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Fin del estío en lo alto del Kaiseregg

El verano ha terminado y el ganado retorna a la planicie. Thomas Kern, fotógrafo de swissinfo.ch, acompaña a cerca de 40 pastores suizos que conducen a 130 vacas por un estrecho y empinado sendero desde la zona alta del Kaiseregg hasta el valle.

La cabaña alpina de Kaisereggalp, a 1 799 metros sobre el nivel del mar, quedó vacía. En la estufa arden todavía algunas brasas y la cocina está iluminada por una luz tenue. Hace frío. Al exterior, la neblina no permite ver más allá de unos 50 metros.

Después de casi dos horas, las nubes se han movido un poco. Desde lejos se advierte un vehículo con remolque que sube por la pendiente. Es el pastor Erich Offner junto con un amigo. Transportan diversos materiales, botellas vacías y un generador de corriente. A pie irían más rápido.

Al día siguiente salen temprano. Una vaca herida tiene que ser transportada en helicóptero, mientras que el resto del ganado y sus cuidadores recorren un trayecto de dos horas para llegar a la parte baja de la montaña. 

Se trata de un recorrido que sube primero por el paso Kaiseregg y luego baja hasta el Grossniederhaus, donde la hierba ha vuelto a crecer y está fresca. 

Erich tiene 25 años. Ya había estado en Kaisereggalp, de niño, cuando sus padres pastoreaban el ganado. En invierno trabaja como albañil en el valle. 

Aunque la vida en una montaña es menos romántica de lo que mucha gente se imagina, es un estilo de vida que heredó de sus padres y que le gustaría mantener. Conoce el camino, pero es la primera vez que tiene toda la responsabilidad.

Uno no se hace rico con ese trabajo. Lo más importante es la pasión por una vida sencilla junto con los animales en la naturaleza. Los ganaderos le pagan por cuidar a los animales mientras están en la montaña. Percibe una cantidad fija por cada uno. Erich negocia el contrato de arrendamiento de los pastos con el propietario de las tierras, Armasuisse, un órgano estatal responsable de la compra de armamentos y que desde hace años utiliza la zona como campo de tiro.

Los ayudantes que acompañan el descenso no reciben dinero, pero sí una comida tradicional hecha por la madre y la hermana de Erich. Es una forma de ayuda vecinal que se celebra en la mesa con un ‘rösti’ (platillo con patatas) que se sirve en una olla común y se acompaña con algunas botellas de cerveza.

Además, este sábado 21 de septiembre, y como dicta la tradición, habrá una fiesta para celebrar el fin de la temporada estival y el descenso de las vacas.

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