante, Christian Schütz ya se congratula de los efectos positivos del programa ‘Wallisellen limpio’.

“Quienes pensaron que se podía educar a las personas irrespetuosas dejando los lugares públicos llenos de basura para mostrar las consecuencias, han constatado que se equivocaron. La suciedad contribuye a la suciedad, la limpieza llama a la limpieza.”

swissinfo, Ariane Gigon Bormann, Wallisellen
(Traducido del francés por Patricia Islas Züttel)

Las comunas suizas pueden proponer “códigos de conducta” a los restaurantes.

Este código define las responsabilidades y la colaboración entre los distribuidores de servicios, los organizadores de manifestaciones y las autoridades comunales.

Este tipo de regulaciones han sido elaboradas por el grupo de trabajo ‘littering’ del organismo encargado de los problemas de mantenimiento de las calles, limpieza de las aguas sucias y eliminación de basura, en colaboración con las ciudades de Zúrich, San Gallen, Lucerna y Basilea y con la participación de la multinacional McDonald’s

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